Sexualidad inteligente, la gran aliada para la búsqueda del hijo
Cuando las parejas o las personas individualmente, encaran la búsqueda de un embarazo, muchas veces comienzan a tener conflictos con su sexualidad. Gran parte del problema parte del concepto erróneo de considerar que tener actividad sexual y tener relaciones sexuales es la misma cosa. Actividad sexual puede ser manos entrelazadas, intercambio de miradas, un abrazo, o conversaciones amorosas sin contacto físico que promuevan sensaciones de apego o eróticas, aún sin llegar al coito. Relaciones sexuales, en cambio, son aquellas que involucran los órganos genitales y la penetración.
Muchas personas creen erróneamente que las primeras no constituyen “tener sexo de verdad”, privándose del beneficio emocional y físico de estas actividades que implican poner en circulación hormonas de la glándula hipófisis, tiroides, suprarrenales, ovarios y testículos, con beneficios inmunológicos y contribuyendo a mejorar la capacidad fértil de la mujer y del varón.
En el psiquismo de las personas existen mensajes inconscientes respecto de la sexualidad, que se instalaron por haber sufrido experiencias desagradables, traumáticas o confusas, que conforman verdaderos tabúes sexuales y que pueden llegar a controlar los comportamientos. Las personas no logran explicarse lo que les sucede emocionalmente y no se atreven a decirlo y, como sabemos, casi siempre lo que no se habla, se manifiesta en forma psicosomática. Una de las manifestaciones frecuentes es el Vaginismo, la contracción “involuntaria” de los músculos perivaginales que impide la penetración y también la realización de exámenes ginecológicos, ecografías transvaginales, etc. En frecuentes casos las parejas mantienen actividad sexual durante años sin perfeccionar el coito y como consecuencia el embarazo no se produce. Este trastorno, como la mayoría de las alteraciones en la sexualidad se soluciona en muy pocas consultas.
Algunos de los pensamientos más comunes en relación con la sexualidad que, con frecuencia, aparecen en el imaginario de los potenciales padres son:
- Estoy/estamos haciendo las cosas mal.
- Si no podemos embarazarnos naturalmente, ¿para qué nos sirve tener sexo?
- Lo que nos sucede es un castigo por haber hecho control de la natalidad tanto tiempo.
- Esto que nos pasa es porque hace tiempo me hice un aborto y ahora no puedo quedar embarazada.
- Mis espermatozoides no son adecuados porque antes yo me masturbaba mucho, o porque fumé mucho, o porque practiqué el coito interrumpido.
- ¿Por qué nos pasa esto? ¿Será que con mi pareja realmente no somos compatibles?
- Por culpa de él/ella tengo que exponerme a todos estos procedimientos.
Este estado mental genera angustia, ansiedad, desvalorización y enojo que se vuelca hacia uno/a mismo/a y hacia la pareja, provocando discusiones, desgaste y alejamiento. En este escenario, una sexualidad inteligente y atinada se convierte en la principal aliada del proyecto parental, ayudando no solamente a los futuros padres sino también al equipo médico de fertilidad, ya que aunque se estén realizando procedimientos de diferentes tipos para lograr el embarazo, la natural respuesta sexual humana desencadena procesos químicos en todo el sistema que favorecen tanto al varón como a la mujer en su capacidad de fecundar y concebir, colaborando con los procedimientos. Además la actividad sexual genera la producción de endorfinas que contribuyen a reestablecer un equilibrio emocional y homeostático que se articula directamente con los procesos procreativos naturales, como por ejemplo la producción de espermatozoides, el proceso ovulatorio y el mecanismo de implantación del embrión en el útero. En síntesis, una actividad sexual inteligente es una verdadera aliada de los tratamientos de fertilidad.
Muchas parejas o individuos llevan consigo mochilas sexuales insatisfactorias y aún antes del inicio de la búsqueda del hijo, estaban lejos de sentirse plenos y satisfechos; sobrellevaban estos hechos como podían, amparados en el bienestar que disfrutaban en los otros aspectos del vínculo y en la amorosa comprensión del otro. Sin embargo, cuando se inicia el trayecto hacia la parentalidad tan ansiada, ciertos equilibrios y negociaciones del vínculo se desestabilizan y es entonces cuando una sexualidad bien entendida y practicada puede ser el chaleco salvavidas que mantenga a flote a estas personas, que pueden llegar a sentir que el peso del conflicto los arrastra hacia el fondo.
En la consulta sexológica se des-aprenden las falsas creencias y se incorporan recursos con infinitas variables para poder disfrutar plenamente de la intimidad, que se convierte en una experiencia psico-física y espiritual; se toma conciencia de que el motor de todo erotismo está en el cerebro y se adquieren múltiples estrategias para poder celebrar una sexualidad creativa, amorosa y armoniosa. Se aprenden las más modernas técnicas de comunicación, indispensables para poder dialogar acerca de un tema que a muchos les resulta muy difícil. Además se corrigen las disfunciones sexuales que cualquiera de los miembros de la pareja pueda padecer, recuperándose y a veces logrando por primera vez una sincronía que nunca se tuvo o que se perdió en algún momento.
Una de las principales dificultades que presentan las personas en el logro de prevenir o dar solución a sus problemas sexuales, es que les da mucha vergüenza y a veces sienten desconfianza en concurrir a la consulta sexológica. El 100% de los pacientes que finalmente concurren, terminan la primera consulta diciendo: “¿Por que no vine antes? ¿Por qué perdí tanto tiempo?” ya que se dan cuenta que el miedo o la vergüenza en el ámbito de una consulta respetuosa y amigable se desvanece, obteniendo desde la primera, o única consulta, herramientas prácticas que se utilizan de inmediato.