Junio, mes de la fertilidad: ¿Se puede prevenir la infertilidad?

Junio, mes de la fertilidad: ¿Se puede prevenir la infertilidad?

Junio es el Mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad, dedicado a todas aquellas parejas que tienen problemas para concebir un hijo de manera natural y tienen que recurrir a técnicas de reproducción asistida, sin duda un camino largo y duro para muchas de ellas pero que, casi siempre, termina con un final feliz.

Como cada junio se conmemora en el mundo el Mes del Cuidado de la Fertilidad. La infertilidad es una enfermedad que se estima afecta a 45 millones de personas.

En la fertilidad, es decir, la capacidad que se tiene para concebir un hijo, intervienen factores biológicos, emocionales, ambientales, culturales, entre otros, que, según cómo se presenten, pueden favorecer o no el lograr el embarazo. Se considera que el 40% de los casos de infertilidad tiene un origen femenino; otro tanto tiene un origen masculino; y el resto se divide entre los que tienen causas mixtas y aquellos sin causa aparente. Aquí la palabra clave es «aparente» se trata de casos en los que no se ha encontrado hasta el momento de definirlo, ninguna alteración objetiva que lleve a un causal definitivo.

Es verdad que existen tantos casos y problemáticas como mujeres u hombres llegan a la consulta, cada uno es particular. Y si bien no podemos prevenirlas, hay cosas que pueden tenerse en cuenta para su cuidado:

– Realizar controles médicos periódicos para evaluar la salud en general. En las mujeres, realizar control ginecológico anual que ayude a detectar o controlar distintas afecciones ginecológicas que podrían ocasionar consecuencias importantes como la infertilidad. Por su parte, es recomendable que el hombre realice un espermograma, cuanto más temprano mejor, para evaluar su capacidad reproductiva.

Además, trabajar de manera consciente en la Calidad de vida, que permite controlar aquellos factores no fecundantes que alteran la reproducción. Diversas investigaciones demostraron que epidemias como el tabaquismo, la obesidad, las adicciones y las deficiencias nutricionales, tienen graves repercusiones reproductivas. Por eso es necesario comer saludablemente, no fumar ni consumir drogas ilegales o alcohol en exceso y realizar actividad física.

Tener en cuenta la estrecha vinculación que existe entre la mente y el cuerpo. El estrés, la angustia y ansiedad pueden repercutir negativamente en la búsqueda de un hijo. Estudios realizados demostraron que las actividades mente-cuerpo pueden aumentar la frecuencia de embarazos naturales espontáneos cuando están dadas las condiciones para que ello ocurra; así como la efectividad de los tratamientos de fertilización asistida. Utilizar estas herramientas como forma para mejorar física, emocional y psicológicamente implica que se movilicen recursos que produce el propio cuerpo y así generar drogas endógenas que impulsan a vivir en un estado de plenitud. Además de disminuir el estrés pueden mejorar situaciones más adversas.

– Preservar la fertilidad. En la mujer, la edad más fértil va de los 20 a los 30 años. Luego baja levemente hacia los 35 años y a partir de allí se evidencia un descenso de la reproducción no solo por tener menor calidad en sus óvulos y mayor riesgo de aborto sino también por otros factores de riesgo que se incrementan. En el hombre, existe un declinar de la función testicular gradual pero inexorable y real. Por eso, si se decide postergar el momento de ser padres, sería importante considerar la posibilidad de criopreservar óvulos o espermatozoides. El beneficio es que se conservan gametos de la «edad» del momento en que se congelaron.

 

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