La ciencia detrás de los nuevos modelos de familia

La ciencia detrás de los nuevos modelos de familia

El nacimiento de Louise Joy Brown fue “el más esperado en, quizá, 2000 años”, catalogó oportunamente la revista Time. Es que, el 25 de julio de 1978, esta mujer británica, que este año celebrará su 43° cumpleaños, abría sus ojos al mundo y se convertía así en la primera persona gestada gracias a un tratamiento de fecundación in vitro (FIV). Pronto su rostro estuvo en la portada de los principales diarios del mundo y, desde entonces, los avances en materia de fertilidad han ido evolucionando a lo largo del globo al punto de que, cada año, se estima que nacen cerca de medio millón de bebés merced las técnicas de alta complejidad (AC), como la FIV y la microinyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI).

Como parte de este camino, la ciencia no solo demostró un enorme poder para ayudar a las parejas a poder concebir, sino que, también, se convirtió en una suerte de vector para acompañar (y hasta adelantarse a) los nuevos modelos de familia que se van conformando en la sociedad, permitiendo a parejas del mismo género o mayores así como a mujeres y hombres solos alcanzar un sueño, difícil de pensar hace medio siglo.

Así lo entiende el médico Sergio Pasqualini, director Científico de Halitus, el centro de fertilidad que fundó en 1987, por que ya pasaron más de 147.000 pacientes, testigo de más de 25.000 nacimientos, 8000 de los cuales fueron por AC.

Recientemente, junto con su hijo Agustín Pasqualini, también especialista en salud reproductiva y director Médico de Halitus, y parte del equipo de trabajo, publicó el libro Nuevas familias. Cómo la ciencia nos cumple el sueño de ser padres (Aguilar). Allí, comparten historias de superación e inspiración que dan cuenta de los cambios vertiginosos que atraviesa la familia, en tanto institución, y de cómo las nuevas posibilidades de gestación, a través de la formación de embriones, estimulación ovárica y de esperma, criopreservación de gametas abren las puertas para concretar el sueño de tener un hijo tanto a parejas como a mujeres y hombres solos.

“Las nuevas familias son una realidad, son todas producto del amor y, seguramente, aparecerán más. Este libro refleja en los testimonios parte de la historia vivida por una pequeña muestra de estas familias”, comparten padre e hijo en diálogo exclusivo con Infobae.

—Desde la práctica, ¿están notando muchos cambios en las conformaciones de familias?

—Los cambios sociales, científicos y culturales son los que acompañaron y permitieron la existencia de muchas de las nuevas familias con hijos. Esto es lo que quisimos reflejar en nuestro libro. Las vivencias desde el interior de nuestro instituto, a través de los testimonios de pacientes, así como de nuestros profesionales. Profesionales de mayor trayectoria en el tiempo, como en mi caso, de la generación de los 70, y de la de Agustín y del resto de nuestro equipo, la generación de los 40. La generación de los 70 que vivimos con el nacimiento del primer “bebé de probeta” en 1978 el inicio de una nueva era en cuanto a las posibilidades de lograr tener un hijo, no solo por motivos médicos, sino también por motivos sociales, como ser en el caso de parejas gay.

—¿Cuáles son los cambios más importantes en torno a los tratamientos en reproducción asistida del último lustro?

—Los cambios fueron paulatinos en el tiempo, existiendo hitos fundamentales como fueron la aparición de la FIV, del ICSI (inyección de un espermatozoide dentro del útero para realizar la FIV), la criopreservación de embriones, la criopreservación con éxito de óvulos. Hace 30 años era la pareja heterosexual la que nos consultaba, cosa que, con el tiempo y con las posibilidades que fueron surgiendo, se fueron sumando parejas homosexuales de hombres, mujeres, mujeres solas y, con mucha menor frecuencia, hasta de hombres solos. La sanción de la ley 26.862 de cobertura de los tratamientos de fertilización asistida, en 2013, abrió las puertas a que parejas que antes no tenían acceso desde lo económico pudieran hacerlo.

—Desde el inicio de la pandemia, ¿notaron cambios en la tendencia de tratamientos? ¿La cantidad mermó o se mantuvo?

—Con la pandemia y el inicio de la cuarentena cesaron los tratamientos, para luego ser retomados con normas y protocolos estrictos, a partir del mes de octubre. Lo que no mermó fue la demanda, cosa que ocurrió en todo el mundo. Los que tenían y tienen el deseo de ser padres lo siguieron manteniendo, solo les aumentó la ansiedad por las contingencias que trajo la pandemia y por el hecho de tener que esperar para realizar los tratamientos. Paralelamente, aumentaron en un 60% las consultas para explorar la idea de preservar la fertilidad por medio de la vitrificación de óvulos. Es lógico, ante la incertidumbre en todo sentido, de futuro, laboral y económico.

—Sergio, en su libro Cuidar la fertilidad, de 2015, mencionaba que una de cada seis parejas tenía problemas para concebir de forma natural. ¿Esta cifra se sostiene hoy, siempre hablando de grandes ciudades y centros urbanos?

—Esta cifra se puede decir que se mantiene, es lo que se sigue diciendo. Hoy se realizan más tratamientos de alta complejidad (FIV/ICSI) dado que las mujeres buscan hijos más tarde, consultan con más edad, y eso hace que se encare el tratamiento sin demoras en el tiempo, es un manejo distinto a los que realizábamos años atrás. El factor que más vemos es la menor reserva ovárica, porque la edad de consulta es cada vez mayor, tanto es así que el 35% aproximadamente de los tratamientos que realizamos son con óvulos donados. Cambió lo sociocultural, pero no cambio lo biológico. La vida útil de los ovarios sigue siendo la misma, quizás hasta algo menor, incluso, por la disminución de la fertilidad en las mujeres que vamos viendo en las últimas décadas. La fertilidad de las mujeres y de los hombres no es la misma que hace 50 años.

—¿Qué cantidad de nacimientos que hay en la Argentina, por año, por tratamientos de fertilidad?

—La mayoría de los centros reportan al Registro Argentino de Reproducción Asistida (RAFA). Por año, se realizan alrededor de 17.000 tratamientos de alta complejidad en el país, con alrededor de 4500 nacimientos.

—¿Qué posibilidades presenta hoy la ciencia para ayudar a generar nuevas familias?

—Las posibilidades van a depender del problema médico causal de la infertilidad. Las chances son muy altas cuando el problema no es médico, ejemplo en la gestación por sustitución en los caos de las parejas gay, en los que los tratamientos se realizan con óvulos donados. Los resultados de los tratamientos de fertilización asistida han mejorado significativamente dado el avance de los conocimientos, de la tecnología y de la experiencia profesional.

—¿Cuáles son los principales mitos en torno a la fertilidad, la concepción y la familia que deberían derribarse?

—Ya no hay mitos; hay resistencia por parte de sectores de la sociedad, si bien no eran los de antes. Podemos decir lo que siempre decimos: donde haya amor, familia habrá. Título de la canción cuya letra, música, y voz es la de mi sobrina Belén Pasqualini, y que se menciona en el libro con un QR para acceder al video de la misma en YouTube.

—¿En la Argentina hay alguna cuenta pendiente en torno al tema de técnicas de reproducción asistida que requiera revisión?

—Faltan algunos detalles de la reglamentación de la ley, y encontrar la forma de consensuar entre las partes involucradas: financiadores (obras sociales y prepagas) y prestadores aranceles mínimos aceptables para los distintos tratamientos y prácticas. El sistema de salud está en crisis, todos lo sabemos, y con el diálogo se ordenan las cosas. Cuando los costos aumentan y no se acomodan los precios, en el caso de nuestra especialidad, como en todo, inexorablemente se va a ir perdiendo cada vez más la calidad y, en lo nuestro, hablamos de embarazo o no embarazo.

—¿Qué pasa con la maternidad subrogada?

—Nuestro experiencia y trayectoria con nuestro programa de Gestación por Sustitución data de 2011. Estamos orgullosos de nuestro equipo interdisciplinario, condición esta última inexorable para trabajar como corresponde. Todos ellos figuran como coautores en nuestro libro: la Dra. Florencia Inciarte como coordinadora, la Lic. Patricia Martínez como psicóloga, la Dra. Beatriz Literat como sexóloga, la Dra. Fabiana Quaini en el acompañamiento y asesoramiento legal, sin dejar de mencionar a nuestro equipo de nurses. Todas son patas fundamentales y necesarias de cualquier programa de gestación por sustitución.

—¿Hay otros aspectos que hoy tengan un vacío legal?

—La gestación por sustitución quedó fuera del nuevo Código Civil y Comercial, quedando sí plasmado en el mismo la voluntad procreacional, es decir, el deseo de ser padres. Fue esto lo que abrió la puerta a que se pudieran llevar adelante los tratamientos de gestación por sustitución, y que los hijos pudieran ser reconocidos luego como hijos, no de las mujeres que llevaron adelante los embarazos, sino de los que tuvieron la voluntad procreacional, dado que para la ley argentina madre era la que paría. En algún momento se sancionará la ley de gestación por sustitución, y el tiempo que pase hasta que eso suceda va a ser útil, seguramente, para que se asimilen estos tratamientos. Tengo casi la certeza de que será una mejor ley que la que hubiera salido si se sancionaba en el pasado.

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