Nombre del autor:Fundación REPRO

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¿Qué sucede en el cerebro de las mujeres durante el orgasmo?

Si bien hay una vasta literatura respecto de la actividad de las regiones cerebrales durante la excitación sexual en hombres y mujeres, existen desafíos metodológicos para dichos estudios durante el orgasmo, principalmente en el femenino. El orgasmo femenino es un misterio. También para los científicos, que desde los tiempos de Aristóteles tratan de buscar una explicación -evolutiva- a esa sensación de euforia que ni es necesaria para la reproducción ni, además, es experimentada por muchas mujeres, pero que, en cambio, es un proceso neuroendocrino tan complejo que hace imposible que sea, simplemente, un “accidente” evolutivo. ¿Qué sucede en el cerebro de una mujer cuando tiene un orgasmo? ¿Es la actividad cerebral durante un orgasmo diferente del período de intensa excitación sexual que precede inmediatamente al orgasmo? ¿Hay alguna diferencia si la mujer se masturba o es estimulada por su pareja? Un estudio llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Rutgers en Newark y publicado en The Journal of Sexual Medicine en 2017 utilizó imágenes de resonancia magnética funcional para proporcionar respuestas a estas y otras preguntas sobre cómo se desarrolla la excitación sexual y el orgasmo en el cerebro de una mujer. Durante mucho tiempo, asumimos detalles sobre el orgasmo femenino en función de su contraparte masculina. Y solo desde 2011 hemos podido trazar un mapa de lo que sucede en el cerebro de las mujeres durante la estimulación sexual. Así que aún hoy, en el marco del Día Internacional del Orgasmo Femenino, hay mucho sobre lo que ocurre en el cerebro femenino durante el orgasmo que queda por explorar. “Hay muchas cosas que todavía no entendemos sobre los orgasmos”, explica Barry Komisaruk, neurocientífico de Rutgers y autor principal del estudio. Como dijo en diálogo con la revista científica New Scientist Julia Heiman, investigadora sexual de la Universidad de Indiana, “la cantidad de especulaciones frente a los datos reales sobre la función y el valor del orgasmo es notable”. Los estudios de Komisaruk han demostrado que tanto en hombres como en mujeres que se acercan al orgasmo, se produce una serie predecible de eventos en el cerebro. No es sorprendente que, a medida que se produce la estimulación sexual, se activen las regiones del cerebro que se sabe están involucradas en el procesamiento de nuestro sentido del tacto. A partir de ahí, sin embargo, una serie de áreas cerebrales aparentemente no relacionadas, como el sistema límbico (involucrado en la memoria y las emociones), el hipotálamo (involucrado en el control corporal inconsciente) y la corteza prefrontal (involucrada en el juicio y la resolución de problemas), se unen en, con uno tras otro mostrando niveles elevados de activación. Para cuando realmente experimentas un orgasmo, “se activan más de 30 sistemas cerebrales principales”, advierte Komisaruk. “No es un evento local y discreto. No hay un ‘centro de orgasmo’. Está en todas partes”. Pero, comencemos desde el principio. El orgasmo o clímax es la descarga repentina de la tensión sexual acumulada, durante el ciclo de la respuesta sexual, resultando en contracciones musculares rítmicas en la región pélvica caracterizadas por el placer sexual. Para Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, el orgasmo puede definirse como “la duración y el número de contracciones varían de una mujer a otra y en cada relación sexual. Sin embargo, en resumen, el orgasmo es una respuesta fisiológica, emocional y social que une el cuerpo a la capacidad de gozar la experiencia sexual”. Si bien existen algunas diferencias fisiológicas claras entre los orgasmos femeninos y masculinos (los orgasmos femeninos duran aproximadamente 20 segundos, en lugar de 10, por ejemplo), los experimentos en el laboratorio de Rutgers y en otros lugares han demostrado que en el cerebro, un orgasmo es un orgasmo, independientemente de el sexo de alguien. “Vemos todas las mismas regiones activadas”, dice Komisaruk. Una investigación de tomografía por emisión de positrones realizada en la Universidad de Groningen en los Países Bajos ha llegado a la misma conclusión. “Las investigaciones más recientes que informan sobre las diferencias en el proceso de excitación sexual, han incluido a personas heterosexuales, homosexuales y también a personas transgénero. Utilizando la resonancia magnética cerebral descubrieron que no hay diferencias notables en la activación cerebral de las personas de distintos sexos y géneros ante estímulos similares. Esto nos confirma lo que estudios anteriores sugerían respecto de la importancia de las percepciones a nivel cortical, que a su vez están moduladas por múltiples factores no solo neurológicos, sino también de orden cognitivo”, aseveró consultada por este medio la doctora Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico. El circuito cerebral del placer “En la fase de estimulación sexual y física, y en el momento del clímax se activan numerosas áreas y estructuras cerebrales. Estas, al ser bombardeadas de estímulos nerviosos procedentes de la zona genital, estimulan el circuito de recompensa del cerebro y son las responsables de que experimentemos el orgasmo con todo lo que implica. A pesar de todas las reacciones fisiológicas, el órgano que tiene el control absoluto sobre la presencia o ausencia de orgasmo es el cerebro. Y su compañero fiel es el resto del sistema nervioso. Sin el envío de impulsos nerviosos a la médula espinal y al cerebro no existirían los orgasmos”, señaló en diálogo con Infobae Claudio Waisburg, neurocientífico, director del Instituto Neuropediátrico SOMA. Y añadió: “En el área genital existen una enorme cantidad de nervios, que van enviando información al cerebro acerca de lo que la persona está experimentando. Cada una de estas terminaciones produce en la persona distintos efectos. Solamente en el clítoris hay más de 8.000 terminaciones nerviosas. Así que, imaginate el cúmulo de sensaciones que puede llegar a tener la mujer y la cantidad de procesos que tienen lugar en el cerebro durante el orgasmo. Estos nervios genitales se comunican con otros más largos que, a su vez, transmiten esa información a la espina dorsal. De ahí a la médula espinal y en su trazo ascendente llegan al cerebro”. Cuando comienza la excitación, el cerebro

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No estamos solos: qué nos pasa cuando buscamos un embarazo que no llega

Cuando nos damos cuenta de que ese hijo no llegará tan fácil y corremos a los brazos de la ciencia en busca de ayuda, empezamos un camino turbulento. Llenamos nuestra agenda de turnos médicos, ponemos el cuerpo en estudios invasivos, vemos trastornarse nuestra vida íntima y de pareja y nos preguntamos ¿Por qué a mí? Somos muchos, no estamos solos entérate cómo transitarlo mejor. Es difícil generalizar pero, en general, cuando nos encontramos con un diagnóstico de infertilidad, es decir, cuando después de un año de buscar un hijo con relaciones sexuales frecuentes sin métodos anticonceptivos un médico nos da su sentencia, nos revuelve un  tsunami. Sentimos frustración porque ese deseo tan fuerte de querer tener un hijo amenaza con quedar trunco y, aunque nos den alternativas esperanzadoras, pensamos en todos esos hijos que surgen sin tanta angustia y de una noche de placer, nos llenamos de bronca, nos preguntamos ¿Por qué a mí? La Organización Mundial de la Salud ha definido a la salud reproductiva como “el estado general de bienestar físico, mental y social, y no una mera ausencia de enfermedad o dolencias, en todos los aspectos relacionados con el sistema reproductivo y sus funciones y procesos. Por ello, se debe tener en cuenta que la imposibilidad de procrear es una deficiencia que puede afectar en forma real y efectiva la calidad de vida, siendo que la salud reproductiva involucra la salud psicofísica de ambos cónyuges, además de su derecho a procrear”, sostienen desde la ONG Concebir No es fácil atravesar la infertilidad. Muchos médicos minimizan el problema porque no hay riesgo de vida. “Hay cosas peores”, te dicen algunos; otros más religiosos que “Dios no lo quiere”, algún tercero: “Tenés que soltar y va a llegar”. No hay certezas. Mientras tanto vos te aferrás a la esperanza de que con ayuda de la ciencia el embarazo el hijo llegará pronto, pensás que es sólo un desvío y corrés a los brazos de la medicina reproductiva en busca de ayuda. “Cuando una mujer tiene que encarar por primera vez un tratamiento de fertilidad, generalmente llega con bastante frustración por no haber logrado el embarazo de forma espontánea. A veces con mucha angustia por haber recibido un diagnóstico médico que explica sus problemas reproductivos, pero también con un alto grado de ilusión por el comienzo de una nueva etapa: la medicina reproductiva puede ayudarme”, dice la psicóloga Laura Wang, especialista en medicina reproductiva. No estamos solos. Con algunas variaciones, esto nos pasa a la mayoría de quienes nos topamos con este “martes 13”, como lo cuento en mi libro El deseo más grande del mundo. Testimonios de mujeres que quieren ser madres (Paidós), como se animó a contarlo María Julia aquí, en Border, o la periodista Milva Castellini. Entonces empieza un camino en el que nuestra vida queda de alguna forma entre paréntesis, poniendo el cuerpo en tratamientos invasivos, llenando nuestra agenda de turnos médicos, esperando horas y horas en salas de espera desangeladas, recordándonos en voz alta o mentalmente que estamos allí por nuestra propia voluntad, pero queriendo en secreto salir corriendo. Tal vez desistamos de cambiar de trabajo -si lo tenemos- porque no queremos perder los beneficios; posterguemos la idea de mudarnos, o nos hayamos mudado hace poco y pasemos cada día por “ese cuarto que espera”, el cuarto del hijo por venir, con cierta angustia. Seguramente cada pregunta de  “¿Y? ¿Ustedes para cuándo” sea como una puñalada. El promedio de las parejas tardan tres tratamientos de fertilidad, tres intentos, en lograr un embarazo, según la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva. Otras tienen más suerte; otras menos. Algunas se estancan años en esta búsqueda. Hay quienes logran convivir con ella de manera más fluida, hasta decir basta. No hay medidas respecto de hasta dónde llegar con los intentos. Depende de cada uno y de su subjetividad. “Los centros de fertilidad son lugares de mucha ambivalencia. Por un lado es la solución a los problemas y al mismo tiempo, les recuerda que algo en su capacidad reproductiva no anda bien y necesitan ayuda”, comenta Wang. Y agrega: “Muchas veces el diagnóstico no es preciso (¿Tal vez la calidad ovocitaria? ¿O el grosor del endometrio? ¿La movilidad de los espermatozoides? ¿Será que tengo algo que impide la implantación?) Y todas las pacientes se ubican en una posición activa y se preguntan con ansiedad si tienen algo para hacer. La tendencia es a controlar: estudios, fechas, información. Pero creo que lo mejor que pueden hacer es (activamente) generar el espacio y las condiciones propicias para dejarse (pasivamente) fecundar por el deseo de maternidad que las llevó hasta allí”. Somos muchos, cada vez más con la postergación de la maternidad.  Una de cada seis parejas es el dato  más conservador. Los números del sector, si bien no hay estadísticas oficiales, van en alza. En su libro Siglo XXI), las psicólogas Silvia Jadur y Viviana Wainstein dan una serie de sugerencias para atravesar esta etapa pensando siempre que ante la angustia que supone la no concreción de ese deseo, las personas “no infertilicen el resto de su vida”. “No poder nunca es el principal, temor, la sensación de pánico de que el tiempo va pasando y que no se consigue. Hay que ofrecer tranquilidad, siempre se puede armar una familia, siempre”, dice Silvia Jadur.  “Hay muchas puertas para abrir, distintos tratamientos, desde sencillos a los de alta complejidad; cuando no hay óvulos que tengan capacidad de ser fertilizados o espermatozoides, se puede recurrir a la donación de gametas; y otra puerta para abrir es la adopción, que es otro camino para ser padres”, agrega Wainstein. La periodista Milva Castellini, que pasó años buscando a su primer hijo Martiniano, e incluso filmó y dio su testimonio audiovisual de todo el proceso, dice en el Prólogo de Cuidar la fertilidad (Paidós), el libro del doctor Sergio Pasqualini: “Vamos aprendiendo a medida que hacemos camino. Cuando comenzamos un tratamiento de fertilización, no tenemos ni idea de todo lo que nos espera. No sabemos aún todo lo que hay que afrontar.(…) A veces se trata de volver a intentarlo,

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Preservar óvulos para planificar la maternidad: las consultas aumentaron el doble durante la pandemia

El miedo al coronavirus, el dinero disponible por las restricciones a los viajes y la idea de detener el tiempo que trajo la nueva normalidad, entre las razones del fenómeno. Valeria Serrano cuenta su experiencia: “Hoy no estoy decidida a ser madre, pero no quería castigarme el día de mañana”. Valeria Serrano, de 36 años, cuenta que no pensaba en la maternidad como un deseo desde muy joven. “Nunca fui muy ‘Susanita’”, dice. Sin embargo, aclara que aunque hoy no quiere ser madre, quizá cambie de opinión y por eso contempló la posibilidad de que se concrete en el futuro. Con esa premisa, decidió congelar óvulos hace casi un año. El caso de Valeria refleja una tendencia: por distintos motivos, las consultas y realización de este tratamiento que permite preservar la fertilidad crecieron de manera significativa durante la pandemia. De acuerdo con un relevamiento de TN.com.ar, las solicitudes en clínicas e institutos médicos que realizan la práctica aumentaron entre un 60% y un 137%. Técnicamente, la vitrificación o criopreservación de las células reproductoras u ovocitos, consiste en extraerlos del cuerpo para conservarlos. Es decir, se trata de una técnica de reproducción asistida, pero, en este caso, sin realizar inseminación ni fecundación. El procedimiento, de la mano de los avances de la medicina reproductiva, otorga así una posibilidad de planificar para el largo plazo, algo impensado décadas atrás. Con la irrupción de la pandemia, y luego de un primer momento en el que se paralizó prácticamente todo, esa necesidad y la idea de “detener” el tiempo en este aspecto biológico tuvo su resonancia. “Nunca fui muy de las que desde chicas quieren ser mamás. Pero siempre tuve claro que una cambia con el tiempo. Hoy no estoy decidida a ser madre”, relata Serrano, instrumentadora quirúrgica, a este medio. “Ahora estoy en pareja, pero en ese momento no y tampoco estaba decidida a ser madre sola. No quería el día de mañana castigarme por no haberlo hecho”, agrega. En su caso, la pandemia la empujó a iniciar el tratamiento por una cuestión de tiempos. “Hacia julio o agosto en mi trabajo estábamos asistiendo de manera rotativa y como era algo que venía posponiendo , sentí que era el momento indicado”, detalla. La expansión del coronavirus coincidió por diversos motivos con la determinación de avanzar con la práctica. El doctor Fernando Neuspiller, tocoginecólogo y director del centro de reproducción asistida IVI, confirmó la tendencia a TN.com.ar. Según su experiencia, son múltiples las razones, entre las que destacó varias que se repitieron en las consultas de los últimos meses. Por un lado, el factor económico. “Mucha gente, que puede acceder, tiene más disponibilidad que antes al destinar el dinero que utilizaba para viajar o salir. Por otro lado, la pandemia generó mucho miedo a la enfermedad y deciden preservar por eso, hasta que pase este momento”, enumeró. Otro de los puntos, según consignó, tiene que ver con aquellas mujeres que buscan estar en pareja para tener hijos. En dicha clínica, durante el verano del 2021 la demanda del tratamiento de vitrificación creció en un 137%, en comparación con el mismo período del año anterior. Desde la Fundación Repro (dedicada a la investigación y la docencia en reproducción) presidida por Sergio Pasqualini, médico ginecólogo y también director del instituto médico Halitus, coincidieron en la percepción. De acuerdo con sus estadísticas, las consultas subieron un 60% y los tratamientos efectivamente hechos aumentaron un 20%. “El comienzo de la pandemia coincidió con un tiempo en el que la temática de la vitrificación de óvulos se fue instalando cada vez más como una opción para la preservación de la fertilidad y la planificación reproductiva”, aclaró Pasqualini. “Es decir, coincidió y tal vez hizo que se generaran incertidumbres que motivaran”, agregó. En este contexto, según aporta el médico ginecólogo Diego Griessi, director médico de la clínica especializada Fertilab, sobre todo el año pasado, se repitieron también dudas ante el desconocimiento del COVID-19 y el impacto que podría tener o no en la capacidad reproductiva. “Pasados los meses y observando los resultados de varios trabajos, no se pudo demostrar con la información disponible hasta ahora una influencia en estas variables”, aclaró Griessi. El factor tiempo y el parate que implicó en muchos sentidos los meses de aislamiento y de pausa de actividades, fue determinante debido a que uno de los parámetros principales que se consideran para la criopreservación es la edad de la persona. Los profesionales de los tres institutos se explayaron en este punto. Una vez que se preservó la mayor cantidad de posible según la reserva ovárica de cada paciente permanecen congelados hasta que decida utilizarlos o no. “Si bien los tiempos de los tratamientos se acotaron en los últimos años, la gran mayoría esperan menos de 5 años. Pero cuanto más jóvenes son, en general es más tiempo”, aportó Neuspiller. Sin embargo, siempre aclaran que cada cuerpo es particular y es necesario explorar la reserva ovárica en todos los casos, de forma previa, debido a que juventud no siempre es garantía indefectible de fertilidad. “Puede haber mujeres de 40 años que estén dentro del grupo que mantiene una reserva satisfactoria, y a veces hay casos de personas más jóvenes que no califican para hacerlo porque la reserva ovárica no está en condiciones”, apuntó Pasqualini. “Pasados los 40 años de edad biológica del ovocito, los resultados son pobres, ya que se observa un aumento de las alteraciones genéticas, sumado a la baja tasa de supervivencia una vez desvitrificados”, detalló Griessi. “Por lo tanto, lo ideal es hacerlo antes de los 30 años, aunque las estadísticas nos arrojan que más del 60% lo hacen entre los 35 y 39″, puntualizó. En qué consiste el tratamiento Los pasos a seguir, según explicaron los profesionales, son los mismos que los de un ciclo de fecundación in vitro. Primero se realiza una estimulación de la ovulación aproximadamente durante unos 10 días. “Se inicia en el día dos del ciclo, aproximadamente, y la aspiración folicular (método por el que se extraen los

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¿Tener hijos se convirtió en un lujo que pocos pueden darse?

La situación económica, la dificultad para acceder a una casa propia, la incertidumbre por la pandemia, entre otros factores se volvieron limitantes para muchas parejas a la hora de pensar en traer un hijo al mundo. ¿Por qué algunos ven en la maternidad y paternidad una renuncia a otros deseos y objetivos de la vida? Ser madre y hacerse espacio en el mundo laboral se presentan, en pleno siglo XXI, como dos desafíos incompatibles para muchas mujeres. Suele ocurrir que lo que exige y demanda la actividad laboral lleva a muchas a pensar en la imposibilidad de conciliar su trabajo con una futura maternidad. Y es allí cuando a la frustración por no obtener logros laborales o económicos se mezcla con los deseos y las ganas contenidas de mujeres que aspiran a tener hijos en medio de un panorama nada alentador. ¿Son la situación económica, la dificultad para acceder a una casa propia, la incertidumbre por la pandemia, etcétera impedimentos para la búsqueda de un hijo? ¿O sólo una manera de posponer algo que genera incertidumbre y postergarlo en el tiempo? ¿Es un hijo un “lujo” que muchos hoy no pueden darse por limitaciones que van más allá de lo estrictamente relacionado con la reproducción? Sobre todo eso, Infobae consultó a especialistas, para intentar ahondar los sentimientos, emociones y sensaciones que se ponen en la balanza a la hora de pensar en traer un hijo al mundo. Está claro que desde marzo de 2020 el mundo cambió, y la inseguridad que genera la poca posibilidad de proyectar a largo plazo incluye -sin dudas- la planificación de una familia. “La búsqueda de un hijo tiene condicionantes internos y externos”, comenzó a explicar la licenciada en Psicología Patricia Martinez (MN 24.411). Y continuó: “Los internos pueden estar relacionados con la personalidad y/o con las respuestas adaptativas o desadaptativas que cada persona puede ofrecer frente a los condicionantes externos. En la actualidad los condicionantes externos son múltiples y muy demandantes. Hoy, al mismo tiempo que una persona tiene que desdoblar sus esfuerzos para recibirse, formarse a nivel profesional y posicionarse en lo laboral, también debe dirigir sus esfuerzos hacia lograr una performance económica que le permita proyectarse para ofrecerle a su hijo una crianza saludable”. Y si bien aclaró que “no todo pasa por lo económico, pero sí es cierto que la mayoría desea ofrecerle a un hijo cuanto menos lo mismo que cada uno tuvo en valor en su vida”, amplió que “para las generaciones actuales ese ‘piso’ es muy costoso e incluso a veces inalcanzable”. “Este es uno de los primeros grandes condicionantes para la búsqueda de un hijo”, sostuvo la especialista en familia de Halitus Instituto Médico. En ese sentido, al parecer, no es un condicionante que puede leerse sólo desde lo económico sino más bien de cómo lo económico nos aleja de la maternidad/paternidad en tanto es un limitante para reproducir las condiciones básicas de desarrollo que uno como persona pudo gozar durante su crecimiento. Para la licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247), “hay muchas mujeres que fantasearon bastante tiempo con la idea de tener un hijo, y quizá más de uno”. “Pero a medida que las mujeres somos más activas en el mercado laboral, vamos logrando puestos de trabajos con jerarquía, la sociedad nos empieza a dar un lugar más allá del de ser madres, podemos llevar a cabo proyectos y lograr un puesto de trabajo que nos da satisfacción, el deseo maternal muchas veces se va posponiendo”, analizó la especialista en maternidad y crianza. Y tras asegurar que “a veces la realidad económica y las dificultades de conseguir un buen trabajo o una solvencia obstaculizan este proyecto de ser madres porque se impone la fantasía sobre qué se tiene para darle a ese hijo”, Ruda evaluó que “en ocasiones estos pensamientos determinan si es posible o si es el momento o no de traer hijos al mundo, y cuántos”. En este punto, se impone la pregunta: ¿Es un hijo un “lujo” que muchos hoy no pueden darse por limitaciones que van más allá de lo estrictamente relacionado con la reproducción? – Martínez: Un hijo no es lujo, pero es cierto que a veces es un “objeto” muy deseado. En tanto se busca y no viene, e incluso se incursiona en tratamientos de fertilidad, etc. toma un poco ese carácter de “lujo” que muchos no se pueden dar. Pasar de un hijo objeto de deseo a un hijo lujo es un pasaje muy triste al cual nos enfrenta muchas veces la vida moderna, en la cual las exigencias desde lo económico y desde lo profesional nos llevan a una postergación que en algunos casos es irreversible. Cuando un hijo deseado debe ser postergado una vez, dos veces y más porque las condiciones externas son adversas, lo que debiera ser natural se vuelve inalcanzable y adquiere ese carácter de “lujoso”. En el mundo en el que vivimos voraz y exigente el derecho por naturaleza se vuelve un lujo y los lujos a veces se naturalizan. Por esta razón la aspiración a tener un hijo a pesar de ser un deseo y un derecho básico de un ser humano entra en la categoría de lujo, hasta hacerlo, a veces, inalcanzable. Consultada sobre si a la espera de “el momento ideal” se corre el riesgo de perder los tiempos biológicos, o incluso el propio deseo, Ruda analizó que “muchas veces el deseo de ser madre está más allá de la vida socioeconómica, en el sentido de que muchas parejas posponen la ma/paternidad porque fantasean con el ideal de la estabilidad previa”. Y así, planean dejarlo “para cuando tengamos la casa”, “cuando me aumenten el sueldo”, “cuando esté en un trabajo mejor”, lo que -para Ruda- “en muchas ocasiones es una manera de postergar el deseo en sí por las fantasías que se tienen sobre la maternidad (y paternidad)”. “Lo más común es que cuando el deseo se instala, con los miedos que tengamos que enfrentar, los hijos llegan y

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Tiene 43 años Pampita, otra vez mamá: cómo es el embarazo después de los 40

Carolina “Pampita” Ardohain dio a luz a su quinta hija, la primera con su marido, Roberto García Moritán. Qué controles son necesarios para llevar adelante un embarazo saludable a su edad. “Nos vemos en unos días”. Bajo esa premisa y con imágenes del sanatorio donde recientemente tuvo a su bebé Carolina «Pampita» Ardohain se despidió por unos días de sus seguidores en Instagram, de cara a la llegada de su quinta hija, la primera con su marido, Roberto García Moritán. Carolina Ardohain tiene 43 años y ya es madre de Bautista, Beltrán y Benicio, fruto de su relación con Benjamín Vicuña. La primera hija de la pareja, Blanca, murió a en 2012 a los seis años como consecuencia de una neumonía hemorrágica provocada por una bacteria. El 18 de enero pasado Pampita anunció su embarazo en sus redes sociales y dijo: “Dios nos mandó el regalo que soñábamos. Ella ya nos tiene locos de amor”. Sin develar el nombre, la modelo y conductora se refiere a ella como su “bebita”. El embarazo después de los 40 “Cuando una mujer de 40 años consulta para quedar embarazada se le realizan estudios tendientes a evaluar la reserva ovárica desde el punto de vista reproductivo, así como una evaluación clínica general para asegurarse de que su organismo está en condiciones de llevar la sobrecarga que implica un embarazo”, dijo a Clarín el doctor Sergio Pasqualini, ginecólogo especialista en fertilidad y director científico de Halitus Instituto. El médico añadió que “la fertilidad tiene su pico a los 25 años, desciende lento a partir de los 30, más acentuado luego de los 35 y rápidamente luego de los 40”. Por eso, explicó, “ya sea natural o por in vitro, a esta edad el mayor riesgo es no lograr el embarazo. Luego, si se logra, es probable que se detenga antes de los 3 meses; y luego está el riesgo de que el bebé presente alguna anomalía genética”. Por otra parte, el especialista destacó que a partir de los 40 las mujeres “tienen un 60% más de probabilidades de desarrollar alta presión arterial y cuatro veces más probabilidades de contraer diabetes”. En tanto, el doctor Juan Manuel Serini, médico especialista en Ginecología y Obstetricia (en Instagram, @dr.juanmanuelserini), agregó que “es importante que la mujer de 40 años que se va a embarazar sea informada sobre los posibles riesgos adversos. Un consenso de la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FASGO) sostiene que los riesgos aumentan con la edad porque también aumentan las comorbilidades”. Controles básicos del embarazo después de los 40 Pasqualini aseguró que para reducir los riesgos “la mujer debe realizarse los controles prenatales, seguir una dieta alta en ácido fólico y muy nutritiva, evitar las bebidas alcohólicas y el tabaco y no consumir ningún medicamento sin receta expresa de su médico”. Al respecto, aclaró que “todo va a depender de cómo arranca, de cómo está la mujer antes de embarazarse: si tiene sobrepeso, si tiene hipertensión, si tiene algún factor de riesgo, eso va a hacer que tenga más controles. Si la mujer arranca en buenas condiciones, siempre va a haber un poco más de riesgo por la edad, pero cambió completamente lo que se consideraba mujer añosa de más de 35 años”. “La edad no es un factor condicionante para tomar decisiones, es un factor más y hay que analizarlo en el contexto”, resaltó el especialista. En cuanto a los aspectos genéticos y congénitos, afirmó que “al existir mayor frecuencia de anomalías, se las asesora sobre la conveniencia de realizar estudios” específicos. Esto, según explicó, se realiza de dos modos diferentes: “Por medio de estudios ecográficos y marcadores bioquímicos en sangre, o a partir del estudio del ADN fetal en sangre materna”. ¿Cómo se llevan a cabo estos exámenes? El ginecólogo resaltó que “hoy en día cada vez se recurre más a pruebas no invasivas”. En ese contexto, detalló que “el estudio en sangre materna tiene una sensibilidad del 99% y consiste en una simple extracción de sangre a la madre a partir de la semana 10 de gestación para estudiar el ADN de las células fetales presentes en sangre materna”. Por otro lado, “en los estudios ecográficos, es posible detectar algunas malformaciones fetales y evaluarlas en el llamado ‘screening del primer trimestre’”. Para que este estudio tenga una óptima sensibilidad, deben evaluarse cuatro marcadores ecográficos: “La translucencia nucal –que estudia un pliegue en la nuca del bebé cuyo espesor podría marcar una anomalía cromosómica-, el hueso nasal –aquellos bebés con Síndrome de Down tienen ausencia de este hueso-, el ductus venoso y la válvula tricúspide. Si se combinan estos 4 parámetros con el laboratorio y los antecedentes maternos, se obtiene una sensibilidad del 95%”. El otro tipo de estudios, aquellos más invasivos, generalmente suelen llevarse adelante generalmente como reconfirmación de algún otro estudio que no haya dado bien. “Alrededor del 95% de las mujeres que se someten a la amniocentesis o a la muestra de villus coriónico reciben la buena noticia de que su bebé no tiene estos trastornos cromosómicos”, sostuvo Pasqualini. Tipo de parto después de los 40 Según trascendió, Pampita dio a luz a su hija por parto natural. ¿Existe alguna relación entre la edad de la mujer y el tipo de parto que le conviene desde el punto de vista de su salud? Según Serini, “la mayoría de las guías internacionales indican que en mujeres de 40 años o más la recomendación es la inducción al parto entre las 39 y las 40 semanas”. En ese sentido, mencionó que existe “un estudio que indica que la inducción a las 40 semanas reduciría la mortalidad perinatal”. Por otra parte, añadió que como las mujeres de más de 35 años “tienen mayor riesgo de desarrollar hipertensión y diabetes gestacional, el embarazo podría finalizar en una cesárea”, mientras que “un embarazo de bajo riesgo uno lo podría esperar, en condiciones normales, hasta las 42 semanas”. FUENTE: Clarín

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Lo que sabemos sobre las vacunas contra el coronavirus y su posible efecto sobre el ciclo menstrual

Por Mara Galmarini y Matías Loewy chequeado.com Mujeres en la Argentina y en el mundo relataron a través de las redes sociales que habían sufrido cambios en su ciclo menstrual (cantidad de flujo y duración) tras vacunarse contra la COVID-19. Hasta el momento, no se ha podido establecer una relación causal entre las vacunas y los cambios reportados en relación al ciclo menstrual, que en todos los casos han sido pasajeros y reversibles. La evidencia científica muestra que las vacunas son seguras. No afectan la fertilidad ni causan abortos espontáneos. Referencias a que la vacuna contra COVID-19 podría tener un efecto sobre el ciclo menstrual comenzaron a difundirse en redes sociales a partir de fines de febrero último. Kathryn Clancy, una antropóloga biológica de la Universidad de Illinois, en Urbana-Champaign, Estados Unidos, fue una de las primeras que comentó en un hilo de Twitter que su período se adelantó e intensificó luego de vacunarse, lo que recogió más de 10 mil respuestas, muchas de ellas con testimonios similares. En España, la sexóloga y matrona Laura Cámara lanzó una encuesta sobre la cuestión a través de las redes y el 18 de marzo compartió los primeros resultados en su cuenta de Instagram: poco más de la mitad de las 2.827 mujeres que respondieron reportaron alguna alteración en el ciclo menstrual, flujo o sangrado. El video tuvo más de 41.300 reproducciones.   En la Argentina, diversas mujeres (ver acá y acá) contaron su experiencia a través de Twitter. Y hubo varios posteos al respecto en Instagram (acá y acá) que recogieron testimonios similares. De hecho, la organización Colectiva Andina lanzó una encuesta para conocer cuántas mujeres argentinas habían experimentado cambios en su ciclo menstrual después de recibir la vacuna contra la COVID-19. Pero ¿cuál es la evidencia? ¿Se puede asegurar que exista una relación causal? ¿Y cuáles serían las implicancias? Te lo contamos en esta nota. Publicaciones escasas La bibliografía científica que relaciona el ciclo menstrual con las vacunas en general es escasa. Esto probablemente está relacionado con que la aplicación masiva de vacunas se da durante la infancia o en adultos mayores. Si bien hay vacunas que se aplican en la edad fértil, esto suele ser en casos puntuales (por ejemplo, pacientes de riesgo contra la gripe o ciertos casos contra la fiebre amarilla).  Un estudio realizado en Japón, realizado con adolescentes que recibieron la vacuna contra el VPH (Virus del Papiloma Humano), mostró que quienes recibieron la vacuna tenían más probabilidades de tener un período menstrual abundante o irregular. Estos efectos fueron reversibles y de corta duración. Curiosamente, dentro de la poca bibliografía, hay un trabajo de 1913 que sugiere que la vacuna contra la fiebre tifoidea tiene un impacto temporal sobre el ciclo menstrual, aunque el investigador enfatiza que los efectos secundarios son mucho menores a los de la enfermedad y hace una observación atinada sobre el problema del beneficio “invisible” de las intervenciones preventivas: “Los pacientes no tienden a estar particularmente agradecidos por las reacciones (positivas) que pueda causar la vacuna y es solo la naturaleza humana que atribuyan a la vacuna todos los males durante los meses siguientes”. Victoria Male, docente e investigadora en inmunología reproductiva del London Imperial College, en Londres, Reino Unido, explicó a Chequeado que también se encontraron alteraciones de los niveles de hormonas sexuales en personas que recibieron la vacuna contra la gripe, durante el ciclo en el que se administró la vacuna.  “Es probable que los cambios menstruales a corto plazo estén asociados con la vacunación en general, pero esta es la primera vez que vacunamos a tantas personas que tienen períodos al mismo tiempo, por lo que no lo hemos notado antes”, reflexionó Male. Hay células inmunitarias en casi todas las partes del cuerpo, incluido el revestimiento del útero. Estas células inmunitarias desempeñan un papel en la construcción, mantenimiento y descomposición del revestimiento del útero, que se espesa para prepararse para un embarazo y luego se desprende en forma de período si el óvulo no se fertiliza. “Después de la vacunación, circulan por el cuerpo muchas señales químicas que pueden afectar a las células inmunitarias, haciendo que el revestimiento del útero se desprenda y provoca así sangrado vaginal o períodos más tempranos”, explica Male. Con relación específica a las vacunas contra la COVID-19, otra explicación posible es que se trate de una coincidencia temporal y no causal. Es una de las tesis que suscribió la vicepresidenta del Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos del Reino Unido, Pat O’Brien, en un comunicado. “Muchas mujeres experimentarán un cambio temporal en sus períodos durante sus vidas. Y ahora mismo, muchas mujeres de 30 años están recibiendo la vacuna COVID-19. Por eso parece inevitable que en algunas mujeres estos 2 eventos coincidan por casualidad”, argumentó. “La emoción por recibir la inmunización también podría ser un factor que afecta el ciclo menstrual, pero no hay nada en la composición de las vacunas que hiciera pensar en algún efecto”, dijo a Chequeado Sergio Pasqualini, especialista en medicina reproductiva y director de Halitus Instituto Médico, en Buenos Aires. “Las vacunas no tienen hormonas”, subrayó.   “Aún no tenemos investigaciones que nos den respaldo completo, faltan estudios. Quizás haya pacientes que por mala información suspenden medicamentos que están tomando, como anticonceptivos orales o tratamientos reguladores de ciclo. O eventualmente influye el estrés. Pero no hay evidencias de que el trastorno menstrual sea un efecto secundario directo de la vacuna”, señaló a este medio la médica ginecóloga costarricense Flory Morera González, directora científica de la Federación Latinoamericana de Sociedades de Ginecología y Obstetricia (FLASOG). En todos los casos, los especialistas insisten en que los efectos secundarios son leves, reversibles y que no deben disuadir a las mujeres de vacunarse.  Proyectos de investigación en el mundo En base a los testimonios, se están realizando distintas campañas y proyectos de investigación para entender si existe una relación causal entre los cambios en el ciclo menstrual y las vacunas contra el coronavirus y caracterizar las alteraciones.  Uno de los primeros estudios académico lo comenzó

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43 años de la primera bebé de probeta: de la infertilidad a la voluntad procreacional

El nacimiento de Louise Brown el 25 de julio de 1978, marcó un antes y un después en el manejo de la pareja infértil. Desde ese momento, la ciencia atravesó hitos como la posibilidad de criopreservar embriones, óvulos, tejido ovárico y testicular. También, la aparición de la inyección de un solo espermatozoide a cada óvulo (ICSI), que fue la solución para muchos casos en los que el embarazo no se podía lograr por presentar una alteración en los espermatozoides. Se dieron mejoras en: drogas para la estimulación ovárica, medios de cultivo, equipamiento de laboratorio y en técnicas de criopreservación. Pasamos de una época más artesanal a una más estandarizada, más controlada, con mejoras sustanciales de todo tipo y obviamente, en los resultados. En ese proceso la emoción fue tan grande, que creímos que no había caso de infertilidad que no se pudiera resolver. Hoy sabemos que no es así. Aprendimos que más allá de tener un embrión viable para lograr un embarazo con resultado positivo, era necesario tener también un endometrio receptivo. Que esa receptividad podía verse alterada en el ciclo de la estimulación ovárica y que en esos casos era mejor criopreservar los embriones para ser transferidos en otro ciclo. Hoy en día podemos saber, gracias al diagnóstico genético preimplantatorio, cómo están los embriones. Otro aprendizaje en este camino fue que la mente y el cuerpo se influyen mutuamente. Y cuán importante es, a través de técnicas complementarias, movilizar los recursos propios que el cuerpo tiene para funcionar lo mejor posible. Sabemos también, que siempre que exista la posibilidad de lograr el embarazo por la vía natural, aunque no llegue, hay que seguir trabajando sobre eso. Porque en situaciones en que las técnicas más sofisticadas fracasaron, el embarazo se presenta en el momento menos esperado. El cambio más sustancial Pero más allá de lo que la ciencia logró, hubo cambios socioculturales que ubican a las técnicas de reproducción asistida en otro lugar. Ahora, no es sólo la pareja que busca un embarazo, sino la o las personas que buscan tener un hijo. Pasamos de la consulta de una pareja conformada por hombre y mujer que presenta un problema de infertilidad, a personas que vienen con un deseo y necesitan de la ciencia para poder tener un hijo. Ejemplo de ello es la mujer sola, que puede tener o no un problema de infertilidad, que se acerca porque va a necesitar recurrir a semen donado. O un hombre solo o una pareja homosexual quienes van a necesitar acudir a la donación de óvulos y a la subrogación de vientre. O una pareja de dos mujeres que van a tener que recurrir a la donación de semen y a la inseminación en el caso que lleve adelante el embarazo la misma que aporta el óvulo, o a una fertilización in vitro si es que van a utilizar el método ROPA, en el que una de las dos aporta los óvulos y la otra lleva adelante el embarazo. Todos estos cambios se ven reflejados en el nuevo Código Civil y Comercial donde prima la voluntad procreacional al momento de definir quiénes son los verdaderos padres. Ya no necesariamente madre es la que pare. Padres son los que tuvieron la voluntad de serlo. Aprendimos que no todo es la fertilización in vitro, que lo que a una persona le hace bien a otra no, y que cada vez tenemos más herramientas para poder llevar adelante estudios y una terapéutica personalizada. Nosotros, los “fertilólogos”, somos los directores de orquesta de un grupo interdisciplinario: andrólogo, endocrinólogas, inmunólogas, genetistas, nutricionistas, counselor, psicóloga y psiquiatra, sexóloga y nurses. Además, cuando corresponde, asesorarnos en lo legal por una abogada. Porque las leyes todavía no pudieron acompañar todos estos cambios. Este mes, aniversario del nacimiento de Louise Brown, festejamos un año más de un recorrido en el que las técnicas de las que disponemos son herramientas para ayudar a más personas a tener hijos. Y para los que no podemos ayudar, seguimos investigando. Adelante, queda aún mucho más.

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Hormonas, trombosis y COVID-19: todo lo que hay que saber para evitar complicaciones

Se sabe que la infección por SARS-CoV-2 predispone a la formación de coágulos que obstruyen la normal circulación sanguínea, al igual que ocurre con algunos anticonceptivos orales. Dado que el mismo efecto se observó como consecuencia de algunas vacunas en mujeres jóvenes, Infobae consultó a especialistas La pandemia provocada por el COVID-19 representa un tipo de infección asociada a una respuesta inflamatoria sistémica. Y si bien uno de los principales problemas de la enfermedad causada por el nuevo coronavirus es su escasa literatura y conocimiento, algo sí está claro luego de más de un año de pandemia, y es que una de las complicaciones que provoca son las trombosis. El mismo efecto se vio en mujeres jóvenes luego de ser inoculadas con vacunas de vector viral desarrolladas por el laboratorio Astrazeneca y la Universidad de Oxford y del laboratorio Johnson & Johnson. Y dado que los anticonceptivos hormonales combinados tienen un ligero riesgo de trombosis, Infobae quiso ahondar con especialistas qué deben tener en cuenta las mujeres al momento de la utilización de anticonceptivos hormonales en la era del COVID, qué se recomienda que hagan con su anticoncepción oral aquellas que atraviesa un cuadro de COVID y si deberían tener algún cuidado antes de vacunarse con alguna de las formulaciones que informaron casos de trombosis como evento no deseado. “Hoy sabemos que la infección por SARS-CoV-2 predispone a complicaciones trombóticas (generación de coágulos que obstruyen la normal circulación sanguínea) tanto venosas como arteriales por múltiples mecanismos. Cuando hablamos de trombosis venosa nos referimos a las que ocurren en las venas profundas de los miembros inferiores (trombosis venosa profunda o TVP) y/o a las que comprometen las arterias pulmonares (tromboembolismo de pulmón o TEP)”. La médica hematóloga Carina Gumpel (MN 102958) es la coordinadora del Grupo Hemostasia en la Mujer del Grupo Argentino de Hemostasia y Trombosis y ante la consulta de este medio precisó que “es muy común que durante el cuadro agudo los pacientes presenten una gran debilidad que los lleve a pasar gran parte del día en reposo. Esta inmovilización es un factor muy importante en cuanto al riesgo de desarrollo de trombosis. Pero además, esta infección tiene un mecanismo que le es propio, el de inmuno trombosis secundario a la gran inflamación que genera y al daño endotelial directo”. En los pacientes más críticos que requieren internación, y especialmente en aquellos que necesitan ser asistidos en las unidades de cuidados intensivos, todos estos mecanismos se potencian. Por otro lado, los tratamientos hormonales, ya sea anticonceptivos o terapias de reemplazo hormonal en mujeres postmenopáusicas, incrementan el riesgo de padecer una trombosis. Sin embargo, los estrógenos podrían tener un rol protector dado que en general la mortalidad en mujeres suele ser menor comparada con los hombres (1,7 % versus 2,8 % respectivamente). “En el devenir de la pandemia, surgieron muchos interrogantes con respecto a la anticoncepción, dado que el COVID-19 tiene un conocido aumento del riesgo de trombosis”, apuntó en tanto la médica ginecóloga de Halitus Instituto Médico María Elisa Moltoni (MN 114737). – ¿Qué se recomienda que haga con su anticoncepción oral una mujer que atraviesa el cuadro de COVID de cara a evitar complicaciones? – Gumpel: En cuanto a las recomendaciones en mujeres en tratamiento con anticonceptivos orales que contraen la infección por SARS-Cov-2, no contamos con estudios prospectivos, motivo por el que las guías de consenso no siempre coinciden. En general las mujeres que cursan cuadros leves podrían continuar con el tratamiento con anticonceptivos mientras que en aquellas que requieran ser hospitalizadas las guías no son tan claras puesto que si bien algunas recomiendan suspenderlos, sabemos que la coagulación tarda entre seis y ocho semanas en retornar a valores normales. De todas maneras en el caso de internaciones está indicado la prevención de trombosis con heparina. Es muy importante destacar que en todos los casos las recomendaciones deben ser individualizadas, teniendo en cuenta otros factores de riesgo que pueda tener cada mujer, por lo que es fundamental la consulta con un médico especialista. – Moltoni: Muchas de las recomendaciones existentes sobre cómo manejar la anticoncepción se basan en opiniones de expertos, y todas consideran distintos escenarios clínicos. Si bien hay diferentes opiniones, la mayoría de las recomendaciones médicas al respecto, incluyendo las de la Asociación Médica Argentina de Anticoncepción (AMAdA), a la cual pertenezco, sugieren no suspender la anticoncepción hormonal combinada en mujeres con COVID leve sin otros factores de riesgo para trombosis, ni en mujeres sanas expuestas a COVID. En mujeres con COVID grave, como aquellas que requieren hospitalización en cuidados intensivos o que tienen COVID con neumonía y otros factores de riesgo de trombosis, puede considerarse el traspaso hacia otro método anticonceptivo como anticoncepción hormonal sin estrógenos o suspensión del anticonceptivo. De todos modos, ese grupo de mujeres suelen ser de mayor edad o en situación de menopausia y entonces de por sí ya no estarían utilizando métodos hormonales. Desde ya que estas recomendaciones no reemplazan el juicio del profesional tratante. – Se sabe que hay tratamientos hormonales que aumentan el riesgo de enfermedad tromboembólica, ¿cuál es la proporción de mujeres que sufren trombosis por el uso de anticonceptivos orales versus el riesgo de padecer esta complicación a causa del COVID-19? – Gumpel: Los anticonceptivos orales combinados (estrógenos + progestágenos) incrementan el riesgo de trombosis. Para las mujeres que presentan un riesgo aumentado existen opciones como los anticonceptivos orales que sólo contienen progestágenos o los dispositivos intrauterinos con o sin hormonas. Serán los especialistas ginecólogos quienes aconsejarán para cada caso cuál es la mejor opción. La probabilidad de presentar una trombosis venosa en mujeres jóvenes en edad fértil es de 1/10000. Y se sabe que los anticonceptivos orales combinados incrementan el riesgo por cinco. En mujeres que no tienen una predisposición especial el riesgo absoluto sigue siendo bajo. En el caso del COVID-19, la probabilidad de presentar una trombosis varía mucho de acuerdo al grado de severidad o de compromiso por la infección. En pacientes asintomáticos o con síntomas leves o bien aquellos

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Covid y embarazo: respuestas a las dudas sobre la vacunación

Expertos fueron consultados por el tema y de esta manera, despejaron todas las dudas sobre esta situación. Conocé los detalles. Desde el inicio de la pandemia, las dudas e incertidumbres en cuestiones de salud fueron floreciendo tanto como las investigaciones. De esta manera, los expertos pudieron determinar los riesgos o beneficios de la vacuna, según la edad de las personas, su estado de salud y por ejemplo el embarazo. De esta manera, el doctor y obstetra, Ariel Masquef , junto al doctor Agustín Pasqualini , director de Halitus Instituto Médico despejaron todas las dudas que se plantean las mujeres, y sus parejas, a la hora de los cuidados durante la gestación. Así las cosas, brindaron una serie de respuestas para sacar a la luz como deben actuar ante este enfermedad, que aun tiene en jaque el mundo. ¿Por qué hay cada vez más embarazadas que cursan el COVID de forma grave? Es cierto que en los últimos meses vemos un mayor número de contagios en pacientes embarazadas y con manifestaciones más graves de la enfermedad. Esto se acentúa en el tercer trimestre de embarazo por la limitación que tienen en la parte respiratoria. Aunque estén sanas, el embarazo mismo las hace más susceptibles a complicaciones. La predisposición a hacer estas formas graves se relaciona con la inmunosupresión fisiológica del embarazo y la limitación que tienen estas mujeres. Sus pulmones están más colapsados por el crecimiento del abdomen de abajo hacia arriba y el diafragma que se eleva. Esta situación les genera menor capacidad ventilatoria, si a eso se suma el COVID, hay una mayor predisposición a tener complicaciones que el resto de la población. ¿Se debe posponer la búsqueda del embarazo? No. Esto no significa que las mujeres que están buscando un embarazo deban posponerla. ¿Hay que vacunarse contra el COVID estando embarazada o en búsqueda? Si, hay que vacunarse en cualquier trimestre del embarazo con cualquiera de las tres vacunas que están hoy disponibles, salvo que el médico de cabecera indique que alguna en particular no se puede aplicar. Pero cualquiera de las tres vacunas que están en Argentina son aptas para mujeres embarazadas. Lo bueno es que en estas últimas semanas se abrió la vacunación para todas en todos los trimestres del embarazo e incluso para madres lactantes. Así, podemos protegerlas, al tiempo que generar una inmunidad en la población para poder avanzar hacia la «normalidad». ¿Y si estoy en tratamiento de fertilidad? También es importante priorizar la vacunación. Ya sea que esté por comenzar una estimulación ovárica, o si justo se está estimulando y le llega el turno para vacunarse. Lo único que quizás hay que evaluar es no vacunarse el día previo a la captación de óvulos o la transferencia embrionaria, pero solo para evitar algún síntoma común de la vacunación, como fiebre justo para ese momento. Para resumir, puede ser antes, durante y después de un tratamiento de fertilidad, o durante la búsqueda del embarazo, o en el embarazo en cualquier trimestre, o en mamás lactantes. Lo que se está tratando de lograr es que, de cursar la enfermedad, sea de manera moderada y evitar los casos graves. ¿Existen riesgos para el bebé? No hay al momento ni apareció ni publicado, riesgos para el bebé. No hay transmisión vertical demostrada, pasaje del virus de la madre al feto. Pero se creería que los anticuerpos en vacunadas darían protección al recién nacido. Por eso al momento del nacimiento la mamá tiene que tomar las medidas y los recaudos en caso de ser positiva, por ejemplo, darle la teta con un barbijo N 95, pero no suprimir la lactancia. ¿Qué consideraciones tengo que tener en cuenta para saber si es necesario aplicarme la vacuna estando embarazada? Ningún tipo de consideración salvo que el médico tratante sugiera no vacunarse por alguna patología determinada. Pero no hay al momento documentadas ninguna contraindicación para las embarazadas que cursan un embarazo normal. Se sabe que las plataformas de producción de las vacunas son seguras en el embarazo y hay evidencia de estas plataformas como la vectorial, virus inactivado o las de ARN mensajero, en otras enfermedades. Es importante recordar que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, afirma que “no se detectó ningún problema de seguridad para las personas embarazadas que se vacunaron contra el Covid-19 o para sus bebés”. Por eso se recomienda en cualquiera de los tres trimestres con cualquiera de las tres vacunas disponibles

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¿Por qué la vitrificación de óvulos se convirtió en protagonista de esta pandemia?

Este tratamiento comenzó a pisar fuerte en una época en donde muchas opciones de fertilidad se vieron interrumpidos por la cuarentena y donde los planes a futuro son muy difíciles de proyectar. ¿De qué se trata todo esto? La vitrificación de óvulos es una de una protagonistas inesperada de la pandemia por coronavirus que atravesó al mundo entero. Por un lado porque empezó a calar hondo en aquellas mujeres que no pudieron avanzar en sus tratamientos de fertilidad por la suspensión de los mismos en los primeros meses de la cuarentena, y por el otro porque empezó a lucirse como una gran posibilidad ante mujeres que se dieron cuenta que los planes de vida no están garantizados y que, de un día para el otro, todo puede cambiar sin darnos tiempo para nada. Pero… ¿Qué es? Es un método que se trabaja con la congelación ultrarrápida de los óvulos maduros de una mujer, lo que hace que dichas células se mantengan inalteradas durante un tiempo indefinido, hasta que se utilizan. Como muchos sabemos, la vida útil de la función reproductiva de los ovarios sigue siendo limitada, y comienza a complicarse luego de los 35 años, pero como los avances científicos acompañaron los cambios socioculturales de los últimos años, la vitrificación de óvulos se presenta como una herramienta para preservar la fertilidad. Obviamente, es de esperar que estos temas saquen a la luz muchas dudas, y por eso, en primer lugar, toda mujer debe saber que, en manos de profesionales idóneos, la vitrificación no afecta la calidad del óvulo, siendo este uno de los temas que más preocupa. Ahora bien, yendo un poco más al fondo de todo esto, nos preguntamos: ¿Cuántos óvulos vitrificados son necesarios para lograr el embarazo? “Cuantos más se tengan, más posibilidades hay de que alguno de ellos sea bueno. Si bien algunos profesionales dan un número X, esto en la realidad dista de ser verdad. Cuando realizamos una fertilización in vitro (FIV) con óvulos en fresco -es decir sin vitrificar-, a veces obtenemos, por ejemplo, 20 óvulos y no logramos el embarazo. En otros casos, lo logramos con cuatro. Si partimos del concepto que la vitrificación no afecta la calidad, vamos a tener resultados similares que con una FIV con óvulos en fresco”, señala el doctor Sergio Pasqualini, (MN 39914), director de Halitus Instituto Médico. Y, ¿a qué edad es mejor vitrificar? “Cuanto más joven, mejor”, afirma Pasquialini y agrega: “Sobre todo en aquellos casos en los que se prevea una disminución precoz de la reserva ovárica, ya sea genética o por alguna enfermedad”. Si hablamos de edad, en realidad “no hay un límite”: “Toda mujer que se acerque para saber qué posibilidades tiene debe ser evaluada. Puede que una mujer de 40 años califique mejor que otra de 35. Más aún si nunca buscó embarazo, ya que puede tener una reserva ovárica aceptable, frente a otra que está buscando hace años”, remarca el doctor. Pero lo cierto es que la vitrificación se instaló como una oportunidad real hace pocos años. Es decir, una mujer de 48 años no tiene que sentirse mal por no haberlo hecho, porque en la época en la que hubiera sido bueno para ella la tecnología de la vitrificación no se había desarrollado como para tener chances reales de éxito al descongelarlos. Sin embargo, hoy la realidad es diferente y es importante que toda mujer cerca de sus 30 años, esté informada para tomar una decisión. “La idea de ser madre siempre estuvo en mi cabeza, pero venía de la mano con un montón de mandatos sociales como el tener una pareja, estar casada, conviviendo, con un buen pasar económico, etc. Cosas que no estaban presentes en mi vida, y que aún siguen sin estarlo. Pero hoy, a mis 30 años, entendí que la vida pasa por otro lado, tengo otros intereses, otras expectativas, aunque no dejo de pensar en la posibilidad de ser mamá, por eso opté por la vitrificación de óvulos”, cuenta María sobre su experiencia. Mientras que Sonia revela sus miedos ante este método. La decisión fue tomada en conjunto con su marido luego de que su tratamiento de fertilidad se viera interrumpido a fines de marzo por la cuarentena y hoy deciden vitrificar los óvulos para un futuro. Ambos están sin trabajo y les gustaría poder conservarlos por un buen tiempo hasta que puedan reorganizar la economía de su hogar. ¿Qué problema habría con esto? A decir verdad, ninguno. Los óvulos vitrificados pueden permanecer así por mucho tiempo. Como están a -196 °C, la temperatura permite que la actividad molecular esté prácticamente detenida y eso les otorga durabilidad: “El récord mundial de tiempo que han durado es de 14 años, logrado por nuestro Instituto y es un Guinness. Si los óvulos permanecieron criopreservados sin verse afectados por lo menos por 14 años, podemos extrapolar que podrían mantenerse sin verse afectados por muchos años más”, apunta el director de Halitus. Otra gran preocupación que sobrevuela alrededor de este tema hoy en día es el contexto que nos toca atravesar: la pandemia por coronavirus. Ante eso, Pasqualini asegura que se puede comenzar el proceso de vitrificación haciendo las primeras consultas online, las cuales serán ideales para evaluar a la mujer y realizar los pedidos de todos los estudios necesarios: nivel de las hormonas relacionadas con la función ovárica, una ecografía ginecológica que mira el tamaño de los ovarios y la cantidad de microfolículos que presentan. Con todo esto se confecciona una historia clínica, e incluso se evalúan los antecedentes. Aunque más allá de todo lo bueno que ofrece esta posibilidad no podemos pasar por alto que si bien “la vitrificación de óvulos es una forma real de preservar la fertilidad, no es una garantía de embarazo, pero sí una oportunidad”. Lo ideal, según Pasqualini, es que toda mujer tenga óvulos vitrificados, y cuando llega por ejemplo, a los 50 años y haya tenido si los deseó, hijos, que los descarte. Mejor aún, si califican, los puede donar para

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