Nombre del autor:Fundación REPRO

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Paternidad y donación de gametas: ¿Cómo viven los hombres esa búsqueda?

Mucho se ha hablado de la búsqueda del embarazo, de los duelos, de las pérdidas y también de los logros desde la perspectiva de la mujer. Históricamente la búsqueda de un embarazo, su éxito o fracaso fue un tema femenino.La mirada y el vivenciar del hombre por mucho tiempo ha sido desterrado del discurso científico e incluso del social. Sin embargo, hoy presenciamos profundos cambios socio-culturales, la constitución de las familias ha variado de manera significativa, y el hombre se ha ubicado en un lugar diferente respecto de la búsqueda de un hijo y de la paternidad en general. Se podría decir que un hijo ya no es cosa “solo de mujeres”. Los hombres están muy presentes en la búsqueda, en los tratamientos, en la llegada y crianza de un hijo. La gran oportunidad En la actualidad vemos cada vez más hombres solos consultando motivados por el deseo de tener un hijo. Llegan a la consulta después de un largo camino de elaboraciones internas, en las cuales se deben debatir con sus propios ideales y deseos. La mayoría de los hombres que manifiestan su deseo de tener un hijo en el contexto de una donación de gametas o de una gestación subrogada, incluso en un programa de co parentalidad, provienen de hogares tradicionales donde el hijo es criado por un padre y una madre que permanecen sujetos a roles impuestos por su género. Por este motivo, la primera batalla que enfrenta un hombre solo que quiere ser padre, es romper con el modelo tradicional del cual proviene y que desde siempre ha sido su marco de referencia y su ideal. Los ideales materno-paterno, funcionan muchas veces como mandatos y el no cumplimiento, casi siempre repercute culposamente. Asistimos al nacimiento del hombre del nuevo milenio, que comenzó a atreverse a tomar lugares que antes eran ocupados por mujeres. Observamos parejas de hombres u hombres solos que piensan en formar una familia. Para estos hombres es justo la donación gametaria o la gestación sustituida la única posibilidad donde antes no había nada. Para ellos es una ganancia y estos tratamientos son vividos con alegría y entusiasmo la mayoría de las veces. Ser padre en el contexto de una pareja igualitaria o en soledad es una aventura que varios están dispuestos a afrontar. Muchos hombres solos no le tienen miedo a los pañales, a las noches en vela y sobre todo a ser juzgados por animarse a buscar un hijo sin pareja o con una pareja igualitaria. La familia actual, es dinámica, real y creativa. Ver a dos padres hamacando a su hijo o recibiéndolo a la salida del jardín de infantes, así como también  ver a una madre o a un padre solos no son escenas “extrañas”, forman parte de nuestra cotidianidad y del entramado  de nuestra sociedad. La ¿renuncia? para ser padre Cuando la donación de gametas o la gestación por sustitución es indicación médica en una pareja heterosexual, las cosas son distintas. En este caso hay una renuncia en juego y un duelo por la genética perdida. Los hombres que por motivos médicos deben renunciar a su genética, se enfrentan a cuestionamientos propios y a veces cuesta entender y aceptar la paternidad en este contexto. Renunciar a la transmisión genética no es cosa fácil para un hombre, sobre todo cuando históricamente el rol paterno ha sido el de “la transmisión” de valores, identificaciones y de la genética por supuesto. Frases  repetidas como “de tal palo tal astilla” o  “la semilla no cae lejos del árbol” funcionan muchas veces como mandatos y  nos condicionan a pensar que es la genética la que define la filiación y las identificaciones. Si bien es cierto que un padre debe dejar “marcas“ en su hijo, y  que ese hijo luego tendrá que apropiarse de algunas y abandonar otras, esta dinámica propia de la relación padre-hijo nada  tiene que ver con haber aportado o no, un espermatozoide. Muchos hombres pueden atravesar este doloroso camino de la renuncia, aceptando lo que no pueden para acceder a lo que pueden, y otros prefieren abstenerse de este enfrentamiento con la frustración renunciando al hijo. Lo cual por supuesto es totalmente respetable y siempre es un camino posible. ¿Y qué pasa entonces con los hombres que deciden atravesar la renuncia a la genética para traer un hijo al mundo? Vemos que muchas veces, en el contexto de una pareja heterosexual, es el amor y el deseo de “darle a la mujer un hijo” lo que termina por inclinar la balanza de una de las  decisiones más difíciles que un hombre puede tomar. Es el amor y esa promesa lo que muchas veces motiva el dar batalla a  los propios fantasmas para construir una familia en el aquí y ahora de la relación amorosa. Para algunos hombres tener un hijo implica vencer fantasmas y temores, arrastrados por muchos años,  relacionados con la pérdida de la libertad, la juventud, la independencia y también de su propio lugar de hijo. Algunos hombres logran conectarse con sus hijos de una manera relajada con espacio para el disfrute y el placer cuando han superado las propias exigencias, se han desafiado a sí mismo ganando y perdiendo en la vida. Esto los coloca en una posición superadora. La paternidad puede ser vivida como una experiencia creadora cuando la propia autoestima no se juega en esto. Es decir que la experiencia de la paternidad es una experiencia creativa, y creadora de crecimiento y evolución, de cambio y proyección. El hombre para ser padre, desde esta perspectiva, debe poner mucho más que unas pocas células germinales, debe poner su madurez, su seguridad en sí mismo, su flexibilidad y su fortaleza para ayudar a crecer y desarrollarse a otro que lo sucederá en la rueda de la vida. La paternidad  plantea  desafíos complejos. El hombre solo o acompañado de otro hombre o de una mujer se enfrenta a una experiencia, que en la actualidad, implica revertir viejos y gastados conceptos para hallar las nuevas herramientas que permitan hacer

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Nueva paternidad Día del Padre: solos, se animaron a formar una familia más allá de los vínculos tradicionales

En la Argentina, son cada vez más los varones solteros que deciden adoptar o subrogar vientres para tener un hijo. Tres historias emocionantes. Un psicólogo gay de Córdoba sentía que su deseo de ser padre sólo estaba ligado a la nostalgia de ir creciendo y dejando atrás el “niño perdido”. Lo resolvió a los 32 años, adoptando a un nene que realmente estaba perdido. Catorce años después, adoptó a otro. Un diseñador gráfico de megaproyectos en multinacionales vivía libre de parejas estables en Europa hasta que un día volvió a las sierras cordobesas y vio en una escuela rural a un chico \”que lo estaba esperando\”. Un bioquímico de Salta intentó muchas veces y cuando se estaba por rendir encontró en Buenos Aires el vientre de una chica a la que se cruzó de casualidad mientras la entrevistaban para una nota. Ella lo ayudó a su cumplir su sueño de ser “padre solo”. Cada historia es distinta. El Día del Padre las iguala. Se trata de una nueva forma de paternidad: la de los hombres solteros que adoptan y subrogan en la Argentina. Según una encuesta sobre la Estructura Social publicada este año por el Programa de Investigación de la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC), el 11% de los hogares en el país son monoparentales. De ese porcentaje, sólo el 1% son hombres (incluye a los viudos y divorciados). Es una forma novedosa de familia, que rompe con estereotipos patriarcales y matriarcales. Pero ya no permanece en secreto. Desde 2015, a partir de la reforma del Código Civil, no hace falta estar casado ni en pareja para adoptar. Como las mujeres, los postulantes varones deben ser mayores de 25 años y tener al menos cinco años de residencia en el país para inscribirse en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA). Según datos aportados especialmente para Clarín, de un total de 4.275 legajos -hasta el 6 de junio- 938 corresponden a un solo solicitante, entre los que el 94% son mujeres (874) y el 6% “monoparentales masculinos”. Pero el número entre ellos no para de crecer. “Tradicionalmente se buscaba una niña, niño o adolescente para una familia. Nuestro desafío es el cambio de paradigma en la adopción, por tal motivo centramos nuestro trabajo en encontrar en realidad una familia para cada niña, niño o adolescente sin cuidados parentales”, dice Adriana O. Donato, directora de ese Registro. Horacio Rementería y sus hijos Ismael y Agustín. Foto: Javier Cortez. \”A Ismael lo conocí con tres años. Imaginate que al trabajar en rehabilitación y revinculación en un centro de día al que llegaban niños judicializados te encontrás todo el tiempo con historias de terror. Pero de él me impactó que se arrastraba como un \’gusanito\’. Tenía parálisis cerebral\”, dice a Clarín Horacio Rementería. Hoy tiene 46 y su hijo, 17. La conexión había empezado. Aunque el psicólogo no lo sabía. \”Traté de mantener distancia, conservar una actitud sólo profesional. Ni se me ocurría la adopción\”, dice. Ismael es hijo de una madre adolescente que decidió darlo en adopción junto a su otra hija, de cuatro años, en el Hospital de Niños de Río Primero. Tenía desnutrición crónica, no podía hablar y una malformación en sus pies lo obligaba a usar andador. \”Él y su hermana habían entrado juntos en el hogar Querubines. Nunca entendí por qué los separaron. Intenté la revinculación, pero no fue posible con la familia adoptante de la nena. Jamás la volvió a ver\”, cuenta. Por eso aún sigue cuestionando el sistema. Es que Ismael estaba en las peores celdas de las estadísticas. El 89,47% se anota para niños de hasta un año -cuando casi no hay bebés en el Registro, porque los trámites para que un recién nacido sea declarado en situación de adoptabilidad no son veloces-; el 50,4%, aceptaría a dos hermanitos y sólo el 16% a un nene con “discapacidades o enfermedades”. Con prejuicio sobre su situación económica, Horacio anotó la guarda de Ismael a nombre de una pareja que tuvo tiempo después. Ese hombre trabajaba en el Ministerio de Educación, no tenía el sueño de la paternidad y puso la firma como algo administrativo. \”Creí que lo iban a aceptar más a él que a mí\”, reconoce. Cuando se separaron, su pareja, sin decirle, fue al juzgado a renunciar al nene. La jueza no lo dejó. Horacio debía estar presente porque ya había solicitado la guarda. Le ganó a la burocracia. Horacio, que ahora está en pareja con Daniel, el año pasado inició el proceso de adopción de Agustín, un nene de 12 años con sobrepeso y algunos problemas de conducta que no había conseguido una familia en el hogar de Buenos Aires donde había estado la mayor parte de su vida. El era otro “niño perdido”. Pero ya está con él y, como Ismael, lo llama “papá”. Una sentencia ejemplar \”Quienes quieren adoptar frecuentemente nos consultan si deben ser propietarios o tener un contrato laboral en relación de dependencia. Nada de esto es exigido por la ley; deberán en todo caso, contar con recursos que permitan encargarse de la crianza y cuidado de una niña, niño y/o adolescente, en todos los aspectos de su vida”, aclara Donato. Sin tantos prejuicios, Javier Castellanos volvió en 2010 a Córdoba después de una década como yuppie en Barcelona, trabajando como diseñador digital de corporaciones. \”Volví para hacer una vida más humana\”, dice desde Nono, a 150 kilómetros de la capital de esa provincia. Precisamente, desde un paraje de 50 habitantes llamado Los Algarrobos en el que se compró un campo y, a 500 metros, divisó una única escuela rural, con una maestra y 16 alumnos de diferentes edades. Se acercó. Estaba \”Gabrielito\”. Padre e hijo. Javier y Gabriel Castellanos (Gentileza Javier Castellanos) \”Quise presentarme a la comunidad a través de la escuela. Ahí vi que el gobierno les había dado unas computadoras pero que nadie sabía usarlas. Estaban apiladas. Entonces les ofrecí enseñarles, sin cobrar nada. No dudaron, tuvieron confianza\”, recuerda Javier. Entre esos nenes atentos estaba Gabriel, de cinco años, que se había criado casi en un páramo, con su abuela Adela. \”Sus padres eran analfabetos, su mamá tenía una deficiencia cognitiva

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Envejecimiento reproductivo masculino y paternidad a los 50

En junio se conmemora el mes Internacional del Cuidado de la Fertilidad y también, el día del padre en Argentina. La tendencia creciente de embarazos luego de los 40 años de ellas, e incluso después de los 50 años de ellos plantea nuevos interrogantes que requieren de respuesta…¿Qué pasa con la paternidad luego de los 50 años? Esta situación es una realidad que crece por lo que es importante crear conciencia sobre el descenso natural de la fertilidad a medida que aumenta la edad. ¿Qué riesgos existen? Que la fertilidad declina con la edad no es nuevo. Estudiar una profesión u oficio, crecer en lo laboral, independizarse económicamente, tener una pareja estable, son algunos de los motivos por los que cada vez más hombres y mujeres tienden a posponer el momento de buscar un hijo. Hoy en día, incluso aquellos para quienes formar una familia es algo importante –hay muchos que deciden vivir sin hijos-, no es prioritario y a veces tener un hijo queda supeditado por distintas razones a otros proyectos previos como la realización personal o la estabilización laboral. La tasa de fecundidad viene cayendo desde hace más de 15 años y socialmente, y para ello no hace faltan estadísticas, basta con ver la edad promedio que los trae hasta el consultorio médico de un especialista en reproducción. A partir de los 35 años y con más fuerza a partir de los 40, la mujer se enfrenta a la disminución de la función ovárica y en el caso del hombre, distintos estudios han mostrado que el reloj biológico del hombre también incide sobre la función reproductiva masculina, marcando un descenso más visible a partir de los 50 años. Esta modificación se relaciona, por un lado, con una progresiva disminución en los niveles de testosterona -hormona fundamentalmente masculina- desde los 30 años, que puede incidir con el deseo sexual masculino; por el otro, con la reducción del volumen del eyaculado, en la cantidad y la calidad de los espermatozoides y el aumento del riesgo de alteraciones genéticas. Los factores fecundantes, femeninos y masculinos, experimentan alteraciones según la edad de las personas. De esta manera, será una variable que también influya en la búsqueda de un embarazo. Si un hombre desea ser padre más allá de los 50 años es importante que se realice una evaluación y consulte. En un comienzo, cuando se acerca un hombre de más de 50 años a la consulta de fertilidad se lo evalúa junto a su pareja teniendo en cuenta la edad de ambos. Si no supera los 100 años, entonces se considera que se puede avanzar, siempre pensando en el bienestar del hijo por venir. Independientemente de la edad, siempre están vigentes dos preguntas a la hora de realizar un tratamiento: ¿esta técnica es válida para esta pareja, seguimos intentando y hay posibilidades de lograrlo o esta técnica no es para esta pareja? El principal estudio que se les solicita a los pacientes es un espermograma, un análisis de laboratorio que permite observar la cantidad, movilidad y forma de los espermatozoides. Con la edad, lo más afectado es la cantidad y la calidad y, especialmente, el volumen del eyaculado. El hombre eyacula menos y eso puede ser un factor de disminución de la fertilidad sin que necesariamente estén tan afectados los espermatozoides. El descenso en cantidad y calidad está condicionado genéticamente y cada uno lo vivirá a su manera, pero es una realidad que sucederá. De hecho, sería bueno evaluar la fertilidad del hombre a los 30 años: si el resultado mostrara que está por debajo del promedio para su edad, podría ser recomendable criopreservar semen porque en ese momento no hay manera de saber cuál será el ritmo de descenso de su fertilidad. Por otra parte, cuando el hombre es mayor, se evalúa la fragmentación del ADN (que es la información genética) ya que existen trastornos que pueden ser producidos en la descendencia y están relacionados con el paso del tiempo de los espermatozoides. Por esta razón, hay más cantidad de embriones que detienen su evolución y mayor riesgo de alteraciones que pueden provocar problemas en la descendencia: como es el caso de Síndrome de Turner –una enfermedad genética caracterizada por la presencia de un solo cromosoma x- o problemas neurológicos como autismo, esquizofrenia o trastornos en el desarrollo que pueden presentarse muchos años después. En estos casos las técnicas de fertilización in Vitro permiten resolver estos inconvenientes. Existen varias técnicas de laboratorio para el análisis de los espermatozoides y, con las técnicas de hoy -especialmente la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI)- se pueden lograr embarazos en casos de infertilidad masculina severa. Existen opciones para planificar y cuidar la fertilidad de cara al futuro también para los hombres. Por eso, en un padre que está postergando la fertilidad, el congelamiento de espermatozoides es una opción muy exitosa ya que pueden estar criopreservados durante muchos años y luego usarlos cuando llega el momento de ser papás. Sería recomendable evaluar la posibilidad de congelar semen a los 30 años. De querer un hijo después de los 50, podría recurrirse a esa muestra congelada a través de la criopreservación para disminuir los riesgos relacionados con los espermatozoides de un hombre de mayor edad.

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Qué son los disruptores endocrinos y de qué manera impactan en la fertilidad global

Si bien se sabe que la capacidad reproductiva disminuye con la edad, especialistas advierten que de un tiempo a esta parte hay una disminución de la reserva ovárica y de su calidad, al igual que de la calidad del semen. Las posibles causas que lo explican Si hay algo que la pandemia por COVID-19 no pudo detener es la llegada de nuevas vidas al mundo. Y si bien las tasas de natalidad bajaron en varios países y durante los meses de confinamiento extremo se registraron, por ejemplo, caídas en los tratamientos de fertilización asistida, en líneas generales el ciclo de la vida siguió su curso y hasta se habla de “bebés pandémicos” en referencia a aquellos que nacieron durante la crisis sanitaria mundial. El cuidado de la fertilidad Junio es el mes internacional del cuidado de la fertilidad y bien vale la oportunidad para reflexionar sobre cómo está evolucionando a lo largo del tiempo, por qué la infertilidad impacta a cada vez más personas, cómo influyen variables externas en eso, y qué se puede hacer para revertirlo. “No existen dudas de que la fertilidad disminuye en personas de mayor edad. Es decir, una mujer 40 años tiene menor calidad y cantidad de óvulos que una de 25. Y si bien es muy marcado en las mujeres, los hombres no escapan de esa variable”. Sin embargo, para el médico especialista en fertilidad Sergio Pasqualini (MN 39914), existe otra manera en la que los años están impactando en la fertilidad de hombres y mujeres: a lo largo del tiempo. “Hay trabajos científicos que hacen referencia a que, por ejemplo, el conteo de espermatozoides medido en los espermogramas es significativamente más bajo en el hombre actual que en el de hace 50 años -apuntó el director de Halitus Instituto Médico-. Es más fácil evaluar la fertilidad por esta medición en el hombre que en la mujer, en la que no tenemos algo equiparable para medir. Pero, si bien hay diferencias, existen muchas similitudes entre los testículos y los ovarios, por lo tanto, podemos extrapolar e inferir que, si la fertilidad disminuyó en el hombre, también en la mujer”. En el caso particular de las mujeres, lo que complica terminar de evaluar bien esa disminución es que en estos 50 años existieron también importantes cambios socioculturales. La búsqueda más tardía de hijos, por distintos motivos, con la consiguiente menor reserva ovárica y dificultades para lograrlo de manera natural es una realidad. “En cuanto a la disminución de la fertilidad en las últimas décadas, vemos que existe una tendencia a una menor respuesta -en cuanto a cantidad y calidad- a la estimulación ovárica cuando realizamos los tratamientos de fertilización in vitro”, continuó analizando Pasqualini, para quien “existe una diferencia y una disminución, en general, en cuanto a cómo responden a la estimulación las mujeres hace 20 años que en la actualidad”. Esto, refirió el especialista, lo observan también en las donantes de óvulos, que son mujeres jóvenes y sin problemas de fertilidad, en las que se ve una menor respuesta. Sobre las causas que podrían explicar este fenómeno, el experto evaluó que “una podría ser mutaciones y cambios en los genes, que se producen de generación en generación”. “Otra puede ser contaminantes ambientales, que se creen actúan como tóxicos en forma directa o como disruptores endocrinos -amplió-. Éstos son químicos que ‘engañan’ a los receptores de hormonas uniéndose a ellos y no dejan que las hormonas funcionen de manera correcta. Algunos pueden ser plásticos, cosméticos, pesticidas, alimentos enlatados, etc. De esta manera, actúan en las hormonas e influyen en procesos naturales como el sueño, el apetito, el metabolismo, y en este caso, el sistema reproductor”. Existen diversos estudios que evalúan cómo impacta cada disruptor endocrino en la fertilidad. “A modo de resumen podemos decir que, en general, existe una disminución de la reserva ovárica y de su calidad, una disminución de la viabilidad y de la calidad del semen, una disminución de la tasa de implantación de embriones y además, de los embarazos que llegan a término”, señaló Pasqualini. El contacto con los disruptores es cotidiano y bastante difícil de evitar. Sin embargo, existen cosas que -según el especialista en fertilidad- pueden hacerse para reducirlo, como “no utilizar plásticos y preferir contenedores de vidrio. Evitar los alimentos procesados y optar por aquellos naturales y orgánicos”. Es decir, “llevar una vida lo más saludable posible desde lo psíquico y desde lo físico, va a redundar siempre en un beneficio para todos los sistemas con los que funciona nuestro cuerpo. Y en consecuencia en la fertilidad”. El rol de la microbiota en la disminución de la fertilidad individual La vida útil de los ovarios y de los testículos, el ritmo de la pérdida de la función reproductiva, viene determinada en los genes. Sin embargo, sobre estos genes puede llegar a actuar el medio ambiente, regulando su expresión, ya sea activándolos o silenciándolos Es lo que se conoce como epigenética. “El medio ambiente lo podemos diferenciar en el externo a nuestro cuerpo y el interno de nuestro cuerpo. El primero es todo lo que nos llega del exterior, el estrés, la exposición pre y postnatal a químicos, tóxicos, tabaco, drogas, alimentación no saludable, etc”, explicó Pasqualini. Y continuó: “El medio ambiente interno es todo lo interior de nuestro organismo, que puede estar afectado por alguna enfermedad primaria no relacionada o como consecuencia del efecto deletéreo del medio ambiente externo. Puede generar un cuadro de inflamación crónica en el organismo con las consiguientes consecuencias para la salud. Esta inflamación, según el grado y los órganos afectados se va a presentar y va a evolucionar de distintas maneras”. El cuerpo humano funciona como un sistema en redes, interconectado, donde todo interactúa entre sí. Una falla en algún sector puede influir en los demás. “Así vemos cómo lo psíquico, lo neurológico, lo inmunológico, lo endocrinológico interactúan entre sí, a lo que tenemos que agregar la microbiota, que son los microorganismos que colonizan nuestro cuerpo. La población más importante se encuentra

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Crece el congelamiento de óvulos en Argentina: paso a paso de la vitrificación

Durante 2020 y 2021, aumentaron tanto las consultas como la cantidad de procedimientos. Cómo es y cuánto cuesta hacerlo. La pandemia de coronavirus atravesó a la sociedad desde todos los frentes posibles. En ese contexto, una consecuencia notoria fue el significativo aumento en los tratamientos de preservación de la fertilidad: el congelamiento de óvulos en Argentina creció entre un 20% y un 137%. Se trata de un procedimiento ambulatorio que conviene realizar entre los 25 y 35 años, cuando se da el período más fértil de la mujer. Durante 2020 en la clínica IVI Buenos Aires el incremento fue del 29% respecto a 2019. Ya en 2021, en comparación con el período que va de enero hasta mediados de mayo de 2020, la demanda de tratamientos de vitrificación subió un 137%. Desde el Instituto Médico Halitus, en tanto, detallaron que durante la pandemia aumentaron en un 60% las consultas para preservar la fertilidad por medio de la vitrificación de óvulos, mientras que finalmente los tratamientos realizados subieron un 20% respecto a 2019. Su titular, el doctor Sergio Pasqualini, consideró «lógico» este incremento, «ante la incertidumbre vivida en todo sentido, ya sea de futuro, laboral o económica». En tanto, María Villamil, responsable de la Unidad de Apoyo Psicológico de IVI, se refirió a los posibles motivos del incremento de este tipo de tratamientos: «Creo que las causas pueden ser varias, pero principalmente estamos hablando de un año de pandemia en donde el Covid-19 ha tenido un impacto altísimo a nivel emocional en la mayoría de la población». En ese sentido, también habló de «la incertidumbre que generó el pensar traer un hijo al mundo en este contexto, los miedos relacionados a enfermarse durante el embarazo, parir en un hospital donde hay enfermos de Covid y tener un bebé pensando en la posibilidad de enfermarse». Por su parte, Fernando Neuspiller, director médico de IVI, destacó que «la pandemia y los riesgos de contagiarse de Covid-19 ha implicado que muchas mujeres y parejas pospongan su búsqueda de embarazo». El especialista destacó que la vitrificación permite mantener «la calidad genética» de los óvulos para poder usarlos, «por ejemplo, cuando la crisis sanitaria se termine». Pero, ¿cuándo es el mejor momento para realizar estos tratamientos?, ¿cuál es el costo de los mismos?, ¿cubren las obras sociales y empresas de medicina prepaga el congelamiento de óvulos? Vitrificación, paso a paso Según los expertos de IVI, la edad ideal para «aprovechar la reserva ovárica de la mujer» es entre los 25 y los 35 años. «Luego esto comienza a decrecer notablemente, al igual que la calidad genética de los óvulos», detallaron a Clarín desde esa entidad. ¿Cuántos óvulos hay que congelar? Los especialistas recomendaron preservar más de una vez hasta llegar a un número recomendado de óvulos vitrificados, que se calcula entre la edad de la mujer y el riesgo genético a una edad dada. En qué consiste la vitrificación de óvulos La vitrificación de ovocitos es un proceso de solidificación en el que los mismos son tratados con sustancias criopotectoras y sumergidos en nitrógeno líquido a una temperatura de -196º C, explicaron desde IVI. Todo esto se realiza de forma ambulatoria. Los pasos son los mismos que los de un ciclo de fecundación in vitro: primero se realiza la estimulación de la ovulación aproximadamente durante unos 10 días. Una vez completado esto, se programa la aspiración de los ovocitos, que es un procedimiento mínimamente invasivo que dura unos 20 minutos bajo sedación. En lugar de inseminarlos y fecundarlos se realiza la vitrificación, y quedan así almacenados en nitrógeno líquido. ¿Cuánto tiempo pueden guardarse los óvulos congelados? Los ovocitos se pueden mantener crioconservados durante todo el tiempo que la persona desee o necesite. Actualmente no existe una limitación en el tiempo, sostuvieron los profesionales de IVI Buenos Aires. Desde Halitus, en tanto, aseguraron que «el tiempo más prolongado de mantener óvulos criopreservados con nacimiento al descriopreservarlos, en el mundo, es de 14 años y fue logrado en nuestro instituto». Congelamiento de óvulos, obras sociales y empresas de medicina prepaga Los voceros de IVI explicaron que estos tratamientos se realizan de modo particular, salvo excepciones reglamentadas por ley. «Las obras sociales cubren el tratamiento en caso de necesidad médica como la oncológica, por ejemplo, pero no la preservación por causas sociales», dijeron. La Ley 26.862 de producción médicamente asistida, en el artículo 8°, indica (entre otros puntos): «También quedan comprendidos en la cobertura prevista en este artículo los servicios de guarda de gametos o tejidos reproductivos, según la mejor tecnología disponible y habilitada a tal fin por la autoridad de aplicación, para aquellas personas, incluso menores de dieciocho (18) años que, aun no queriendo llevar adelante la inmediata consecución de un embarazo, por problemas de salud o por tratamientos médicos o intervenciones quirúrgicas puedan ver comprometidas su capacidad de procrear en el futuro». Cuánto cuesta el tratamiento El valor aproximado del tratamiento de vitrificación de óvulos en varios centros especializados en Buenos Aires arranca en $150.000 ¡¿SABÍAS QUE FUNDACIÓN REPRO TE AYUDA A PODER ACCEDER AL TRATAMIENTO?! Para lograr que cada vez más mujeres se informen y accedan a la posibilidad de vitrificar sus óvulos; lanzamos esta campaña. En convenio con  Halitus Instituto Médico te ofrecemos la posibilidad de vitrificar tus óvulos cubriendo hasta un 50% del procedimiento. ¡Abrazá tu Fertilidad! Informate sobre la Campaña   Fuente: Clarín

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Fertilidad y COVID19: herramientas para afrontar la espera de un tratamiento

Por Lic. Patricia Martinez, psicóloga, M.N. 24.411 especialista en familia, de Halitus Instituto Médico Las emociones que se ponen en juego a esta altura del confinamiento no son las mismas que al comienzo. Antes, el miedo, el pánico, la incertidumbre y la angustia dominaron la atmósfera emocional de todos. Conforme fueron pasando los días, “nos acomodamos” a esta nueva realidad, y pasó de ser “ciencia ficción” a ser algo cotidiano, que desgasta y agota. Pero también nos permite retomar nuestros viejos conflictos, quejas y sinsabores, que no amenazan nuestra vida pero que nos aquejan y generan malestar a diario. Entre las cosas que se recuperan, comienza a reinstalarse el deseo y la búsqueda del hijo, que quedó en pausa por la pandemia y la cuarentena. Para los que transitan el camino de la infertilidad, el estar “esperando” es un estado que les es familiar. Siempre esperan un resultado para planificar una acción y luego esperan el resultado de esa acción para planificar otra. A menudo escuché decir “me gusta más cuando me mandan a hacer ejercicios, dietas o tomar alguna medicación, porque solo esperar me parece que es perder el tiempo”. Quizás sea este el primer concepto que hay que rever, quizás el tiempo hay que transitarlo, que no es lo mismo que perderlo. La llegada de la pandemia obligó a muchas personas o parejas, a otra espera, que es la de poder hacer el tratamiento. Esta otra espera, no hace más que sumar sentimientos de incertidumbre y ansiedad. No solo en aquellos a los que los corre el reloj biológico. Porque al final, se pone en espera un deseo muy íntimo, que uno quiere lograr ya. Ahora bien, ¿cómo transitamos el tiempo sin que nos invada la sensación de pérdida o desesperación? ¿Cómo afrontamos este tiempo nuevo inaugural de la “espera de la espera”? Algunas sugerencias que van a poder ayudarnos: No idealizar, no suponer que hay soluciones mágicas para este momento. Seguir las indicaciones de sus médicos que siempre los acompañaron y aconsejaron. No generalizar, no hacer teorías generales a partir de algún caso en particular que escucharon. Suponer que un caso aislado es la realidad puede costar muy caro. Consulten, hoy más que nunca, con profesionales idóneos y recomendados. No aislarse a pesar de la cuarentena. El aislamiento aumenta las chances de ansiedad y angustia. Seguir en contacto. Si los grupos de pertenencia habituales están muy centrados en temáticas que incomodan, buscar otros. Existen muchos lugares que están dando apoyo virtual. No poner la vida en pausa. Ni por la pandemia, ni por la búsqueda de un hijo. Es importante sostener nuestra vida dentro de los límites normales. No abandonar la propia vida, tanto si el embarazo llega como si no. Más vale no haber puesto toda la vida en un proyecto que puede ser muy valioso, pero no tiene por qué ser el único Entender la importancia de esperar en este momento, para poder avanzar en el camino de la búsqueda de un hijo. Contra la psicosis que genera la pandemia, no se cerraron los caminos, ni se anularon los tratamientos de fertilidad. Solo esperamos para estar enteros, plenos y fortificados para acompañar cada búsqueda y cada desafío con el fervor de siempre. El fervor que anima cada búsqueda y cada encuentro con un hijo. “Esperar para poder esperarte”, puede ser un lindo mensaje para que alguien pueda darle a su hijo el día de mañana cuando le cuente la “prehistoria” de su llegada al mundo.  

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La ciencia detrás de los nuevos modelos de familia

El nacimiento de Louise Joy Brown fue “el más esperado en, quizá, 2000 años”, catalogó oportunamente la revista Time. Es que, el 25 de julio de 1978, esta mujer británica, que este año celebrará su 43° cumpleaños, abría sus ojos al mundo y se convertía así en la primera persona gestada gracias a un tratamiento de fecundación in vitro (FIV). Pronto su rostro estuvo en la portada de los principales diarios del mundo y, desde entonces, los avances en materia de fertilidad han ido evolucionando a lo largo del globo al punto de que, cada año, se estima que nacen cerca de medio millón de bebés merced las técnicas de alta complejidad (AC), como la FIV y la microinyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). Como parte de este camino, la ciencia no solo demostró un enorme poder para ayudar a las parejas a poder concebir, sino que, también, se convirtió en una suerte de vector para acompañar (y hasta adelantarse a) los nuevos modelos de familia que se van conformando en la sociedad, permitiendo a parejas del mismo género o mayores así como a mujeres y hombres solos alcanzar un sueño, difícil de pensar hace medio siglo. Así lo entiende el médico Sergio Pasqualini, director Científico de Halitus, el centro de fertilidad que fundó en 1987, por que ya pasaron más de 147.000 pacientes, testigo de más de 25.000 nacimientos, 8000 de los cuales fueron por AC. Recientemente, junto con su hijo Agustín Pasqualini, también especialista en salud reproductiva y director Médico de Halitus, y parte del equipo de trabajo, publicó el libro Nuevas familias. Cómo la ciencia nos cumple el sueño de ser padres (Aguilar). Allí, comparten historias de superación e inspiración que dan cuenta de los cambios vertiginosos que atraviesa la familia, en tanto institución, y de cómo las nuevas posibilidades de gestación, a través de la formación de embriones, estimulación ovárica y de esperma, criopreservación de gametas abren las puertas para concretar el sueño de tener un hijo tanto a parejas como a mujeres y hombres solos. “Las nuevas familias son una realidad, son todas producto del amor y, seguramente, aparecerán más. Este libro refleja en los testimonios parte de la historia vivida por una pequeña muestra de estas familias”, comparten padre e hijo en diálogo exclusivo con Infobae. —Desde la práctica, ¿están notando muchos cambios en las conformaciones de familias? —Los cambios sociales, científicos y culturales son los que acompañaron y permitieron la existencia de muchas de las nuevas familias con hijos. Esto es lo que quisimos reflejar en nuestro libro. Las vivencias desde el interior de nuestro instituto, a través de los testimonios de pacientes, así como de nuestros profesionales. Profesionales de mayor trayectoria en el tiempo, como en mi caso, de la generación de los 70, y de la de Agustín y del resto de nuestro equipo, la generación de los 40. La generación de los 70 que vivimos con el nacimiento del primer “bebé de probeta” en 1978 el inicio de una nueva era en cuanto a las posibilidades de lograr tener un hijo, no solo por motivos médicos, sino también por motivos sociales, como ser en el caso de parejas gay. —¿Cuáles son los cambios más importantes en torno a los tratamientos en reproducción asistida del último lustro? —Los cambios fueron paulatinos en el tiempo, existiendo hitos fundamentales como fueron la aparición de la FIV, del ICSI (inyección de un espermatozoide dentro del útero para realizar la FIV), la criopreservación de embriones, la criopreservación con éxito de óvulos. Hace 30 años era la pareja heterosexual la que nos consultaba, cosa que, con el tiempo y con las posibilidades que fueron surgiendo, se fueron sumando parejas homosexuales de hombres, mujeres, mujeres solas y, con mucha menor frecuencia, hasta de hombres solos. La sanción de la ley 26.862 de cobertura de los tratamientos de fertilización asistida, en 2013, abrió las puertas a que parejas que antes no tenían acceso desde lo económico pudieran hacerlo. —Desde el inicio de la pandemia, ¿notaron cambios en la tendencia de tratamientos? ¿La cantidad mermó o se mantuvo? —Con la pandemia y el inicio de la cuarentena cesaron los tratamientos, para luego ser retomados con normas y protocolos estrictos, a partir del mes de octubre. Lo que no mermó fue la demanda, cosa que ocurrió en todo el mundo. Los que tenían y tienen el deseo de ser padres lo siguieron manteniendo, solo les aumentó la ansiedad por las contingencias que trajo la pandemia y por el hecho de tener que esperar para realizar los tratamientos. Paralelamente, aumentaron en un 60% las consultas para explorar la idea de preservar la fertilidad por medio de la vitrificación de óvulos. Es lógico, ante la incertidumbre en todo sentido, de futuro, laboral y económico. —Sergio, en su libro Cuidar la fertilidad, de 2015, mencionaba que una de cada seis parejas tenía problemas para concebir de forma natural. ¿Esta cifra se sostiene hoy, siempre hablando de grandes ciudades y centros urbanos? —Esta cifra se puede decir que se mantiene, es lo que se sigue diciendo. Hoy se realizan más tratamientos de alta complejidad (FIV/ICSI) dado que las mujeres buscan hijos más tarde, consultan con más edad, y eso hace que se encare el tratamiento sin demoras en el tiempo, es un manejo distinto a los que realizábamos años atrás. El factor que más vemos es la menor reserva ovárica, porque la edad de consulta es cada vez mayor, tanto es así que el 35% aproximadamente de los tratamientos que realizamos son con óvulos donados. Cambió lo sociocultural, pero no cambio lo biológico. La vida útil de los ovarios sigue siendo la misma, quizás hasta algo menor, incluso, por la disminución de la fertilidad en las mujeres que vamos viendo en las últimas décadas. La fertilidad de las mujeres y de los hombres no es la misma que hace 50 años. —¿Qué cantidad de nacimientos que hay en la Argentina, por año, por tratamientos de fertilidad? —La mayoría de los centros reportan al Registro

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En pandemia, aumentaron un 60% las consultas para vitrificar óvulos

Los cambios socioculturales y los avances científicos muestran cómo se posterga la búsqueda de los hijos y el surgimiento de nuevos tipos de familia. Hay un fenómeno que se viene evidenciando desde hace algunos años, pero desde que se desató la pandemia atraviesa un boom. Se trata de la vitrificación de óvulos, que por razones personales, sociales o de otro tipo gana cada vez más adeptos en la Argentina. “Las consultas para vitrificar óvulos aumentaron desde que se presentó la pandemia en un 60%. El motivo es la incertidumbre que trajo la pandemia en cuanto al futuro, al trabajo, a lo económico, no sólo en aquellas mujeres que tienen el deseo en el futuro cercano, sino en aquellas que lo ven como una apuesta para más adelante, inclusive algunas que tienen pensado nunca tener hijos, ante la eventualidad de que pudieran cambiar de idea”, explicó el doctor Sergio Pasqualini, referente en medicina reproductiva y director científico del Instituto Médico Halitus. A lo largo de los años, los avances de la ciencia permitieron a muchas personas concretar su deseo de tener un hijo, pero en momentos en que la incertidumbre está presente muchos optan por postergar su concreción. De esta manera, la vitrificación es un gran avance tecnológico que implica la extracción de los óvulos de la mujer, los cuales luego se almacenan en un laboratorio y se conservan en nitrógeno líquido a -196 ºC. “La vitrificación de óvulos no afecta su calidad. Por lo tanto, si la evaluación previa de su reserva ovárica es aceptable, la mujer estaría en condiciones de hacerlo”, explicó Pasqualini, quien acaba de publicar el libro Nuevas Familias, donde junto al médico Agustín Pasqualini, recopilaron historias de aquellos que acudieron a la ciencia para cumplir el deseo de ser padres. De todas maneras, independientemente de la edad de la madre que consulta, destacan que es importante explorar cómo se encuentra la reserva ovárica, dado que hay casos en los que, por ejemplo, a los 35 años no califican para este procedimiento, mientras otras a los 40 sí. En esta línea, hay otro tema relacionado con la maternidad que en este siglo se escucha cada vez más: la gestación por sustitución. “No hay una ley que regule la gestación por sustitución, pero tampoco hay una ley que la prohíba. Al no haber ley, todo lo que no está prohibido está permitido. Nuestro programa de gestación por sustitución nació en el año 2011, y en el 2013 logramos que por primera vez la Justicia dictaminase que los padres que tuvieron la voluntad procreacional, no la madre gestante, es decir, la que llevó adelante el embarazo, fuesen declarados como los padres para la ley. Hasta ese momento para la ley argentina la madre era la que parió”, resaltó el médico. Por último, Pasqualini señala que desde Halitus registraron una curva ascendente en cuanto a las consultas por subrogación de vientre. Entre 2011 y 2021 recibieron un total de 671, de las cuales 154 se registraron en 2020; 459 casos son familias biparentales, 130 homoparentales, 82 monoparentales

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¿La pandemia provocó un descenso en la natalidad?

La tasa de natalidad en EEUU se redujo 4% en 2020 y es la más baja de la historia. La crisis sanitaria global aceleró la tendencia entre las mujeres estadounidenses de retrasar el embarazo. ¿Qué pasa en la Argentina y cuáles son las causas, según los especialistas? Cuando se evalúan y dimensionan los efectos a largo plazo que la pandemia por COVID-19 dejará en la humanidad, se piensa en lo netamente médico y psicológico referido a la salud de las personas. Ahora, un nuevo informe del gobierno estadounidense dejó ver que la tasa de natalidad disminuyó por sexto año consecutivo en 2020 en ese país, hecho que los especialistas analizan como una evidencia temprana de cómo la pandemia de coronavirus aceleró una tendencia entre las mujeres de ese país de retrasar el embarazo. Los nacimientos cayeron alrededor de un 8% en diciembre en comparación con el mismo mes del año anterior, según mostró un desglose mensual de los datos del gobierno, que reveló que diciembre tuvo la mayor caída y, durante todo el año, los nacimientos disminuyeron un 4%. Así, el año pasado hubo 3.605.201 nacimientos en los Estados Unidos, el número más bajo desde 1979. Además, las cifras evidencian que la tasa de natalidad, medida como la cantidad de bebés por cada mil mujeres de 15 a 44 años, cayó alrededor del 19% desde su pico reciente en 2007. La disminución de la tasa de natalidad es solo una parte del panorama demográfico cambiante de Estados Unidos. Combinado con una nivelación sustancial de la inmigración y el aumento de muertes, la población del país durante la última década se expandió al segundo ritmo más lento desde que el gobierno comenzó a contar en el siglo XVIII. La pandemia, que elevó la tasa de mortalidad y aumentó aún más la tasa de natalidad, parece haber profundizado esa tendencia, publicó The New York Times. Kenneth Johnson es demógrafo de la Universidad de New Hampshire y calculó que, junto con el aumento de las muertes, un 18% más que en 2019, la caída de los nacimientos está contribuyendo al envejecimiento de la población estadounidense: en un total de 25 estados había más muertes que nacimientos el año pasado, en comparación con cinco a fines de 2019. “La tasa de natalidad es la más baja que jamás haya existido”, dijo el experto, para quien “en algún momento la pregunta va a ser: las mujeres que retrasaron tener bebés, ¿alguna vez los van a tener? Si no lo hacen, es una muesca permanente en la estructura de nacimientos en Estados Unidos”. Los nacimientos tienden a descender después de las crisis económicas, ya que las mujeres posponen tener bebés debido a la incertidumbre con respecto al trabajo y los ingresos. La tasa de natalidad se redujo drásticamente a principios de la década de 1930, después de que una caída del mercado de valores precipitara la Gran Depresión. Pero repuntó unos años más tarde, una vez que la economía comenzó a recuperarse. Sin embargo, la reciente caída, que comenzó después de la Gran Recesión en 2008, continuó, a pesar de las mejoras en la economía. Este patrón inusual llevó a los demógrafos a preguntarse si está sucediendo algo más. “Es un gran cambio social en los Estados Unidos”, opinó Alison Gemmill, demógrafa de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins que estudia la fertilidad. “Un cambio gradual de la formación de la familia a edades posteriores”. En la Argentina, según indicaron a Infobae fuentes del Ministerio de Salud de la Nación, cartera a cargo de la publicación anual de esos indicadores, “la tasa de natalidad de 2020 todavía no está actualizada, debido a que siempre se cierra al año siguiente”. Sin embargo, algunas cifras dejan ver que la tendencia sería similar a la evidenciada en los EEUU. El médico obstetra y director de la Maternidad Ramón Sardá Eduardo Valenti (MN 48.574) informó que “en la ciudad de Buenos Aires, hubo en 2020 una disminución de la natalidad del 18% en relación a 2019”. “Un relevamiento de las 12 maternidades públicas de CABA arrojó que nacieron el año pasado 16.997 niños, y en general un número similar ocurre en el ámbito privado”, aseguró a este medio el profesor titular de Obstetricia de la Facultad de Medicina de la UBA. En el ámbito porteño, según Valenti, la tasa de natalidad “fue disminuyendo desde 2016 como en todas las grandes ciudades”. Puntualmente en los últimos dos años había bajado un 15% en 2019 y lo hizo tres puntos porcentuales más durante el primer año de pandemia. La causa, para él, es que “los programas de planificación familiar dieron sus frutos y empoderaron a las mujeres para tener más conciencia de sus embarazos”. Y en lo que respecta a 2020 reconoció que esperaban en los meses de diciembre, enero y febrero “una lluvia de partos producto de los primeros meses de cuarentena y eso no ocurrió”. En su interpretación, el fenómeno tiene que ver con que “la gente al estar más en sus casas tuvo más relaciones sexuales, lo que se evidencia en que nunca se suspendió la provisión de anticonceptivos y preservativos en los hospitales ni los médicos dejaron de recetarlos, ya sea de manera presencial o virtual, pero evidentemente se cuidaron con más planificacion”. Valenti contó que en la Maternidad Sardá ocurrió un hecho inédito y es que fue el único hospital materno infantil de la ciudad donde aumentaron los partos en 2020. “Tuvimos un 3% más de nacimientos respecto a 2019 y creemos que es porque el sistema de salud se vio colapsado por casos de COVID-19 y con todo asidero las mujeres que no querían ir a los hospitales y se dirigieron a la Sardá, donde teníamos muy pocas internaciones por esa patología”, analizó, al tiempo que consideró que allí las futuras madres “se sienten más protegidas”. Por su parte, el centro de medicina reproductiva IVI Buenos Aires, durante 2020 vio reducida en un 49% la demanda de los tratamientos de reproducción asistida.

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La hormona antimülleriana: un marcador de fertilidad femenina

Su nivel en sangre es un fiel indicador de la reserva ovárica y refleja con más exactitud la edad reproductiva en la mujer. Los especialistas en fertilización asistida recomiendan este análisis como uno de los más útiles en la evaluación temprana de la fertilidad. Cada vez es más frecuente que las parejas se formen tarde, los matrimonios se demoren y la maternidad quede postergada por razones de realización personal o estabilidad laboral. Sin embargo, los especialistas en reproducción advierten acerca de los peligros de postergar demasiado la búsqueda del primer bebé. Lo que sucede –dicen los médicos– es que se comienza la búsqueda del embarazo cada vez más cerca de la edad del deterioro de la fertilidad femenina e incluso, los tratamientos suelen ser menos eficaces en mujeres de más de 35 años porque disminuye la reserva ovárica, baja la calidad de los óvulos y con ello la posibilidad de embarazos. Las recomendaciones incluyen una evaluación temprana de la reserva ovárica a través del análisis de ciertas hormonas como LH, FSH, y antimülleriana (AMH), que junto con una ecografía al inicio del ciclo, permitirían tener un panorama más completo de la fertilidad de la paciente. “El ovario femenino y con él la fertilidad femenina declinan a partir de la primera menstruación. Inicialmente ese declive es muy lento pero a la edad de 37 ó 38 años aproximadamente, cuando se cree que el ovario tiene cerca de 25.000 folículos, el descenso de la fertilidad se acelera hasta que alrededor de los 1.000 folículos, se alcanza la menopausia, a la edad de 51 o 52 años”, señaló el doctor Sergio Pasqualini. Los estudios hormonales –agregó el especialista– pueden ser analizados en relación a la edad de la paciente y permiten determinar el estado de la reserva ovárica. Si surgiera alguna alarma, podemos aconsejar buscar el bebé sin demora o bien intentar congelar óvulos. Pero lo ideal es siempre criopreservar óvulos antes de esa alarma y recordar que el período más fértil de la mujer es alrededor de los 25 años, disminuye lentamente hasta los 30 y algo más hasta los 35, acentuándose a partir de ese momento. Una hormona clave La hormona antimülleriana es una glicoproteína que actúa en la diferenciación sexual embrionaria. Producida en el varón por las células de Sertoli del testículo, su acción en la etapa fetal es la regresión de los conductos müllerianos como útero, trompas de Falopio y vagina para el desarrollo normal del feto masculino. Sin embargo, en las mujeres se produce en la etapa adulta a partir de las células de la granulosa de los folículos pre-antrales y antrales pequeños y tiene una aplicación clínica importantísima en los estudios previos a la inducción de la ovulación. Se la utiliza para evaluar la fertilidad en la mujer porque, a diferencia de la FSH, puede ser medida en cualquier momento del ciclo y refleja mejor la reserva ovárica. Consultada por Faba-Informa, la doctora Cecilia Zylbersztein, con una amplia experiencia en el tema, señaló que “hace unos años los médicos pedían el dosaje de inhibina B en fase folicular temprana conjuntamente con FSH y Estradiol para evaluar la fertilidad, pero en los últimos años se incorporó la determinación de la hormona antimülleriana, que de acuerdo a la literatura, es un mejor marcador de reserva ovárica, de respuesta a tratamientos de estimulación y de posibilidad de embarazo”. Y eso se debe fundamentalmente a que la inhibina B fluctúa del mismo modo que lo hace la FSH en los distintos ciclos, en cambio la antimülleriana no está regulada por FSH. La hormona antimülleriana –agregó la especialista– que regula la incorporación de folículos al pool de crecimiento y asegura una mono-ovulación, cuando está en niveles muy elevados, que es lo que sucede en mujeres con ovarios poliquísticos, inhibe la acción de la FSH determinando anovulación. “A las mujeres jóvenes que por ejemplo, en varios ciclos no respondieron a un tratamiento de estimulación, se les está empezando a medir la hormona antimülleriana en etapas más precoces”, sostuvo. Zylbersztein, quien acaba de publicar una revisión acerca de la influencia de esta hormona en la salud reproductiva de la mujer en la revista de Endocrinología Ginecológica y Reproductiva, comentó que “para nuestra sorpresa, así como hay mujeres de 35 años que tienen un nivel de hormona antimülleriana absolutamente normal, hay chicas de 28 años con niveles hormonales que no se condicen con lo esperable para la edad. En esos casos puede ser que hayan actuado noxas, efectos de contaminación ambiental, o una predisposición hereditaria que determinaron un envejecimiento ovárico acelerado, mayor del que correspondería a la edad cronológica”. La reserva ovárica se puede definir como la cantidad de folículos y la calidad de sus ovocitos. La pérdida de ese capital folicular, que desde el nacimiento hasta la pubertad de la mujer fisiológicamente sucede por atresia o apoptosis, continúa en la edad fértil y disminuye con los años. Muchas veces la edad cronológica no es un buen indicador de la edad reproductiva de la mujer. “Hay trabajos que han medido los valores de la hormona antimülleriana a través de las distintas etapas de la vida en las mujeres y si bien se observó una gran dispersión en los valores para cada grupo etario, se demostró que disminuía significativamente con el aumento de la edad hasta hacerse no detectable en la menopausia. Cuánto más alto era el valor de la hormona mayor el número de folículos disponibles con una mejor respuesta a la estimulación ovárica. Valores muy elevados de la AMH, en general asociados a pacientes con ovarios poliquísticos, requieren un mayor cuidado en los tratamientos de estimulación para evitar los riesgos de una hiperestimulación ovárica”, señaló Zylbersztein. El dosaje de esta hormona puede ser decisivo ante un tratamiento de fertilización asistida. “En este momento los grupos dedicados a fertilización asistida son los que más piden esta determinación hormonal en sangre porque la consideran un parámetro de mucho peso, y no me parece mal porque es una manera de caracterizar eficientemente a una paciente antes

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