Paternidad tardía: desafíos y beneficios de ser padre a edades avanzadas

Paternidad tardía: desafíos y beneficios de ser padre a edades avanzadas

La paternidad es una experiencia gratificante que puede manifestarse en diferentes etapas de la vida. En los últimos años, ha habido un aumento en la maternidad y paternidad en edades avanzadas. Sin embargo, desde el punto de vista médico reproductivo, existen desafíos y consideraciones especiales asociadas a la paternidad en esta edad.

A nivel mundial, se ha observado un aumento en la paternidad en hombres mayores de 60 años en las últimas décadas. Las tasas de paternidad en esta edad varían según los contextos socioeconómicos y culturales de cada país. En países desarrollados, se estima que alrededor del 1% al 2% de los hombres mayores de 60 años se convierten en padres.

Uno de los principales desafíos es la disminución natural de la función reproductiva masculina. Estudios han demostrado que las tasas de embarazo disminuyen entre un 23% y un 38% en hombres de 50 años o más en comparación con hombres más jóvenes. La producción de espermatozoides también se ve afectada, con una reducción de al menos el 25% en hombres mayores de 50 años. Aproximadamente a los 40 años, comienza un descenso gradual de la producción de testosterona, lo que puede influir en el deseo sexual masculino y la calidad del eyaculado.

Cuando un hombre mayor de 50 años busca asesoramiento médico para la fertilidad, se le realiza una evaluación junto con su pareja, considerando la edad de ambos. Si la suma de las edades no supera los 100 años, se considera que es posible avanzar en el tratamiento, siempre teniendo en cuenta el bienestar del futuro hijo. Se realiza un espermograma, que permite evaluar la cantidad, movilidad y forma de los espermatozoides – porque con la edad disminuyen. Además, se evalúa la fragmentación del ADN de los espermatozoides, ya que el envejecimiento puede estar asociado a un mayor riesgo de alteraciones genéticas en la descendencia.

Si el embarazo no llegó de manera natural, las opciones en reproducción que existen son el ICSI, que es una técnica de laboratorio que consiste en inyectar un espermatozoide en un óvulo;  o la donación de esperma, en casos los que la calidad de los espermatozoides no sea óptima o no se pueden obtener espermatozoides viables.

La paternidad en hombres mayores plantea consideraciones éticas y sociales importantes. Se debe tener en cuenta el bienestar del niño a largo plazo, la diferencia de edad entre el padre y el hijo, así como la capacidad del padre para brindar un entorno estable y adecuado para la crianza.

Al mismo tiempo, puede haber beneficios significativos. Algunos hombres pueden haber retrasado la paternidad debido a razones personales, como el enfoque en la carrera profesional o la búsqueda de estabilidad financiera. La experiencia y madurez emocional adquirida con el paso del tiempo pueden contribuir a una crianza más consciente y reflexiva.

Como a medida que va a pasando el tiempo se va perdiendo la cuota de omnipotencia que se tiene cuando se es joven, la paternidad tardía va a tener que ver con la capacidad de disfrute y relax de esa persona.

A a esa altura de la vida suele ser vivida como una experiencia vivificante, rejuvenecedora e incluso vigorizante. Algunos hombres logran conectarse con sus hijos menores de una manera más relajada, con mayor espacio para el disfrute y el placer. Han superado las propias exigencias, se han desafiado a sí mismos ganando y perdiendo en la vida.

Esta posición más “relajada” del sujeto respecto de la crianza del chico ha sido juzgada como poco “pedagógica u operativa”. Los hijos de la madurez han sido conceptualizados como menos competitivos o menos preparados para el exigente mundo moderno, dado que sus padres sólo juegan con ellos, educan poco y no ponen límites. Pero en todo caso depende de cada uno, porque en ocasiones son personas que tienen más seguridad frente a algunas cosas y entonces tienen otra relación con los límites. Porque a veces el límite tiene que ver con la inseguridad de los padres.

El deseo de ser padre y la voluntad de educar no está necesariamente reñida con el paso del tiempo. Será cuestión de cada sujeto adulto en la intimidad de su ser pueda preguntarse qué lo mueve y qué lo motiva a tener un hijo a los treinta, cuarenta cincuenta o sesenta años.

La paternidad tardía plantea desafíos complejos. Educar y formar a un hijo para un mundo distinto con exigencias y modalidades nuevas, como la tecnología o los nuevos modos de comunicación, que pueden ser obstáculos complejos de superar para los padres añosos. Pero también puede ser una experiencia de aprendizaje, gratificación y oportunidades

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