“La buscamos durante seis años y ocho tratamientos; siempre supe que iba a ser mamá”: cómo es ser padres con un embrión donado

“La buscamos durante seis años y ocho tratamientos; siempre supe que iba a ser mamá”: cómo es ser padres con un embrión donado

La donación de embriones es, cada vez más, una posibilidad para que aquellas parejas que no pueden concebir un hijo a partir de sus propios gametos logren un embarazo. También para mujeres solas que buscan ser madres. Cómo es el procedimiento, qué dice la ley argentina sobre esa práctica y el debate sobre los “hermanos genéticos” de los niños nacidos por esta técnica.

Dicen que cuando algo se desea con todas las fuerzas, pocas vicisitudes podrían conspirar para que eso no ocurra. Y la llegada de un hijo, cuando se retrasa o no ocurre en los tiempos esperados, es una muestra de que la tenacidad puesta al servicio de los sueños da sus frutos.

La ciencia y la medicina reproductiva avanzaron en los últimos tiempos y permiten ser padres a personas que de otro modo no podrían tener un hijo. Técnicas de fertilización asistida de alta o baja complejidad, donación de gametas, donación de embriones y maternidad subrogada son las posibilidades que tanto parejas, como mujeres y hombres solos tienen para convertirse en padres. Y siempre existe la adopción como alternativa para la llegada de ese hijo tan anhelado.

Magdalena no sabía de la posibilidad de la donación de embriones hasta que, luego de seis años de buscar un embarazo por todas las vías (junto a su marido Juan se sometieron a cuatro tratamientos de baja complejidad y cuatro de alta) y ya iniciando los trámites de adopción alguien se lo comentó.

Su diagnóstico de endometriosis había hecho imposible hasta ese momento el ansiado “positivo”. Sólo en una oportunidad logró quedar embarazada, pero el embarazo se detuvo.
Fue recién tras inscribirse para adoptar un niño y ser aprobado su legajo que se enteró que existía esta alternativa y consultó con el médico que la atendía en el centro de fertilidad donde se trataba hace años.

“Todos los tratamientos que habíamos hecho hasta el momento habían sido partiendo de nuestros óvulos y espermatozoides; por una decisión personal, nunca quisimos recurrir a la donación de gametas”, comenzó a contar Magdalena a Infobae. “Con mi marido somos muy católicos y, si bien respeto a quienes optan por esa opción a nosotros la idea de seleccionar las características de quien donaría sus gametas no nos cerraba”.

Y continuó: “Cuando supimos que podíamos recibir la donación de un embrión ya formado y darle la posibilidad de vivir no lo dudamos, y en un mes fue el proceso más rápido y más efectivo que realizamos: a los 15 días de la transferencia estaba embarazada”.

La donación de óvulos o espermatozoides es algo ya tan común que nadie lo cuestiona. Inclusive formar un embrión con espermatozoides y óvulos donados y no solamente aportando material genético propio, ya sea el esperma o el óvulo es también una práctica usual. Sin embargo, ser padres gracias a otras personas que decidieron donar anónimamente su embrión, no está aún tan instalado en la sociedad.

“Como en tantos otros casos, no existe aún en el país una ley específica sobre la donación de embriones, tampoco ninguna que lo prohíba. Sí existe un proyecto que se encuentra en el Congreso de la Nación, justamente para regularizar el tratamiento de los embriones, cuyo objeto es el derecho a gozar de los beneficios del progreso científico, el principio de autonomía, el derecho a la privacidad y a formar una familia”. La abogada Fabiana Quaini, especialista en derecho internacional de familia, dijo a Infobae que “hoy en día los centros de reproducción asistida tienen miles de embriones dejados por quienes en su momento decidieron conservarlos y no los utilizaron. Los embriones siguen criopreservados en nitrógeno, ya sea porque sus titulares formaron sus familias y no quieren tener más hijos, por haber cambiado de opinión y hasta inclusive por fallecimiento de sus titulares”.

Según detalló la especialista, “el proyecto de ley determina si que los embriones pueden ser utilizados por sus titulares para posteriores tratamientos; ser donados con fines reproductivos; ser donados con fines de investigación; cesar su criopreservación. Por sobre todas las cosas, los embriones no se venden”.

Para Magdalena, la forma en que J., su bebita de cinco meses, llegó a su vida “es como una adopción”, sólo con la salvedad de que la tuvo en su panza. “Sobre todo, lo que con mi marido nos convenció fue el hecho de que no se podían elegir las características físicas del embrión, cosa que sí ocurre en los casos de ovodonación, en los que se pueden seleccionar similitudes físicas de los donantes”.

“La donación de embriones, en general, es una posibilidad para aquellas parejas que por algún motivo no pueden concebir un hijo a partir de sus propios gametos. Es decir, se lo pueden plantear aquellos que van a necesitar una donación de óvulos y de esperma. En algunos casos puede ocurrir que se necesite donación de óvulos o de esperma y que la pareja decida recurrir al embrión donado”, explicó el médico especialista en fertilidad Sergio Pasqualini (MN 39914). Para el director médico de Halitus Instituto Médico, “también en casos de mujeres solas que recurren a ovodonación, y que sí o sí necesita donación de esperma. O una pareja homosexual por el mismo motivo. Es decir, se puede llegar a la donación de embrión por elección o por necesidad”.

La donación de embriones no es algo de todos los días, sin embargo, poco a poco se hacen y es de esperar que cada vez más parejas que mantienen sus embriones criopreservados y que no quieran utilizarlos, decidan donarlos para ayudar a quienes los necesiten. “Hay muchos interesados, algunos que están en lista de espera para ovodonación, y que si se presentase la posibilidad del embrión donado la aceptarían y hasta preferirían.
Por otro lado, el costo del tratamiento con embriones donados es inferior al tratamiento con óvulos donados o con embrión a partir de donación de óvulos y espermatozoides”, destacó Pasqualini.

“El embarazo transcurrió perfecto, sin complicaciones, nunca tuve una náusea”, contó Magdalena sobre cómo vivió los nueve meses con J. en su vientre. Sobre la bebita, que nació en enero, dijo: “Es morocha de ojos marrones, como yo, también muy observadora y simpática; hay quienes dicen que nos parecemos, creo que los niños se van mimetizando con sus padres”. “Con mi marido siempre bromeamos que no sólo quedamos embarazados, sino que además tenemos una hija que no puede ser más linda”.

Sobre cómo vivió con su pareja los años de búsqueda, reconoció que dentro del dolor de no poder ser padres salieron fortalecidos. “Siempre lo vivimos de la mano de Dios, sostenerse en la fe, en la creencia que sea, ayuda a entregar tu dificultad para afrontar con esperanza lo que nos toca atravesar -se sinceró-. Para transitar esto hay que tener fortaleza y a nosotros eso nos lo dio la fe; fuimos felices igual aun sin ser padres y esta bebita vino a completar nuestra felicidad”.

– ¿Qué le contarías a tu hija cuando quiera saber sobre su origen?

– Con Juan (su marido) desde el primer momento supimos que íbamos a contarle la verdad, no tenemos nada que ocultar. Somos personas de valores y ella tiene derecho a saber su origen y estamos seguros que el amor que le damos van a superar cualquier cuestión.

Supongo que más adelante me asesoraré sobre la mejor manera de abordarlo, pero supongo que de a poquito, de chiquita le diría en un lenguaje acorde a su edad cómo fue que ella llegó a nuestra vida. Las cosas se aceptan de otra manera cuando se crece con la verdad.

Al respecto, la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24411) señaló que “siempre conviene decirles la verdad sobre su origen genético. Muchos estudios dan cuenta de que es el ocultamiento el que genera desórdenes o conflictos”.

“Se les cuenta alrededor de los cuatro o cinco años. Todos los niños en etapa preescolar manifiestan interés por conocer acerca del origen. El niño recibirá la información que le ofrezcamos sin hacer objeciones porque lo pregunta simplemente porque quiere saber. No preguntan ‘cómo nacen todos los seres humanos’, preguntan por ‘su’ origen en particular, y sobre eso debemos darle información -aconsejó la especialista-. Los padres tienen miedo que el niño pueda sentirse diferente o les reclame que entonces por lo dicho ellos no serían sus verdaderos padres, pero esto no sucede”.

Y acerca de cómo hacerlo, recomendó: “Debemos ser claros, transmitir un relato sencillo, con analogías como si fuera un cuento, hay muchos libros dedicados a niños concebidos por donación gametaria a los cuales podemos recurrir para ayudarnos. Conocer la historia de cómo venimos al mundo, las circunstancias de nuestros padres y las propias, son verdades fundamentales a la hora de construir nuestra identidad. El proceso de construcción de la personalidad definitiva dura toda la vida pero alrededor de los veinte años va consolidándose. Así es sumamente importante que entrado el niño en la adolescencia pueda conocer las circunstancias bajo las cuales llegó al mundo para poder afirmar su personalidad con la integración de esta historia”.

El debate de los “hermanos genéticos”

Otra de las polémicas que se generan alrededor de este tema es la carga genética de los niños nacidos mediante esta práctica, que será 100% compatible con la pareja que dio origen a ese embrión. ¿Son “hermanos” nacidos en diferentes familias?

“El concepto de hermano va mucho más allá de la genética, tiene que ver con la fraternidad o construcción vincular”, resaltó el respecto la psicóloga. “Sí existe desde hace muchos años un registro de hermanos genéticos, en otros países, donde la gente consulta en una base de datos. En la donación de gametos en algunos países, donde por ejemplo, la ovodonacion está muy extendida, se hace una búsqueda pero no en calidad de buscar a ‘sus padres’ sino a sus hermanos genéticos, porque en muchos casos se da en familias monoparentales, o familias tardías, se busca como una forma de encontrar pares”, sostuvo.

“J. va a saber la verdad, yo no la consideraría hermana, aunque tampoco me mata la conciencia pensar en eso”, consideró Magdalena sobre ese punto.

Sobre el procedimiento médico y las principales dudas de donantes y receptores

“El procedimiento médico es muy sencillo. Se prepara el endometrio, la capa interna del útero, con hormonas para que en el momento en que este esté receptivo, descongelar él o los embriones y proceder a la transferencia. Esto último se realiza con un catéter pasando por el canal del cuello uterino sin necesidad de anestesia”. Pasqualini explicó que “cuando se recurre a la donación de óvulos y espermatozoides, se suelen buscar donantes con características físicas similares a la de los pacientes. Tanto receptoras como donantes llenan una planilla con características físicas para luego seleccionar aquellas que se asemejan. Sin embargo, en el caso de los embriones donados no necesariamente se conocen tan en detalle estas características. Hasta el momento, los pacientes que reciben embriones no fueron muy atentos en relación a los parecidos físicos”.

Sí, por supuesto, se está atento a los antecedentes médicos. “Al provenir de parejas que realizaron tratamiento, existe una historia clínica donde constan los antecedentes médicos familiares y personales, así como los estudios previos a cuando realizaron el tratamiento”, detalló el experto, quien enfatizó que “además se suma la consulta psicológica, donde se evaluará que estén dadas las condiciones para avanzar”.

En el mundo existen programas de anonimato absoluto, otros que dan la posibilidad al hijo nacido cuando tenga su mayoría de edad de ponerse en contacto con el o los donantes del embrión. También existen programas abiertos totalmente ya sea desde el primer día o desde que el joven nacido del embrión busca conocer a sus donantes.

Ahora, respecto a la Argentina, Quaini respondió las preguntas más frecuentes que surgen del lado de la familia que recibe embriones: ¿Puedo acceder a una donación de embrión en la Argentina? Sí, claro puede hacerlo en tanto haya embriones disponibles. ¿Si no hay, puedo traer un embrión de otro país? Puede hacerlo, pero es importante se contacte previamente con el centro que va a recibirlo para coordinar y que todo esté bien. ¿Hay riesgos que el ex titular donante del embrión pretenda derechos sobre mi hijo cuando nazca, ya sea porque se arrepintió o por cualquier otro motivo? La respuesta es no, no puede hacerlo. Es su hijo no del ex titular del embrión. ¿Puede mi hijo saber quién fue su donante de embrión? Esto es similar a los donantes de gametos. Si bien hay una tendencia a que los donantes quieran aceptar que se dé información, la mayoría va por el anonimato. Por hoy, no es posible saberlo.

Por parte del titular donante del embrión, las preguntas serían: ¿Puedo saber cuál es la familia que recibirá mi embrión? Sí, claro que puede hacerlo, pero los centros prefieren para ambas partes el anonimato. Por lo que le harán firmar contratos donde se aclara que la información de ambas partes es anónima. ¿Puede el joven nacido del embrión que doné reclamar que soy su padre? No, no puede hacerlo. ¿Y si un juez lo ordena? No ha habido a la fecha casos que vayan en esta dirección, ni en la Argentina ni en Estados Unidos ni Canadá. Sí hay una tendencia en Europa a que el joven al llegar a la mayoría de edad tenga acceso a la información de sus donantes. Pero en el país la privacidad y confidencialidad con la que se donó el embrión, no puede ni debe ser socavada por ninguna decisión judicial. Si en algún momento una ley impone el cese del anonimato, debiera regir para casos posteriores a la ley, mas no anteriores.

– ¿Ser mamá es como te imaginabas?

– Desde chiquita sentí que iba a ser mamá, jugaba a las muñecas. Siempre fui una “Susanita”, aunque estudié una carrera (es licenciada en Recursos Humanos) y tengo hace nueve años un emprendimiento de diseño customizado de zapatos y carteras, formar una familia siempre fue mi prioridad.

Me definiría como una mujer apasionada por mi hija, dispuesta a dar todo por ella. Siento que soy una mamá con mucho amor acumulado para dar.

Y si bien la idea de agrandar la familia está, el tiempo y la atención que demanda el cuidado de una bebé recién nacida llevaron a que el proyecto de adopción que Magdalena tenía con su marido por ahora quede “en stand by”.

“De a poco iremos viendo, tal vez quede embarazada naturalmente, lo que sí, no creo encarar otro tratamiento, es muy desgastante -contó la mujer-. La posibilidad de adoptar está abierta; me encantaría tener más hijos, si algo aprendí en todo este tiempo es a vivir el día a día“.

Leave a Reply