¿La pandemia provocó un descenso en la natalidad?
La tasa de natalidad en EEUU se redujo 4% en 2020 y es la más baja de la historia. La crisis sanitaria global aceleró la tendencia entre las mujeres estadounidenses de retrasar el embarazo. ¿Qué pasa en la Argentina y cuáles son las causas, según los especialistas?
Cuando se evalúan y dimensionan los efectos a largo plazo que la pandemia por COVID-19 dejará en la humanidad, se piensa en lo netamente médico y psicológico referido a la salud de las personas.
Ahora, un nuevo informe del gobierno estadounidense dejó ver que la tasa de natalidad disminuyó por sexto año consecutivo en 2020 en ese país, hecho que los especialistas analizan como una evidencia temprana de cómo la pandemia de coronavirus aceleró una tendencia entre las mujeres de ese país de retrasar el embarazo.
Los nacimientos cayeron alrededor de un 8% en diciembre en comparación con el mismo mes del año anterior, según mostró un desglose mensual de los datos del gobierno, que reveló que diciembre tuvo la mayor caída y, durante todo el año, los nacimientos disminuyeron un 4%.
Así, el año pasado hubo 3.605.201 nacimientos en los Estados Unidos, el número más bajo desde 1979. Además, las cifras evidencian que la tasa de natalidad, medida como la cantidad de bebés por cada mil mujeres de 15 a 44 años, cayó alrededor del 19% desde su pico reciente en 2007.
La disminución de la tasa de natalidad es solo una parte del panorama demográfico cambiante de Estados Unidos. Combinado con una nivelación sustancial de la inmigración y el aumento de muertes, la población del país durante la última década se expandió al segundo ritmo más lento desde que el gobierno comenzó a contar en el siglo XVIII. La pandemia, que elevó la tasa de mortalidad y aumentó aún más la tasa de natalidad, parece haber profundizado esa tendencia, publicó The New York Times.
Kenneth Johnson es demógrafo de la Universidad de New Hampshire y calculó que, junto con el aumento de las muertes, un 18% más que en 2019, la caída de los nacimientos está contribuyendo al envejecimiento de la población estadounidense: en un total de 25 estados había más muertes que nacimientos el año pasado, en comparación con cinco a fines de 2019.
“La tasa de natalidad es la más baja que jamás haya existido”, dijo el experto, para quien “en algún momento la pregunta va a ser: las mujeres que retrasaron tener bebés, ¿alguna vez los van a tener? Si no lo hacen, es una muesca permanente en la estructura de nacimientos en Estados Unidos”.
Los nacimientos tienden a descender después de las crisis económicas, ya que las mujeres posponen tener bebés debido a la incertidumbre con respecto al trabajo y los ingresos. La tasa de natalidad se redujo drásticamente a principios de la década de 1930, después de que una caída del mercado de valores precipitara la Gran Depresión. Pero repuntó unos años más tarde, una vez que la economía comenzó a recuperarse. Sin embargo, la reciente caída, que comenzó después de la Gran Recesión en 2008, continuó, a pesar de las mejoras en la economía. Este patrón inusual llevó a los demógrafos a preguntarse si está sucediendo algo más.
“Es un gran cambio social en los Estados Unidos”, opinó Alison Gemmill, demógrafa de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins que estudia la fertilidad. “Un cambio gradual de la formación de la familia a edades posteriores”.
En la Argentina, según indicaron a Infobae fuentes del Ministerio de Salud de la Nación, cartera a cargo de la publicación anual de esos indicadores, “la tasa de natalidad de 2020 todavía no está actualizada, debido a que siempre se cierra al año siguiente”. Sin embargo, algunas cifras dejan ver que la tendencia sería similar a la evidenciada en los EEUU.
El médico obstetra y director de la Maternidad Ramón Sardá Eduardo Valenti (MN 48.574) informó que “en la ciudad de Buenos Aires, hubo en 2020 una disminución de la natalidad del 18% en relación a 2019”. “Un relevamiento de las 12 maternidades públicas de CABA arrojó que nacieron el año pasado 16.997 niños, y en general un número similar ocurre en el ámbito privado”, aseguró a este medio el profesor titular de Obstetricia de la Facultad de Medicina de la UBA.
En el ámbito porteño, según Valenti, la tasa de natalidad “fue disminuyendo desde 2016 como en todas las grandes ciudades”. Puntualmente en los últimos dos años había bajado un 15% en 2019 y lo hizo tres puntos porcentuales más durante el primer año de pandemia.
La causa, para él, es que “los programas de planificación familiar dieron sus frutos y empoderaron a las mujeres para tener más conciencia de sus embarazos”. Y en lo que respecta a 2020 reconoció que esperaban en los meses de diciembre, enero y febrero “una lluvia de partos producto de los primeros meses de cuarentena y eso no ocurrió”. En su interpretación, el fenómeno tiene que ver con que “la gente al estar más en sus casas tuvo más relaciones sexuales, lo que se evidencia en que nunca se suspendió la provisión de anticonceptivos y preservativos en los hospitales ni los médicos dejaron de recetarlos, ya sea de manera presencial o virtual, pero evidentemente se cuidaron con más planificacion”.
Valenti contó que en la Maternidad Sardá ocurrió un hecho inédito y es que fue el único hospital materno infantil de la ciudad donde aumentaron los partos en 2020. “Tuvimos un 3% más de nacimientos respecto a 2019 y creemos que es porque el sistema de salud se vio colapsado por casos de COVID-19 y con todo asidero las mujeres que no querían ir a los hospitales y se dirigieron a la Sardá, donde teníamos muy pocas internaciones por esa patología”, analizó, al tiempo que consideró que allí las futuras madres “se sienten más protegidas”.
Por su parte, el centro de medicina reproductiva IVI Buenos Aires, durante 2020 vio reducida en un 49% la demanda de los tratamientos de reproducción asistida. Un estudio que llevó adelante el centro de salud con sus pacientes reveló que un 32% de las mujeres consultadas se vio afectada por la pandemia de COVID-19 y notó un aumento en los niveles de ansiedad.
A la vez, la demanda de los tratamientos de vitrificación (congelamiento de óvulos) aumentó en un 34%, “por lo que se deduce que hubo una tendencia a postergar la búsqueda de la maternidad/paternidad”.
Si bien en marzo de 2020 bajaron las consultas en un 21% en comparación con el primer trimestre del año anterior, a partir del tercer trimestre volvieron a aumentar, y continuaron en esta dirección a medida que las restricciones del aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) se flexibilizaban.
Durante el primer trimestre del 2021, en cambio, en lo que respecta a tratamientos de fertilización in vitro, ovodonación y preservación de la fertilidad observaron un aumento del 69% en comparación con el mismo periodo en 2020.
Para el médico especialista en fertilidad Sergio Pasqualini (MN 39.914), “los tratamientos bajaron por la inactividad de la cuarentena y debido a que al reanudarse los protocolos hicieron que fueran más lentos”. “Lo que se demoró también son los tratamientos de ovodonación por el tema de las donantes, quienes por ahí postergan el procedimiento porque prefieren no exponerse o conviven con gente de riesgo -evaluó-. Es decir, la demanda por los tratamientos existe; otra cosa son los nacimientos, que sí bajaron y eso se refleja en los sanatorios”.
La mirada psicológica
A la hora de entender las causas emocionales que pueden haber llevado a las personas a retrasar la llegada de un hijo la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24.411) evaluó que “en lo más macro hay dos cuestiones que influyen sobre aspectos muy sensibles como es la tasa de nacimientos, que son la incertidumbre y la depresión”. “Incertidumbre porque la pandemia crea un marco de inseguridad en todos los niveles; el escenario de 2020 no es el que tenemos hoy y conforme fuimos ingresando en el ojo de la tormenta esta sensación es cada vez mayor -analizó la especialista en familia, de Halitus Instituto Médico-. Por otro lado, un rasgo que marcó la psicología de las personas en este tiempo son los trastornos del estado de ánimo”.
Y tras asegurar que “hay en la población en general un desánimo muy grande”, Martínez destacó que “a la gente le cuesta poner objetivos a mediano y largo plazo: no se siente con libertad para proyectar unas vacaciones, un cambio de vivienda y eso limita el horizonte. Y esa falta de perspectiva da lugar a una atmósfera cada vez más depresiva y agobiante”.
Para Martínez, “todo lo que tenga que ver con los trastornos del estado de ánimo repercute en la actividad sexual, en las ganas del encuentro con el otro, y por supuesto que una pareja que no fluye en el día a día tampoco podrá proyectar y eso incluye la búsqueda de un hijo”.
Con ella coincidió la licenciada en Psicología María Villamil (MN 33.924), para quien “la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto altísimo a nivel emocional en la mayoría de la población”.
“Cuando hablamos de impacto emocional, nos referimos a la incertidumbre que generó el pensar traer un hijo al mundo en este contexto, los miedos relacionados a enfermarse durante el embarazo, parir en un hospital donde hay personas contagiadas, tener un bebé pensando en la posibilidad de enfermarse, etc”, consideró la jefa de la Unidad de Apoyo Psicológico de IVI Buenos Aires, para quien “el encierro en las casas trajo también menor intimidad en todos los aspectos”.
Para finalizar, ambas especialistas hicieron hincapié en el hecho de que en la Argentina la postergación de la maternidad es una constante que se observa hace años, como consecuencia de las constantes crisis, así como de cuestiones relacionadas al desarrollo personal, dificultades económicas, miedos, entre otras razones personales. “En situación de crisis una de las primeras cosas que se posterga es la maternidad”, coincidieron.