Una dieta balanceada con propiedades terapéuticas para mujeres con problemas de fertilidad
Las consultas por infertilidad se han incrementado en los últimos años en todo el mundo, no sólo por la demora en la búsqueda de un hijo, sino también por los distintos factores ambientales que pueden influir en la salud reproductiva. Quince de cada 100 parejas en edad fértil se enfrentan a este problema.
El sistema inmune es el encargado de mantener un equilibrio entre nuestro organismo y el ambiente que nos rodea, y para ello debe coordinar junto con el sistema endócrino y neurológico, las funciones de cada órgano. La neiuropsicoinmunoendócrinología es la disciplina que se encarga de investigar estas funciones de coordinación entre lo propio y lo no propio. Por todo esto no es difícil imaginar la importancia que la respuesta inmune materna pueda tener al momento de favorecer el éxito del embarazo. “Cuando todas las causas más conocidas que pueden influir en la reproducción ya han sido descartadas (causas ováricas o espermáticas, hormonales, metabólicas, anatómicas y genéticas), el 80% de las pérdidas fetales y aproximadamente el 50% de las pacientes infértiles manifiestan un desbalance del sistema inmune”, explicó la Dra. Gabriela Gutiérrez, investigadora del Centro de Investigación de Fundación Repro
Para que el embarazo se produzca es necesario que el embrión se implante en el endometrio del útero materno. Allí existen glóbulos blancos capaces de reconocer la herencia de moléculas paternas expresadas por el embrión, y por lo tanto extrañas para el cuerpo materno. “En condiciones normales ambos coexisten en contacto íntimo y en un ambiente de tolerancia que favorece la implantación, la formación de la placenta, el desarrollo embrionario y, por lo tanto, el éxito del embarazo. Sin embargo, existe una gran cantidad de factores externos e internos que pueden provocar un desequilibrio inmunológico y llevar a la infertilidad o el aborto recurrente”, afirmó Gutiérrez.
La implantación del embrión es un momento clave tanto para el inicio como para el futuro del embarazo. Las células immunoreguladoras y las sustancias que ellas producen en el endometrio, van a regular la formación de los cimientos. Sino lo hacen en tiempo y forma, la patología puede verse más adelante en un aborto recurrente.
Tiene que haber un equilibrio. No sólo hay que evitar que células del sistema inmune reconozcan como extrañas a células del embrión que se está implantando, sino también hay que evitar que haya un daño en el endotelio, la pared interna de los nuevos vasos que se están formando para lograr una circulación materno-fetal. Es fundamental proteger a estos nuevos vasos sanguíneos que conformarán la placenta. ¿Cómo? Hay unas células especializadas que cambian totalmente de función todos los meses esperando un posible embarazo, y eso continúa por acción hormonal si el embarazo se produce. Fuera del endometrio, ellas atacarían a las células extrañas al cuerpo materno, pero durante el embarazo son las encargadas de proteger y contribuir al desarrollo de los vasos sanguíneos. Se las conoce con el nombre de “asesinas naturales” (NK) debido a su rol en la defensa inmunológica, pero cuando están presentes en el endometrio al momento de la implantación, se transforman en “angiogénicas” o “reguladoras”.
Tratamientos:
Las mujeres que tienen incrementada la población citotóxica de Nk por encima de las reguladoras, tienen una mayor chance de manifestar tanto fallas en la implantación del embrión como abortos a repetición. “Hay varias posibilidades de tratamiento, pero hay que detectar el tipo de problema. Es importante primero diagnosticar si hay o no un problema inmune y si es del tipo autoinmune o aloinmune. En función de esto, podemos decidir cómo actuar”, dice Gutiérrez.
En función de estos estudios diagnósticos existe un número limitado de posibles tratamientos inmunomoduladores. Entre ellas la mas utilizada es la terapia con inmunoglobulina endovenosa. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que una dieta balanceada rica en ácidos grasos esenciales del tipo oleico, linoleico y palmítico, tendrían la misma capacidad que la inmunoglobulina para normalizar la actividad de las células NK antes de la búsqueda de un nuevo embarazo. La dieta debe ser evaluada para cada paciente según sus hábitos alimenticios, su actividad física y su masa corporal. En función de esto, una nutricionista puede determinar la necesidad o no de ajustar la dieta o bien suplementarla con estos ácidos grasos. Recientemente se ha presentado en el Congreso de la Sociedad Internacional de Inmunolgía de la reproducción celebrado en Australia, que una dieta suplementada de 15 días de duración, fue capaz de normalizar la actividad de las células NK en una paciente infértil.
Mientras más estudios deben realizarse a fin de investigar más casos, es importante tener en cuenta que una dieta balanceada contribuye a mantener el equilibrio en la funcionalidad de todo el organismo.