Dr. R. Sergio Pasqualini
Es el fundador de Halitus, uno de los centros de fertilidad más importantes del país con 100 mil pacientes atendidos. Rompió el récord mundial al transferir óvulos que llevaban 14 años congelados. Está escribiendo su segundo libro y se acerca a la polítca.
Hijo de médicos destacado, Sergio Pasqualini se formó en la UBA como ginecólogo. Llegó a realizar sesenta partos por mes, pero su hambre de trabajo científico lo llevo a crear Halitus en 1987, donde hoy ejerce como director científico. Con 100 mil pacientes atendidos y 17 mil nacimientos de los cuales 4.700 fueron mediante técnicas de alta complejidad, se podría decir pobló una ciudad.
¿Después de tantos embarazos ¿sigue sintiendo una gratificación personal cuando lo logra?
– Sí, claro. Cuando te das cuenta de todo lo que vivió esa pareja, te ponés del otro lado y es realmente lindo, porque todo el equipo participó de eso.
¿Hay más problemas de fertilidad que antes o ahora se habla más del tema?
– En no muchos años cambió radicalmente el promedio de edad de la mujer en una consulta: hace 15 años era 33, ahora estamos 37,38. Hoy la mujer busca más tarde y consulta más rápido.
¿Qué otros factores influyen en el crecimiento de los casos?
– Algo más pasa, porque ya no se ven las respuestas que se veían antes en la estimulación. La población está cambiando, claro que tiene que ver el ritmo de vida, el estrés, la alimentación, los tóxicos. Además ya no se habla de una mujer que quiere lograr el embarazo, se trata de una persona que quiere un hijo. Puede haber un hombre solo que quiere un hijo, dos hombres o dos mujeres que quieren un hijo.
En ese sentido, para las mujeres es más fácil porque la pareja de dos mujeres puede lograr un embarazo con un donante mientras dos hombres no tienen esa posibilidad.
– Sí, mediante un útero portador.
Pero no es legal todavía en la Argentina.
– Hay dos cosas: lo que está legislado y lo que no se puede hacer. Si no esta legislado, no está prohibido. Se complica en cuanto a que no hay un contrato que sea válido; la persona puede arrepentirse y no hay un escenario jurídico que proteja a las partes. Si el embarazo lo lleva adelante un familiar o un amigo, es distinto. El caso de Juan de Gregorio, por ejemplo, lo atendimos nosotros: era un matrimonio que no podía embarazarse, una amiga llevó el embarazo y la justicia falló a favor para que puedan inscribirlo como propio.
¿Como ve a la Argentina comparada con el mundo en cuanto a la fertilidad?
– La ley Argentina fue a la parte de la cobertura y es muy completa, se están moviendo piezas, pero sigue siendo complicado e injusto. Generó un gran caos, tendría que ser manejado entre todas las partes, convocando a las obras, a las prepagas, a la asociación de pacientes y al Ministerio y sentarse a decir: “Esto hay que cubrirlo, ¿cómo hacemos?”. Porque alguien tiene que pagar, es imposible que no te dejen subir las cuotas y que te obliguen a cubrir cada vez más cosas por el Programa Médico Obligatorio (PMO). Las prepagas se la agarran con los centros médicos y eso atenta contra la calidad, o se obliga a los pacientes a atenderse en determinado lugar y genera una situación complicada en aquellos que tienen que estar tranquilos durante el tratamiento. La libre elección, cuando no había nada, hacia que convivieran quienes pagaban y elegían donde ir con mucha gente que no podía acceder en ningún lado, cosa que era injusta. Ahora el que antes pagaba haciendo un esfuerzo quiere q1ue se lo cubran y deja de ir al lugar que quiere para ir a donde lo obligaban, va mal predispuesto, y la actitud es muy importante en esto. Nos pasa de pacientes que se tratado con nosotros y haber tenido éxito quieren volver y los derivan a otro lugar.
¿Está de acuerdo con que los problemas de fertilidad son problemas de salud?
– Sí, no hay discusión sobre eso. Es muy loco no reconocer que si el sistema reproductor no produce es una enfermedad. No te mata, pero es una enfermedad.
¿La calidad de los profesionales en la Argentina es buena?
– Veo a los médicos jóvenes y nada que ver con lo que era antes en cuanto a la dedicación, a romperse el traste para crecer. Lo quieren todo mucho más fácil, sin exigencias y sin méritos. Es cada vez más difícil encontrar profesionales idóneos, pero ocurre en cualquier área. Hay casos puntuales excelencia, pero te cuesta más encontrarlos. Yo llegué a hacer sesenta partos por mes en una época en el que el reconocimiento por los partos era importante, por eso pude empezar con Halitus sin tener nada en los comienzos. Hoy si un médico joven hace sesenta partos se muere de un infarto, y no le rinde económicamente como años atrás.
A partir de todos los avances de la ciencia surgen muchos debates éticos, sobre todo vinculados al uso de embriones.
– La clave es qué es el embrión. Es más que una cosa, es menos que una persona. No se lo puede considerar persona hasta que los transferís se prende y nace. Distinto es “cuándo empieza la vida”. Son discusiones de las que no salís nunca, y de lo que se trata es de legislar una realidad: ¿qué hacemos con los embriones congelados que las parejas no quieren?
¿Podemos descartarlos?
El embrión antes de ser transferirlo y después de transferido son dos cosas distintas. La cuestión de fondo es similar en el debate sobre la despenalización del aborto. Ahí se dice que estás a favor y no es así: hay que trabajar sobre la educación y la planificación para disminuir los embarazos no deseados. A las que se embaraza y no quiere continuar el embarazo hay que darle una consulta psicológica permitirle tomar decisión, facilitarle seguir adelante para darlo en adopción, y si decide abortar, que lo pueda hacer. No estar a favor del aborto, nadie está a favor del aborto.
Cambiando de tema; es fundador y presidente de la Fundación Repro, ¿Cuál es el objetivo de esta institución?
– Hicimos la fundación en el 2009 con el objetivo de conseguir financiar la investigación y la docencia, si no, sale toda de los ingresos de Halitus y eso tiene un techo.
Está evaluando ingresar en la política. ¿ En qué rol se imagina?
– Me interesaría hacer algo útil desde el Congreso como diputado nacional. Lo estoy evaluando desde hace un tiempo, tiene que ser con un partido con el que comulgue para acordar ideológicamente. Si comparas un país con el cuerpo humano es lo mismo, necesitás una cabeza y que todo funcione en equilibrio. Si se te infecta un dedo los mecanismos de defensa acuden para bloquearlo. La prevención en salud es fundamental; en un país, si no haces prevención, te pasa lo que está pasando. A veces ya tenés la enfermedad y tenés que actuar, a veces tenés que amputar o sacar un órgano, no podes descuidar ninguna parte del cuerpo. No podés dejar que haya cosas que te arruinen el equilibrio.
Fuente: Revista Planera Urbano