Una puso el óvulo, la otra llevó el embarazo y hoy celebran por dos con su hija
Julia y Silvina tuvieron a Ernestina por el método ROPA, una técnica de fertilización que duplicó la demanda en dos años.
“El 11 de diciembre nos enteramos de que estábamos embarazadas. Nos abrazamos y lloramos porque estuvimos buscándolo desde hace cuatro años”. Es la alegría de una doble maternidad compartida por Julia Schroh (33) y Silvina Natucci (40) quienes, junto a la beba de dos meses y Martina (22), la primera hija de Silvina, integran una familia ensamblada. Mientras acomodan la cámara del teléfono para hablar con Clarín, subrayan que “este Día de la Madre va a ser un amanecer distinto, tomando mate con la gordita en la cama”.
El método ROPA fue descripto por primera vez en 2010, como una variante significativa dentro de las técnicas de fertilización asistida. Consiste en un procedimiento de alta complejidad que se realiza en una pareja de mujeres y permite que ambas “pongan el cuerpo” para esperar la llegada del hijo. Una se somete a la estimulación ovárica para extraer sus óvulos y fecundarlos, y la otra recibe en su útero el embrión, que suele formarse con semen de un donante anónimo, y gesta el embarazo.
Junto con la inseminación artificial y la fecundación in vitro (FIV) constituye una de las alternativas que tienen dos personas del sexo femenino para ser madres. “Si bien no va a tener su genética, quien lleve adelante el embarazo también le va a dar una impronta al futuro bebé por medio de la epigenética, es decir, la influencia del medio ambiente sobre los genes, activándolos o silenciándolos en su expresión”, explica Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico.
“Elegimos este método por sobre los otros porque queríamos que Ernestina fuera de las dos. Nos pareció la forma más cercana de tener un hijo juntas», revelan las flamantes mamás mientras Silvina amamanta a la pequeña y remarcan que la decisión de quién aportó el material genético y quién el “nido” para gestar el bebé se basó en la edad. “Preferimos que Julia acompañara con sus óvulos porque son más fuertes”, comenta Silvina.
Método ropa: una tendencia en aumento
El número de mujeres que deciden tener un hijo en el contexto de una pareja igualitaria, va en aumento. De acuerdo a un relevamiento de Clarín, el número de consultas para concebir mediante el método ROPA se duplicaron este año con respecto a los registros del 2019. A pesar de que durante el 2020 hayan estado reducidas por la cuarentena más estricta, se estima que alcanzaron un crecimiento cercano al 30%, según los centros consultados.
“Las mujeres se animan a preguntar cada vez más, y no de forma esporádica como antes, porque ven otras parejas que lo han realizado. Existe mayor información sobre los temas de fertilidad. Por suerte, la gran diversidad sobre las formas de constituir una familia está más aceptada y naturalizada en la sociedad”, entiende Laura Elberger, médica ginecóloga y especialista en Medicina Reproductiva, quien ya realizó 22 procedimientos con esta técnica en lo que va del año.
Ernestina Schroh Natucci nació el 10 de agosto de este año y acapara las miradas de todo Coronel Suárez. Fue gestada a partir de los óvulos de Julia implantados en el vientre de Silvina.
El Concejo Deliberante de esa localidad bonaerense declaró de interés legislativo municipal su inscripción en el Registro de las Personas, destacando la valentía y sensibilidad de las dos mamás, quienes participaron en forma activa en el embarazo mediante la Recepción de Ovocitos de la Pareja o Método ROPA (por sus siglas).
Desde Halitus, coinciden en que el aumento se debe a la mayor difusión del tratamiento. Pero también lo atribuyen a la cobertura por parte de las prepagas y obras sociales, conforme a la ley de reproducción médicamente asistida. “El costo del tratamiento es prácticamente igual al de una fertilización in vitro”, indican.
Pasqualini refiere que en 2019 se realizaron 4 métodos ROPA, mientras que en lo que va de 2021 -el año en que se animaron a concurrir en “estado de pareja” y no como “mujer sola”- ya se practicaron 13 tratamientos.
Por su parte, Romina Pesce, miembro del Servicio de Reproducción del Hospital Italiano añade: «En los últimos años, hubo una convergencia entre los avances técnicos (optimización de técnicas de reproducción asistida -TRA-) y la legislación nacional. La tasa de éxito del método ROPA es una de las más altas en tratamientos de reproducción asistida. Supera el 50% de probabilidad de embarazos, con una tasa acumulativa mayor al 75%».
El valor de estos tratamientos de alta complejidad en forma particular puede rondar entre los $ 240.000 y los $ 300.000. «Es difícil hablar de costos porque la medicación empleada y muchos de los insumos están dolarizados», aclara Pesce.
¿Cómo es el procedimiento?
Los especialistas consultados describen que el método ROPA comienza con una estimulación ovárica con medicación hormonal inyectable que se motoriza mediante controles ecográficos para evaluar el crecimiento de los folículos donde madurarán los óvulos. Cuando llegan al tamaño preovulatorio, en general alrededor del día 13 del ciclo, se programa la aspiración folicular para obtener los óvulos.
Una vez conseguidos los óvulos, se fecundan con el semen de un donante anónimo en el laboratorio. Los embriones resultantes se dejan en cultivo entre 3 y 6 días, y se controla su evolución hasta la transferencia.
La punción, que se realiza con una sedación para que no cause dolor, es un procedimiento corto y ambulatorio. “Ese día ya debemos tener en el centro de fertilidad la muestra de semen del donante, y se realiza la fertilización de los óvulos y el semen mediante técnicas de alta complejidad (FIV/ ICSI)”, especifica Elberger.
En paralelo, se prepara el útero de la mujer que va a recibir el embrión. Se hace un seguimiento para ver el endometrio. Si se obtuvieron óvulos, se hacen embriones con el semen donado, y luego se transfieren a la mujer que va a llevar el embarazo. “Es exactamente lo mismo que una fertilización in vitro convencional solo que la transferencia se realiza en la mujer que va a llevar adelante el embarazo«, explica Pasqualini.
«En caso que se hayan desarrollado más embriones, o bien que no se haya producido un endometrio óptimo, los mismos pueden criopreservarse para ser transferidos en forma diferida en el tiempo o para la búsqueda de una segunda gestación», manifiesta Pesce.
Antes de encarar el tratamiento, los profesionales recomiendan practicar estudios en ambas pacientes como en cualquier pareja que concurre para realizar un tratamiento de fertilidad.
Mamá por dos
“Estamos, esta vez se nos dio”. Julia y Silvina se fundieron en un abrazo de amor aquel 1° de diciembre de 2020 cuando confirmaron el embarazo. Después de tres intentos fallidos, el camino que habían empezado a recorrer juntas a fines de 2018 les daba la revancha.
Los tratamientos de fertilización que hicieron en Bahía Blanca no funcionaron. Pero en marzo de 2020 realizaron una primera consulta en Buenos Aires y, más tarde, se instalaron allí durante un mes para comenzar el procedimiento ROPA con Halitus, centro médico que conocieron por medio de Martina.
“A Julia le administraban dos o tres inyecciones por día para que pudiera estimular los óvulos y a mí me suministraban medicación para preparar el útero. Cuando una terminaba, empezaba la otra. Fueron cerca de 30 días intensos de análisis, resultados y consultas intensivas», cuenta Silvina.
El 26 de noviembre le extrajeron los óvulos a Julia con anestesia total y el 1 de diciembre se llevó a cabo la transferencia en el útero de Silvina. “Le pedí a la doctora que pusiera música de Ciro para sentirme más relajada. “Ahí va a ingresar. ¿Ves ese cosito blanco? Va a ser el bebé. Acá está el embrión. Ahora hay que esperar unos 10 días hasta que prenda”, le marcaba la médica mientras le mostraba la ecografía.
“Este fue nuestro cuarto tratamiento. No queríamos ilusionarnos porque el resultado de la beta siempre daba cero, el embrión no prendía. Antes de abrirla, espiamos a trasluz y nos emocionamos al descubrir los números. Guardamos el secreto hasta el tercer mes, salvo con la familia”, recuerda Silvina mientras ceba un mate.
Detrás suyo, saluda Martina. “Me tienen de niñera”, bromea detrás de la pantalla y acuna a la beba. Ni bien nació, se fue de Buenos Aires, donde estudiaba, para disfrutar de su hermana. Brota felicidad de las comisuras de su sonrisa.
Un Día de la Madre muy especial
Ernestina, el porotito de la familia, llenó de luz el hogar familiar. Llegó el 10 de agosto, a las 10.30 de la mañana, en medio de una cesárea programada. Fue a la semana número 38 y lo hizo con 4,3 kilos.
“Después de todo lo que pasamos, ya la tenemos con nosotras. Nació con hambre porque abría la boquita ni bien la acerqué al pecho. Julia también la tuvo en brazos para que la beba sintiera el calor de su piel”, señala Silvina.
El nacimiento de Ernestina fue una fiesta en todo Coronel Suárez. Las madres cuentan que gracias a la repercusión del caso, mucha gente pudo interiorizarse y asesorarse sobre el tratamiento.
Están felices por todo lo que ocasionó y anhelan ampliarlo a quienes no tienen conocimiento, llevando un mensaje concreto: La esperanza es lo último que se pierde. Todo llega a su debido tiempo. Sigan intentando porque se puede.
“Guardamos los recortes de diarios y la mención del municipio para que el día de mañana vea todo lo que generó. Le vamos a ir contando lo que pregunte”, puntualizan. “Ya es famosa”, sueltan con gracia. Es que, mientras caminan por la calle, los suarenses -incluyendo adultos mayores- las felicitan. Todos quieren conocer a la «pequeña Victoria».
Dicen que es parecida a Julia por la forma de la nariz y las pestañas arqueadas. “Creo que ella va a ser más permisiva”, reflexiona Silvina. “Y ella más recta, de poner límites”, asegura Julia.
Silvina disfruta de esta segunda maternidad de una manera distinta. “La primera fue a los 18 y vivía con mis padres. Con esta beba estoy 24 por 7”. Julia es primeriza y siempre tuvo latente el deseo de la maternidad. Hoy, lo experimenta al máximo.
La pareja está agradecida por el acompañamiento y la calidad humana que recibió por parte de la clínica donde realizó el tratamiento. Las dos, recuerdan con mucho amor la ayuda que les prestó la doctora Eugenia, a quien le enviaron por WhatsApp una foto de Ernestina para que pudiera conocerla. “Cuando terminamos el tratamiento, les donamos los medicamentos que nos sobraron para que se los entreguen a otras familias”, comentan.
“Queremos que sea una nena feliz, que esté acompañada y contenida, que sea amiguera y sana”, resumen y se despiden con una sonrisa para organizar el almuerzo familiar de cada domingo.
AS