Los tratamientos de ovodonación se retomaron e incluso aumentaron en algunas clínicas después de la etapa más dura de la pandemia. Las historia de Liliana – 51 años- que busca ampliar su familia con Pedro, y la de una mujer que tuvo a su hija con donación también de esperma: “No se parece nada a mí y es lo que menos me interesa”. Liliana tiene todo listo. Ya está en Buenos Aires, a donde viajó junto a Guillermo, su marido, desde Bahía Blanca para iniciar un tratamiento que no es nuevo para ellos. Hace dos años, con una mezcla de ilusión, ansiedad y miedo, depositaban las tres décadas de búsqueda, esperanza y también frustración en la implantación de un embrión que les cambiaría por completo la vida. La ovodonación, o donación de óvulos permitió que trajeran al mundo a Pedro, que cumplió un año en mayo. Ahora, la mujer de 51 años se prepara para iniciar el proceso nuevamente y tener otro bebé. “Sentimos la misma ansiedad que la primera vez”, dice. Si bien en los meses más intensos de la pandemia en el país las consultas bajaron, de acuerdo con el relevamiento de TN.com.ar, este año los tratamientos se retomaron y en algunos centros incluso aumentaron. De acuerdo con los registros del centro de reproducción asistida IVI, los tratamientos de ovodonación aumentaron un 524% en 2021 con respecto al 2020. En la misma línea, el número de personas interesadas en ser donantes, que asistieron a una primera consulta, se incrementó un 275%. “A muchas les interesa ayudar a otras mujeres o sucede que han atravesado casos cercanos de conocidas con dificultades para concebir”, explica sobre este punto Florencia D’Atri, coordinadora de la Unidad de Ovodonación de la clínica. “Otras dicen que no van a tener hijos y quieren que sus óvulos puedan ayudar a una mujer que no puede concretar su sueño”, agrega en diálogo con este medio. La historia de Liliana y Guillermo: 30 años buscando ser padres Liliana Teler y Guillermo Dunetz se casaron cuando tenían 20 años, hace unos 30 atrás. Tener hijos siempre fue parte no solo de un proyecto familiar sino de un sueño común. “Con 21 empezamos a buscar, decíamos: ‘si viene viene’, pero no llegaba. Ahí arrancaron las consultas con los médicos″, recuerda Liliana. “Estuvimos mucho tiempo con estudios. Los dos teníamos algunos problemas”, agrega. Fue entonces cuando comenzaron con los tratamientos “más sencillos”, según indica, debido a los costos. “No funcionaron, nos dijeron que era muy difícil con nuestras patologías, que necesitábamos fecundación in vitro”, explica. La pareja pudo avanzar con el tratamiento más complejo, entre Buenos Aires y Bahía Blanca, a partir de 1999, en varias ocasiones. Sin embargo no prosperaron y hacia 2008 los especialistas les dijeron que por una cuestión de edad de Liliana, convenía la ovodonación. “Yo tenía muchos temores, no me gustaba la idea, pensaba que podía ser como una incubadora, que podría llegar a rechazar al bebé. Lo trabajé con una psicóloga y recién a los 48 años dijimos ‘es ahora o nunca’”, relata. En qué consiste la ovodonación La ovodonación es una técnica de reproducción asistida de alta complejidad en la que se fertilizan óvulos de una persona donante con los espermatozoides que, según el caso, se seleccionan de un banco de semen, o bien corresponden a la pareja de la persona gestante. Es decir, no se utilizan los óvulos o gametos de quien llevará adelante el embarazo, ni transmitirá la carga genética. Sin embargo, los especialistas recomiendan un límite de edad para realizar el tratamiento. “Va a depender de la mujer receptora, de su estado de salud, de la edad de su pareja, e incluso de cómo está rodeada esa familia. Pero, en general, hasta los 50 años lo solemos hacer”, aclaró la doctora Eva Rodríguez Pazo, coordinadora del programa de Ovodonación de Halitus Instituto Médico. Por eso, Liliana no quiso que transcurriera más tiempo para la implantación del embrión. “Fue un martes, para esta época. A los 7 días me hicieron un análisis de sangre, para saber si la hormona indicaba embarazo, y dio altísima, jamás nos había pasado. Fue una emoción increíble, de no poder creerlo”, cuenta la mujer. “Incluso ahora no podemos creer que compartimos la vida con él”, agrega. Con la voz colmada de emociones, recuerda que el embarazo lo transitó sin ninguna complicación y Pedro llegó al mundo el 20 de mayo del año pasado, en plena pandemia. “Nosotros somos muy creyentes y pensamos que fue un milagro todo. Buscamos un hijo por 30 años, ahora ya tiene uno y cuatro meses”, dice. “La doctora se impresionaba, porque yo ya era menopáusica cuando empecé el tratamiento. Fue muy movilizante todo”, señala. El bebé nació a través de una cesárea, con unos 3 kilos y en excelente estado de salud. En su caso, Guillermo aportó las células reproductoras. “Queremos compartir nuestra historia porque, al igual que me paso a mí, hay gente con mucho miedo sobre esto. Pero te cambia la vida. Cuando tenés a tu hijo en tus brazos no pensás en nada de lo que se te había cruzado antes”, asegura. Ahora, después de pensarlo mucho, decidieron iniciar nuevamente el tratamiento para tener otro bebé. “Nosotros somos papás grandes, de familia chica. Nos gustaría que pudiera estar acompañado el día de mañana”, se ilusiona. “Sentimos la misma ansiedad que la primera vez”, expresa. Quiénes pueden donar óvulos y cómo es el tratamiento El proceso para este tipo de tratamientos de reproducción asistida se compone de dos pilares: la donante y la receptora. Inicia con un tratamiento similar al que se realiza para la vitrificación de óvulos. Las mujeres donantes, de acuerdo con la explicación de ambas profesionales consultadas por este medio, se realizan una serie de análisis que incluyen una ecografía transvaginal específica para verificar la reserva ovárica y un estudio genético para descartar la fibrosis quística. Los estudios se acompañan con una entrevista psicológica. Las clínicas establecen como límite de edad para donar 32 años.