Por qué y para qué educación sexual.
La sexualidad no es sólo el funcionamiento sexual, tiene que ver con el autocuidado y la preocupación por el otro, con la comunicación y la madurez física, cognitiva y emocional. La pubertad y la adolescencia son etapas difíciles para los chicos tanto como para sus padres. Rebeldía y desafíos son arduos de sobrellevar sin una buena comunicación y en general, la decisión de tener relaciones sexuales los adolescentes la toman sin consultar con los adultos. Esto tiende a aumentar tanto el riesgo de embarazo como las enfermedades de transmisión sexual cuanto menor es la edad, el nivel socioeconómico, la comunicación en el hogar y el nivel educativo.
Un tercio de los adolescentes se inicia sin prevención es por ello que los adolescentes necesitan confrontar con los adultos que los rodean a fin de crecer y desarrollarse autónomamente. Pero además son necesarios sostén, continuidad de cuidados en el hogar, y límites para sentirse queridos y aumentar su estima personal. “El rol de la familia es fundamental en el desarrollo sexual y si bien hablar de sexualidad no es siempre fácil y si aparece como tema tabú puede surgir más de un riesgo. En aspectos referidos a la sexualidad la consulta en la adolescencia temprana esta en general motivada por inquietudes de los padres. En la adolescencia tardía algunas jóvenes buscan orientación sobre métodos anticonceptivos, acuden al médico de adolescentes o a la ginecóloga”, explica la Dra. Diana Pasqualini, Médica Asociada a Halitus Instituto Médico.
Una vez iniciada la vida sexual es importante el seguimiento clínico y ginecológico. En ocasiones el cuidado insuficiente puede tener como consecuencia un embarazo y/o infecciones de transmisión sexual y a veces aparecen malestares relacionados con vivencias desagradables relacionadas con el acto sexual. Presiones, violencias, arrepentimientos son temas que pocas veces pueden referir.
¿Con quién hablar?
“Las investigaciones confirman que los adolescentes suelen hablar de éstos temas con sus pares y que se benefician cuando pueden hablar con sus padres. Pero no debe perderse de vista que ellos buscan en sus padres coherencia, modelos positivos, no “pendeviejos”, atención y ejercitación de los mismos valores que predican, especialmente con respecto a la sexualidad”, sostiene la Dra. Pasqualini.
Las estadísticas muestran que por lo menos el 50% de las mujeres no reciben información sexual en sus casas. Y si bien la mortalidad materna en la Argentina bajó un 7 por ciento casi una de cada cuatro muertes maternas ocurre en adolescentes menores de 19 años.
“El ejercicio de la sexualidad requiere ser asumido como un derecho; derecho que se adquiere de manera informada, con responsabilidad y en condiciones de autonomía y equidad; sin violencia ni imposición. Para ello los adolescentes necesitan saber quiénes son, qué quieren y reconocer su propio valor. A partir de la definición de sí mismos y de la seguridad personal, pueden ser congruentes con su actuación social”, explica la Dra. Diana Pasqualini, especialista en adolescencia.
El Ministro de Salud, sostuvo, que según las últimas estadísticas, en Argentina “tenemos una epidemia de embarazos adolescentes”, tres de cada 20 argentinos son hijos de madres adolescentes y el 15% del total de nacimientos que se producen por año en nuestro país corresponde a chicas de entre 10 y 19 años. Las tasas más altas de madres niñas se encuentran en las provincias del norte de nuestro país. Entre 1980 y el 2000 la maternidad adolescente creció un 14,2%. América Latina, por su parte, tiene 1.800.000 de nacimientos anuales de chicas entre 15 y 19 años. Y no debe olvidarse que la mortalidad infantil en los hijos de adolescentes es cuatro veces más alta que el promedio general. Pero además, el embarazo sin cuidado trae aparejado otro problema: según las estadísticas se estima que habría al menos unas 30 mil personas infectadas del virus de HIV, a causa de la desinformación, que desconocen su estado.
“Si bien en la actualidad hay un mayor acceso a la información y a la utilización de métodos anticonceptivos, existen todavía barreras importantes para que los adolescentes puedan ejercer sus derechos. A veces tienen que ver con factores individuales, familiares y/o culturales, pero otras veces con la falta de accesibilidad a los servicios. La familia, los docentes, los profesionales de la salud y los integrantes de diferentes sectores de la comunidad deberían implementar acciones de promoción y prevención para que las adolescentes puedan proteger mejor sus derechos, entre ellos la salud”, sostiene Pasqualini. Las adolescentes en muchas ocasiones no han podido hablar con nadie en el hogar ni en la escuela sobre este tema, como tampoco sobre sus sentimientos, sus emociones, los cambios corporales, la forma de relacionarse con pares y especialmente del sexo opuesto. La mayoría de las veces los embarazos no son planeados ni deseados. El inicio temprano de relaciones sexuales se asoció a otros factores de riesgo como trastornos de los vínculos familiares y falta de diálogo con la madre. Debe rescatarse la importancia de la comunicación intrafamiliar y la necesidad de implementar apoyo comunitario hacia los grupos vulnerables, sostiene la Dra. Pasqualini. “Es necesario complementar aquello que enseña la escuela con los valores impartidos por la familia”.
Ley actual y proyectos
La Ley nacional de Salud Sexual y procreación Responsable que entró en vigor el 30 de octubre del 2002 establece la distribución de anticonceptivos gratuitamente en hospitales y la educación sexual en las escuelas. Sin embargo, hoy no se cumple. Y la Legislatura Porteña comenzó a tratar el proyecto de ley para imponer obligatoriamente la educación sexual en las escuelas. En este mismo sentido, el Ministro de Salud consideró necesario que debido al descenso de la edad de iniciación sexual, la educación sexual debería comenzar a darse a partir de 6° y 7° grado del EGB. Pero si bien todos coinciden en que la educación sexual en los colegios es necesaria, no hay coincidencia en qué contenidos deben incluirse.
En nuestro país, el 40% de los jóvenes tienen sexo sin usar ningún método anticonceptivo según una investigación del Banco Mundial.
“Los factores socioculturales también influyen en los comportamientos de las adolescentes. Las creencias familiares y los modelos en el hogar son internalizados desde temprana edad y esta perseverancia del pasado cultural se enfrenta en la adolescencia con los desafíos del presente. Educación, diálogo y comunicación en el hogar, vínculos positivos son ampliamente reconocidos como factores protectores en el desarrollo de la autoestima y el autocuidado en la adolescencia y se correlacionan con un inicio más tardío de las relaciones sexuales y con mayor cuidado en las mismas”, define Pasqualini.
El rol de los padres, la escuela y el gobierno
Es así que la educación sexual y responsabilidad frente al sexo aparecen como la forma más efectiva de combatir los altos índices de embarazos adolescentes. Para ello es necesaria la participación de los padres, con el ejemplo, comunicación con su hijo adolescente, comprensión y apoyo. La participación de médicos y profesionales de la salud creando un lugar donde los adolescentes se sientan respaldados y con libertad de preguntar e informarse, un centro donde la orientación sea el objetivo, es invaluable. El rol de la escuela también es importante ya que actualmente la educación sexual en la práctica se imparte en pocas escuelas del país y es fundamental que desde el gobierno se desarrollen políticas públicas y programas que brinden contención a los adolescentes.
Educación, programas de salud acordes, inserción laboral digna y coherencia del estado y de la sociedad son, entonces, imprescindibles. La información y educación en sexualidad contribuye a aumentar conocimientos, a eliminar tensiones, a fomentar actitudes maduras y responsables, a desarrollarse como miembro de la familia y ciudadano.
El intento de las intervenciones en educación sexual es promover la reflexión sobre los valores, sentimientos, actitudes, conocimientos y prácticas propios y brindar información. Hay que recordar, sin embargo, que integrar los viejos y nuevos conocimientos requiere tiempo, participación, reflexión y no debe perderse de vista que la intención de modificar actitudes es siempre personal.
Fuente: Sentirypensar.com.ar