ovodonación

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SER PADRES ES MUCHO MÁS QUE COMPARTIR LOS GENES

Una vez terminada su carrera de Letras, Mane supo que quería ser madre pero no confiaba en poder encontrar a un hombre con quien compartir su vida. Al poco tiempo apareció.Él tenía 17 años y ella acababa de cumplir 24.Se encontraron en el mismo país donde 5 años después verían desvanecer por primera vez el sueño de ser padres, en Uruguay. Al poco tiempo apareció. Él tenía 17 años y ella acababa de cumplir 24.Se encontraron en el mismo país donde 5 años después verían desvanecer por primera vez el sueño de ser padres, en Uruguay. Habían tardado ocho meses en alcanzar el «positivo» y como perder un primer embarazo era «algo común», continuaron sus vidas apostando a que la próxima vez alcanzarían su sueño. Ocho meses después, otro embrión se había formado y, en la misma semana que el embarazo anterior, los latidos se habían detenido. El shock fue enorme: «No podíamos creerlo, no entendíamos nada -cuenta Mane, hoy con 37 años-. Por suerte, mi obstetra, Alejandro Fernández, nos mandó a hacer todos los estudios y nos dio esperanzas, prometiéndonos que lo íbamos a lograr». Todos los estudios dieron mal. Si bien Mane tenía niveles hormonales normales y una buena cantidad de óvulos, estos no eran aptos para producir un embarazo viable, según los genetistas. ¿La razón? «Translocación balanceada entre el par 6 y 7 de cromosomas». Además: trombofilia. Cuando leyó el diagnóstico Mane pensó que se iba a morir, que no se podía vivir con «un problema genético», como le dijo que tenía la especialista. Un largo camino hasta convertirse en padres Conseguir un embarazo con sus óvulos no era fácil. A toda la angustia por el diagnóstico se sumaban los honorarios difíciles de pagar, las pocas garantías de éxito, la ausencia de una Ley de Reproducción Asistida Nacional -que se reglamentó en 2013- y la incertidumbre. Un día, mientras conversaban en la cocina y calentaban la cena, Nicolás soltó: «¿Y si probamos con ovodonación? El mundo de Mane se volvió a detener: «Me sentí pésimo, sentí que me decía que yo no servía y que podíamos usar óvulos de otra mujer, que sí servía». En el medio de todo eso, estaban a punto de anotarse en la lista de espera para adoptar. Para afrontar todo este momento Mane y Nicolás buscaron hacer tribu. Se sumaron a Concebir, un grupo de apoyo para personas con infertilidad, y compartiendo su historia con otras parejas las heridas fueron cicatrizando. «El proceso habrá durando un año. Medité, hice trapecio, que siempre fue mi cable a tierra, y confié en que lo íbamos a lograr. Pero lo más importante fue llegar a una conclusión que me costó mucho alcanzar pero ahora me parece súper lógica: cuando querés ser madre, tenés que dejar de lado la vanidad de que se parezca a vos, que no sos nadie». Cuando entendió eso, vio en la ovodonación una bendición. En agosto de 2013 decidieron dar el gran paso: fueron a ver a la doctora con la cual harían el tratamiento. Ella le pidió a Mane una foto suya, para buscar una donante con rasgos similares. Cuando escuchó el pedido se puso firme: no le iba a dejar una foto porque ya no le importaba que se pareciera a ella, eso no era prioridad. Al mes de realizar el tratamiento llegó la mejor de las noticias: «Beta positiva». Nueve meses de embarazo, de miedos, de dudas y expectativas El embarazo fue de mucho disfrute y meditación. A Mane no le importaban las inyecciones diarias de heparina -«una papa al lado de todo lo que habíamos pasado»- estaba feliz de preparar el nido. «Hoy, a la distancia, creo que lo único que me faltó fue más información y conexión con el parto. Cuando la pasaste tan mal por ser infértil te entregás tanto a los médicos que no ves ciertas cosas, como la violencia obstétrica que viví como algo natural. Porque lo único que querés es que finalmente tu hijo nazca», reflexiona Mane. «Fue mágico». Con esas palabras resume la pareja el momento en que por fin conocieron a «L». Tenía los ojos negros bien abiertos y los miraba a ambos para decirles «ya llegué, acá estoy». Después de cinco años de lucha lo habían logrado. Mane hizo de su lucha por ser madre una bandera y a los dos años fundó una editorial, Cien Lunas, para acercarle a la gente libros sobre infertilidad, donación y origen genético. Luego se sumaron libros sobre embarazo consciente, parto respetado, puerperio femenino y masculino. Por su parte Nicolás se convirtió en donante porque los dos necesitaban devolverle este favor al Universo ayudando a otras personas.. En unos meses arrancan otro tratamiento por ovodonación, esta vez con la certeza de que pueden lograrlo. La voz del especialista La Dra. Florencia Inciarte, coordinadora médica y encargada del programa de ovodonación del Halitus Instituto Médico cuenta de qué se trata esta técnica de fertilidad y resalta que «ser madre es mucho más que compartir un gen». Escuchá el audio completo: Si viviste alguna una experiencia que mejoró tu bienestar y calidad de vida y querés compartirla en esta columna, escribí a Bienestarlanacion@gmail.com con todos los datos que te pedimos acá.

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Crecen los embarazos con óvulos donados: “Buscamos un hijo por 30 años y ahora vamos por el segundo bebé”

Los tratamientos de ovodonación se retomaron e incluso aumentaron en algunas clínicas después de la etapa más dura de la pandemia. Las historia de Liliana – 51 años- que busca ampliar su familia con Pedro, y la de una mujer que tuvo a su hija con donación también de esperma: “No se parece nada a mí y es lo que menos me interesa”. Liliana tiene todo listo. Ya está en Buenos Aires, a donde viajó junto a Guillermo, su marido, desde Bahía Blanca para iniciar un tratamiento que no es nuevo para ellos. Hace dos años, con una mezcla de ilusión, ansiedad y miedo, depositaban las tres décadas de búsqueda, esperanza y también frustración en la implantación de un embrión que les cambiaría por completo la vida. La ovodonación, o donación de óvulos permitió que trajeran al mundo a Pedro, que cumplió un año en mayo. Ahora, la mujer de 51 años se prepara para iniciar el proceso nuevamente y tener otro bebé. “Sentimos la misma ansiedad que la primera vez”, dice. Si bien en los meses más intensos de la pandemia en el país las consultas bajaron, de acuerdo con el relevamiento de TN.com.ar, este año los tratamientos se retomaron y en algunos centros incluso aumentaron. De acuerdo con los registros del centro de reproducción asistida IVI, los tratamientos de ovodonación aumentaron un 524% en 2021 con respecto al 2020. En la misma línea, el número de personas interesadas en ser donantes, que asistieron a una primera consulta, se incrementó un 275%. “A muchas les interesa ayudar a otras mujeres o sucede que han atravesado casos cercanos de conocidas con dificultades para concebir”, explica sobre este punto Florencia D’Atri, coordinadora de la Unidad de Ovodonación de la clínica. “Otras dicen que no van a tener hijos y quieren que sus óvulos puedan ayudar a una mujer que no puede concretar su sueño”, agrega en diálogo con este medio. La historia de Liliana y Guillermo: 30 años buscando ser padres Liliana Teler y Guillermo Dunetz se casaron cuando tenían 20 años, hace unos 30 atrás. Tener hijos siempre fue parte no solo de un proyecto familiar sino de un sueño común. “Con 21 empezamos a buscar, decíamos: ‘si viene viene’, pero no llegaba. Ahí arrancaron las consultas con los médicos″, recuerda Liliana. “Estuvimos mucho tiempo con estudios. Los dos teníamos algunos problemas”, agrega. Fue entonces cuando comenzaron con los tratamientos “más sencillos”, según indica, debido a los costos. “No funcionaron, nos dijeron que era muy difícil con nuestras patologías, que necesitábamos fecundación in vitro”, explica. La pareja pudo avanzar con el tratamiento más complejo, entre Buenos Aires y Bahía Blanca, a partir de 1999, en varias ocasiones. Sin embargo no prosperaron y hacia 2008 los especialistas les dijeron que por una cuestión de edad de Liliana, convenía la ovodonación. “Yo tenía muchos temores, no me gustaba la idea, pensaba que podía ser como una incubadora, que podría llegar a rechazar al bebé. Lo trabajé con una psicóloga y recién a los 48 años dijimos ‘es ahora o nunca’”, relata. En qué consiste la ovodonación La ovodonación es una técnica de reproducción asistida de alta complejidad en la que se fertilizan óvulos de una persona donante con los espermatozoides que, según el caso, se seleccionan de un banco de semen, o bien corresponden a la pareja de la persona gestante. Es decir, no se utilizan los óvulos o gametos de quien llevará adelante el embarazo, ni transmitirá la carga genética. Sin embargo, los especialistas recomiendan un límite de edad para realizar el tratamiento. “Va a depender de la mujer receptora, de su estado de salud, de la edad de su pareja, e incluso de cómo está rodeada esa familia. Pero, en general, hasta los 50 años lo solemos hacer”, aclaró la doctora Eva Rodríguez Pazo, coordinadora del programa de Ovodonación de Halitus Instituto Médico. Por eso, Liliana no quiso que transcurriera más tiempo para la implantación del embrión. “Fue un martes, para esta época. A los 7 días me hicieron un análisis de sangre, para saber si la hormona indicaba embarazo, y dio altísima, jamás nos había pasado. Fue una emoción increíble, de no poder creerlo”, cuenta la mujer. “Incluso ahora no podemos creer que compartimos la vida con él”, agrega. Con la voz colmada de emociones, recuerda que el embarazo lo transitó sin ninguna complicación y Pedro llegó al mundo el 20 de mayo del año pasado, en plena pandemia. “Nosotros somos muy creyentes y pensamos que fue un milagro todo. Buscamos un hijo por 30 años, ahora ya tiene uno y cuatro meses”, dice. “La doctora se impresionaba, porque yo ya era menopáusica cuando empecé el tratamiento. Fue muy movilizante todo”, señala. El bebé nació a través de una cesárea, con unos 3 kilos y en excelente estado de salud. En su caso, Guillermo aportó las células reproductoras. “Queremos compartir nuestra historia porque, al igual que me paso a mí, hay gente con mucho miedo sobre esto. Pero te cambia la vida. Cuando tenés a tu hijo en tus brazos no pensás en nada de lo que se te había cruzado antes”, asegura. Ahora, después de pensarlo mucho, decidieron iniciar nuevamente el tratamiento para tener otro bebé. “Nosotros somos papás grandes, de familia chica. Nos gustaría que pudiera estar acompañado el día de mañana”, se ilusiona. “Sentimos la misma ansiedad que la primera vez”, expresa. Quiénes pueden donar óvulos y cómo es el tratamiento El proceso para este tipo de tratamientos de reproducción asistida se compone de dos pilares: la donante y la receptora. Inicia con un tratamiento similar al que se realiza para la vitrificación de óvulos. Las mujeres donantes, de acuerdo con la explicación de ambas profesionales consultadas por este medio, se realizan una serie de análisis que incluyen una ecografía transvaginal específica para verificar la reserva ovárica y un estudio genético para descartar la fibrosis quística. Los estudios se acompañan con una entrevista psicológica. Las clínicas establecen como límite de edad para donar 32 años.

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Cómo se elige la donante y otras cinco dudas frecuentes sobre la ovodonación

Los avances en medicina reproductiva hoy permiten el acceso a técnicas que revolucionaron la especialidad. La globalización hace posible contactar a personas y pacientes de todo el mundo que pueden ayudar a otros a cumplir el sueño de ser padres. La globalización fue un gran aliado de la medicina reproductiva. En primer lugar, porque permitió acceder y participar en las investigaciones y técnicas que revolucionaron la especialidad. En segundo, porque permite contactar a personas y pacientes del mundo entero que pueden ayudar a otros a cumplir el sueño de ser padres. «El ejemplo más común suele ser el útero subrogado, técnica en la que muchos pacientes deciden fuera del país la portadora. Sin embargo, se manifiesta cada vez más en otra práctica muy utilizada: la donación de gametos o también conocida como ovodonación». Sergio Pasqualini, destacó que en la Argentina «donar óvulos es un acto voluntario y anónimo. Pero, sobre todo es un acto de amor. Es dar la oportunidad para que personas con el fuerte deseo de ser padres, puedan lograrlo». El especialista en fertilidad respondió las preguntas más frecuentes en torno a la práctica. ¿Qué es la ovodonación? Es una técnica de fertilización asistida de alta complejidad (FIV/ICSI) que utiliza óvulos de una mujer donante para ser fertilizados por los espermatozoides de la pareja o de banco de semen, según sea el caso. En este proceso, los óvulos donados son fertilizados con los espermatozoides de la pareja o de banco de semen, para lograr el embrión que será transferido al útero de la mujer que va a llevar adelante el embarazo. ¿Cuándo se recurre a ella? Se indica cuando la mujer no puede producir óvulos propios que le permitan lograr el embarazo: falla ovárica precoz, edad materna avanzada, incapacidad de producir óvulos aptos para procedimientos FIV/ICSI, y algunos trastornos genéticos; así como también en casos de hombres solos y de parejas homosexuales que deseen tener un hijo, por medio de la subrogación de vientre. ¿Cómo se buscan las donantes? En general, los centros de fertilidad tienen un programa de donación de óvulos que buscan donantes por distintas vías. También existe la opción de realizar estos tratamientos con óvulos vitrificados traídos del exterior, en el marco de convenios con diferentes bancos de gametas. ¿Cómo se selecciona y estudia a la donante? La mujer que dona para nuestro programa tiene no más de 32 años, en general menos de 30. Se le realiza una primera entrevista informativa donde se evalúa si reúne las condiciones generales para ser donante. Se confecciona la historia clínica, para la que se analizan sus antecedentes tanto personales como familiares. Pasada esta primera entrevista, se le realiza un control clínico y ginecológico, se hace una consulta con nuestra psicóloga así como con nuestra genetista, quien realiza el árbol genealógico para descartar sospecha de patología de origen genético. Además, se efectúan estudios de sangre de rutina, hormonal, infectológico y estudios genéticos de los cromosomas para descartar ser portador de alguna de las mutaciones de la fibrosis quística. La potencial donante tiene que pasar por todos estos pasos para luego ingresar al programa de donación de óvulos. Últimamente, se suma la posibilidad de estudiar en la donante, de forma optativa, la presencia de mutaciones recesivas (genes alterados), ya que si la pareja llegase a tener el mismo gen mutado podría dar origen a un hijo con la enfermedad y no ser simplemente un portador. ¿Cómo se elige a la donante? La donante se selecciona por sus características físicas; en general, buscando las similares a las de la receptora. Se toma en cuenta el grupo étnico, contextura física, peso y altura, color de piel, de cabello y el de los ojos. En la Argentina, así como en otros países, la donación de óvulos es anónima, ofreciendo en algunos centros del exterior un sistema de reconocimiento facial para buscar entre las donantes a la que más se parece a la receptora. En países donde no rige el anonimato la selección la hace la propia paciente receptora ingresando al catálogo donde van a encontrar fotos y demás características para poder seleccionar su donante. ¿Óvulos frescos u óvulos vitrificados? Generalmente, los tratamientos se realizan con óvulos en fresco, sincronizando los ciclos de la donante con los de las receptoras. A las donantes se les estimulan los ovarios para obtener los óvulos, y a las receptoras se les indica estrógenos y progesterona para preparar al endometrio para recepcionar al embrión. Es por eso que no importa si la receptora tiene menstruaciones o no, si funcionan sus ovarios o no, si tiene ovarios o no. Lo importante es que tenga un útero normal y la capacidad de llevar adelante el embarazo. El tratamiento con óvulos criopreservados evita tener todo preparado para realizar un tratamiento con óvulos en fresco, que la donante por algún motivo en ese ciclo no responda satisfactoriamente a la estimulación ovárica realizada, o que produzca óvulos de mala calidad y se tenga que cancelar el ciclo. Además, se evita el tiempo de demora para realizar el tratamiento, que varía dependiendo de la cantidad de pacientes en espera para realizarlo (cuando se efectúa con óvulos en fresco). «La salud debe entenderse como un todo. Por eso, es fundamental trabajar de manera integral con foco en el cuerpo y también en la mente. Existen múltiples caminos para la concepción», finalizó.

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Paternidad y donación de gametas: ¿Cómo viven los hombres esa búsqueda?

Mucho se ha hablado de la búsqueda del embarazo, de los duelos, de las pérdidas y también de los logros desde la perspectiva de la mujer. Históricamente la búsqueda de un embarazo, su éxito o fracaso fue un tema femenino.La mirada y el vivenciar del hombre por mucho tiempo ha sido desterrado del discurso científico e incluso del social. Sin embargo, hoy presenciamos profundos cambios socio-culturales, la constitución de las familias ha variado de manera significativa, y el hombre se ha ubicado en un lugar diferente respecto de la búsqueda de un hijo y de la paternidad en general. Se podría decir que un hijo ya no es cosa “solo de mujeres”. Los hombres están muy presentes en la búsqueda, en los tratamientos, en la llegada y crianza de un hijo. La gran oportunidad En la actualidad vemos cada vez más hombres solos consultando motivados por el deseo de tener un hijo. Llegan a la consulta después de un largo camino de elaboraciones internas, en las cuales se deben debatir con sus propios ideales y deseos. La mayoría de los hombres que manifiestan su deseo de tener un hijo en el contexto de una donación de gametas o de una gestación subrogada, incluso en un programa de co parentalidad, provienen de hogares tradicionales donde el hijo es criado por un padre y una madre que permanecen sujetos a roles impuestos por su género. Por este motivo, la primera batalla que enfrenta un hombre solo que quiere ser padre, es romper con el modelo tradicional del cual proviene y que desde siempre ha sido su marco de referencia y su ideal. Los ideales materno-paterno, funcionan muchas veces como mandatos y el no cumplimiento, casi siempre repercute culposamente. Asistimos al nacimiento del hombre del nuevo milenio, que comenzó a atreverse a tomar lugares que antes eran ocupados por mujeres. Observamos parejas de hombres u hombres solos que piensan en formar una familia. Para estos hombres es justo la donación gametaria o la gestación sustituida la única posibilidad donde antes no había nada. Para ellos es una ganancia y estos tratamientos son vividos con alegría y entusiasmo la mayoría de las veces. Ser padre en el contexto de una pareja igualitaria o en soledad es una aventura que varios están dispuestos a afrontar. Muchos hombres solos no le tienen miedo a los pañales, a las noches en vela y sobre todo a ser juzgados por animarse a buscar un hijo sin pareja o con una pareja igualitaria. La familia actual, es dinámica, real y creativa. Ver a dos padres hamacando a su hijo o recibiéndolo a la salida del jardín de infantes, así como también  ver a una madre o a un padre solos no son escenas “extrañas”, forman parte de nuestra cotidianidad y del entramado  de nuestra sociedad. La ¿renuncia? para ser padre Cuando la donación de gametas o la gestación por sustitución es indicación médica en una pareja heterosexual, las cosas son distintas. En este caso hay una renuncia en juego y un duelo por la genética perdida. Los hombres que por motivos médicos deben renunciar a su genética, se enfrentan a cuestionamientos propios y a veces cuesta entender y aceptar la paternidad en este contexto. Renunciar a la transmisión genética no es cosa fácil para un hombre, sobre todo cuando históricamente el rol paterno ha sido el de “la transmisión” de valores, identificaciones y de la genética por supuesto. Frases  repetidas como “de tal palo tal astilla” o  “la semilla no cae lejos del árbol” funcionan muchas veces como mandatos y  nos condicionan a pensar que es la genética la que define la filiación y las identificaciones. Si bien es cierto que un padre debe dejar “marcas“ en su hijo, y  que ese hijo luego tendrá que apropiarse de algunas y abandonar otras, esta dinámica propia de la relación padre-hijo nada  tiene que ver con haber aportado o no, un espermatozoide. Muchos hombres pueden atravesar este doloroso camino de la renuncia, aceptando lo que no pueden para acceder a lo que pueden, y otros prefieren abstenerse de este enfrentamiento con la frustración renunciando al hijo. Lo cual por supuesto es totalmente respetable y siempre es un camino posible. ¿Y qué pasa entonces con los hombres que deciden atravesar la renuncia a la genética para traer un hijo al mundo? Vemos que muchas veces, en el contexto de una pareja heterosexual, es el amor y el deseo de “darle a la mujer un hijo” lo que termina por inclinar la balanza de una de las  decisiones más difíciles que un hombre puede tomar. Es el amor y esa promesa lo que muchas veces motiva el dar batalla a  los propios fantasmas para construir una familia en el aquí y ahora de la relación amorosa. Para algunos hombres tener un hijo implica vencer fantasmas y temores, arrastrados por muchos años,  relacionados con la pérdida de la libertad, la juventud, la independencia y también de su propio lugar de hijo. Algunos hombres logran conectarse con sus hijos de una manera relajada con espacio para el disfrute y el placer cuando han superado las propias exigencias, se han desafiado a sí mismo ganando y perdiendo en la vida. Esto los coloca en una posición superadora. La paternidad puede ser vivida como una experiencia creadora cuando la propia autoestima no se juega en esto. Es decir que la experiencia de la paternidad es una experiencia creativa, y creadora de crecimiento y evolución, de cambio y proyección. El hombre para ser padre, desde esta perspectiva, debe poner mucho más que unas pocas células germinales, debe poner su madurez, su seguridad en sí mismo, su flexibilidad y su fortaleza para ayudar a crecer y desarrollarse a otro que lo sucederá en la rueda de la vida. La paternidad  plantea  desafíos complejos. El hombre solo o acompañado de otro hombre o de una mujer se enfrenta a una experiencia, que en la actualidad, implica revertir viejos y gastados conceptos para hallar las nuevas herramientas que permitan hacer

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Pandemia y donación de óvulos: ¿cuáles son mis opciones para acelerar tiempos?

Entre todas las modificaciones que trajo la pandemia que impactan directo en la vida de las personas, la reproducción asistida no fue la excepción. Para la ovodonación en particular la disponibilidad de donantes se complicó. Previo a la pandemia, el tiempo de demora desde el ingreso al programar hasta el tratamiento, era de 3 meses. Pero ahora es incierto: en primer lugar, porque el año pasado se suspendieron hasta octubre los tratamientos, y eso produjo la acumulación de pacientes en lista de espera.  En segundo lugar, cuando se reiniciaron se los hizo a un ritmo menor por la necesidad de mantener estrictos protocolos. Por último, algunas mujeres prefirieron esperar para donar, y en algunos casos la sugerencia fue nuestra, si la persona vivía en un contexto de mayor exposición. En este contexto, los tiempos se alargan y se acortan, con esperas que pueden llegar a más de 6 meses. Por eso, se presenta la opción de recurrir a bancos de óvulos ¿conviene? La donación de óvulos involucra el manejo y el tratamiento de dos pacientes: la donante y la receptora. Su éxito va a depender de una serie de factores como: la edad de la donante, la calidad de los óvulos, la respuesta a la estimulación ovárica de la donante y la receptividad del endometrio de la receptora. Los tratamientos con donación de óvulos difieren de los realizados con óvulos propios en que las donantes son mujeres jóvenes sin problemas de fertilidad y que los potenciales efectos contraproducentes que la estimulación ovárica puede producir sobre el endometrio no se presentan, dado que la transferencia se lleva a cabo en el útero de la receptora, preparado de una manera diferente. En la actualidad, los tratamientos con óvulos donados son un porcentaje importante de los tratamientos realizados, dado que las mujeres buscan embarazo a una edad más tardía, y se da tanto en aquellas que buscan su primer hijo, como en otras que, para tener otros hijos, se encuentran en la necesidad de recurrir a la donación. Los bancos de óvulos Con el advenimiento de la vitrificación, que mejoró de manera notable los resultados de la criopreservación, empezaron a surgir los bancos de óvulos.  Esto permitió realizar tratamientos sin necesidad de la sincronización, ni del tiempo que conlleva hacerlo en fresco, dada la lista de espera de las pacientes. Tiempo variable según la disponibilidad de donantes y de pacientes en espera.  Previo a la pandemia, la demora para realizar el tratamiento era de no más de tres meses, ahora es un poco más incierto por los meses en los que el programa estuvo suspendido, pero ya se trabaja en acelerar los tiempos. Los bancos de óvulos, dependiendo de donde sean, permiten tener más información de las donantes, ya sea sobre su persona, su genética, sobre el lugar de origen, incluso se pueden ver catálogos con fotos. En Argentina, si bien se tiene información, suele verse limitada porque es anónima. Entonces se trabaja tomando en cuenta la raza y las características físicas de la donante y de la receptora como para que coincidan. También, hecho no menor en estos momentos, permite acortar los tiempos, dado que en cuanto se reciben los óvulos del Banco se puede proceder a realizar el tratamiento, sin necesidad de tiempo de espera. Tratamiento con óvulos en fresco Es posible que los óvulos en fresco tengan mejores tasas de embarazo que los de banco. Pero también, cuando se sincronizan los ciclos de la donante y receptora, puede pasar que la respuesta a la estimulación de la donante no sea satisfactoria, o por algún otro motivo, se tenga que cancelar el ciclo, cosa más engorrosa aun cuando se trata de pacientes que viajaron del interior del país o del extranjero para realizar el tratamiento. Esto no ocurre cuando se lleva a cabo el tratamiento con óvulos de banco. Las donantes Las donantes de óvulos son parte fundamental y son las que posibilitan que muchas personas, que necesitan recurrir a ellas, puedan formar una familia con hijos. Surgen por recomendación de mujeres que ya lo hicieron, de boca en boca, y de campañas llevadas a cabo en las redes sociales. Para formar parte del programa de donantes deben reunir una serie de condiciones. Y, si bien reciben una compensación por las molestias generadas y el lucro cesante, en general la motivación se relaciona TAMBIEN con las ganas de ayudar al prójimo. Óvulos en fresco vs de banco Los bancos de óvulos existen y son una buena alternativa, sobre todo en tiempos de pandemia, siempre que las tasas de éxito que se tengan con determinado banco sean similares a los resultados logrados cuando se realizan los tratamientos con óvulos en fresco. El inconveniente radica en que es mayor su costo, y algunos financiadores no cubren el banco. Por su parte, los óvulos en fresco, si bien conllevan una mayor demora, incluso más ahora por la pandemia, no suele ser tan grave como cuando se está intentando lograr el embarazo con óvulos propios y se tiene una baja reserva ovárica, ahí sí, el paso de los meses puede complicar las posibilidades de éxito. En la espera para realizar el tratamiento de ovodonación es cuestión de manejar la ansiedad, sentirse y estar acompañados, saber que el tratamiento va a llegar y saber que existen buenas chances de lograr el embarazo. Tener toda la información es la base para tomar decisiones.

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